Voluntad, orden y disciplina

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18 de mayo de 2020
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12:03 am
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Voluntad, orden y disciplina

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Una de las mejores fortalezas de la mayoría de los hondureños y las hondureñas es su voluntad para la resiliencia porque tenemos la capacidad para superar circunstancias traumáticas, como lo es la extrema pobreza, la cual demuestra que a pesar de ser un país extremadamente pobre, los hondureños y las hondureñas, somos constantes y perseverantes a la hora de hacer las cosas para lograr sobrevivir. Pues de igual manera tenemos que afrontar las tareas y actividades que nos demanda la sobrevivencia en el contexto de la pandemia COVID-19. Porque solamente podremos sobrevivir si tenemos orden y una debida disciplina para evitar sucumbir y no caer en el fracaso.

La desorganización con la que se percibe que los desposeídos o los miserables enfrentan la pandemia, es precisamente el resultado de la falta de orden. Se ha convertido en un síntoma evidente de que no lo estamos haciendo bien. La solidaridad como proyecto va a fracasar porque el método y la estructuración de los objetivos para atender a los desposeídos no está permitiendo poner los medios adecuados para que los objetivos se puedan cumplir en la misma medida que nosotros deseamos. En estos momentos el trato a los desposeídos debe contemplar acciones con método y orden, aunque influyan otros factores ajenos completamente que pueden, echar por la borda el objetivo que se pretende. Tomemos lecciones y aprendamos que se pueden ir canalizando en el futuro las cosas de una manera tal que evite estas interferencias de terceros que inicialmente no estaban previstas.

Por otro lado, junto al orden y la organización debemos añadir la voluntad. Estos factores son esenciales para conseguir la disciplina. En el desarrollo de cualquier actividad personal y profesional con los muy pobres, la voluntad prima por encima, incluso, de la inteligencia. Quien es inteligente y se cree que con ello conseguirá todo, y absolutamente todos los objetivos que se pretenden, está en un auténtico error, porque inteligencia sin voluntad no sirven para conseguir los fines. Los objetivos no se consiguen solo con la primera virtud, sino con la dedicación necesaria y constante para conseguirlos. Y cuando mezclas ambos se convierten en una auténtica arma para conseguir resultados, no solo personales, sino, sobre todo, colectivos. Porque quien es inteligente y tiene voluntad hace primar los objetivos colectivos a los personales, a sabiendas de que estos también le favorecerán a él. Pero el orden de los objetivos es este, y no al revés.

Voluntad, orden y disciplina

Junto a esa voluntad no podemos olvidar la disciplina que está en camino entre el orden y la voluntad para implicarnos en una forma de hacer las cosas en donde prime una metodología como la constante en el trabajo y la tónica habitual de cada día. Son muchos los ejemplos donde se aplican estos factores. Piénsese, por ejemplo, en lo que se está haciendo ahora para conseguir que estos miles de desposeídos adquieran disciplina. Necesitamos el orden y el método, junto con la disciplina, para conseguir el objetivo de protegerlos contra el COVID-19. Si se mantienen constantes estas virtudes a lo largo de un tiempo nos permitirán incrementar el porcentaje de posibilidades que podemos alcanzar para llegar al objetivo, aunque sabemos que luego existen imponderables que, pueden hacer retrasar dicho objetivo, pero que, en cualquier caso, no serán obstáculo para hacer mejorar la intervención ante las adversidades y conseguir finalmente la meta que supongo, el gobierno se ha propuesto.

Así las cosas, debemos reflexionar en si estamos poniendo todas estas características en la forma de afrontarlos (a los desposeídos); es decir, la voluntad decidida de conseguirlos, la dedicación diaria en ello, la metodología y el orden para planificar debidamente lo que queremos hacer, y, sobre todo, una disciplina férrea y casi espartana en la forma de llevar a cabo la actuación diaria para conseguir estos fines. Y si no se introducen estos factores lo que estaremos haciendo es perder el tiempo, o retrasar mucho más tiempo la consecución de los objetivos.

Por todo ello, debemos introducir estos parámetros de actuación en la cultura del esfuerzo, la voluntad y la disciplina a la hora de hacer las cosas. Los desposeídos tienen estructuras muy fuertes, y con más y mejores resultados, y donde ello no se lleva a cabo seguirán anclados en luchas internas que desgastan a las personas e impiden conseguir los objetivos sociales y gubernativos. Para lograr la disciplina entre los desposeídos hay que poner en práctica, además de apoyos materiales muy bien pensados, una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades diarias, como para afectar sus vidas en general.

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