Guía Práctica para Entender el Fin del Mundo
Por: Otto Martin Wolf
Por qué unos viven más que otros, por qué hay enfermos y sanos, pobres y ricos, bonitos y feos; de entender es difícil (hablando como Joda, el maestro Jedi).
Quién soy, de dónde vengo, quién me hizo y cuál es la razón de todo este enredo?
Esas preguntas conducen a pensar -también e inmediatamente- en el final de la vida y en el fin del mundo.
Es por eso, que he decidido escribir esta Guía práctica que ayude a entender todo lo malo que se dice, algunas cosas buenas que puede traer y, sobre todo, por qué no debemos tomar el fin del mundo muy en serio.
Una pregunta puntual y directa: cuál es la preocupación con eso del fin del mundo: que se acabe el planeta, se termine la civilización
o que me muera yo?
Seamos sinceros con nosotros mismos, si le tocara escoger entre que usted y sus seres queridos pudieran sobrevivir o que desapareciera el resto de la gente, cuál sería su selección?
Sin dudar un instante creo que escogería que se muriera el resto.
Quien diga lo contrario puede ser una de dos cosas:
a) Un mentiroso o
b) Un mentiroso hipócrita.
La razón es sencilla; está en nuestros genes el deseo de sobrevivir. Es más -y para que no nos sintamos tan mal- está en los genes de todas las criaturas vivas (y también en la de algunas tontas).
Qué es entonces el fin del mundo?
Existen billones de fines del mundo, uno particular para cada persona, el fin de su vida.
Simplemente de qué nos sirve, cuál es la ventaja de que la Tierra siga girando y que todos en ella estén de fiesta si nosotros ya no participamos?
El planeta es eterno, “el mundo” estará aquí por siempre aunque todos los seres humanos (y todas las criaturas vivientes) no existan más.
Entonces no confundamos la preocupación normal de “cuánto voy a vivir” con “cuando venga el fin del mundo”.
Esta Guía Práctica para Entender el Fin del Mundo (por sus siglas GPEFdel M) también debe hacernos comprender que -si bien hay gente que cree en “otra vida”- la verdad es que ese pensamiento no es sincero del todo, de otra manera a nadie le importaría morir de inmediato y, hasta donde se puede ver, todos siempre luchan por vivir un poquito más.
Hay una orden genética de supervivencia, ligada íntimamente a la conservación de la especie, lo que se puede comprobar cuando usted intenta cazar el más pequeño, asqueroso y feo de los insectos, el cual luchará por sobrevivir y, fíjese bien, porque no se puede descartar, es posible que esa cucaracha crea en “otra vida”, pero luchará desesperadamente por conservar la que ya tiene.
Cuando la aplaste o bañe con insecticida será su fin del mundo o su apocalipsis, si agarro todo el cucarachero.
Claro, quienes son bellos, sanos y ricos tienen más razones para querer permanecer vivos el mayor tiempo posible, que aquellos que son pobres, feos y enfermos.
Los suicidas? Estoy seguro que esos impacientes no lo serían si sus circunstancias fueran diferentes.
Aquellos “premiados” con algún defecto de nacimiento, pobreza, fealdad, enfermedades, mala suerte o un desorden genético es lógico que tengan menos razones para vivir.
Siendo sinceros, resumiendo todo lo dicho hasta este momento y hablando de una manera poética: el fin del mundo es cuando cada uno termina su jornada terrestre.
O para decirlo en forma directa y brutal: el fin del mundo es cuando uno muere.
Así que no finjamos preocuparnos por el “fin del mundo”, cuando la verdadera preocupación es el fin de MI vida.
Es más, si queremos conservar el planeta sano, sin contaminación, desastres ecológicos provocados por nosotros mismos, etc. es precisamente para tener un mejor lugar donde vivir nosotros y nuestra descendencia (de nuevo conservación de la especie) y no que por alguna otra razón nos importe mucho lo que habrá aquí dentro de cien, mil o un millón de años. Estamos?
Definición: mentiroso hipócrita es aquel que es hipócrita y mentiroso.
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