Pandemia

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19 de mayo de 2020
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12:56 am
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Pandemia

Adiós 2020

Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo

En la presente pandemia de COVID-19 (una forma de coronavirus) que tiene de rodillas al mundo entero, a los hondureños no solo nos tiene hincados sino que anonadados hasta el punto de la alienación, la paranoia y psicosis, aparte de estar sufriendo los efectos estresantes de un encierro prolongado y hambre desesperante en la mayoría de la población que vive del día a día.

En cadenas nacionales de radio y televisión dos o tres veces al día y en comparecencias del Presidente de la República miembros de su Gabinete de Gobierno, SINAGER, Comité Permanente de Contingencias (COPECO), personal de Salud Pública, Ministerio del Trabajo, empresarios y otros miembros del gabinete discuten en mesas técnicas las medidas necesarias para la atención de la pandemia y planifican la postpandemia.

Las declaraciones oficiales suenan muy bonitas y eficaces, al menos en su planificación pero su organización, ejecución y control son un fracaso o simple y sencillamente no existen.

Médicos responsables de centros de salud y regiones sanitarias se quejan del poco equipamiento bionecesario para protección personal por su contacto directo con los infectados que necesariamente y por la velocidad de propagación del virus que es altamente contagioso y letal en muchos casos es indispensable para todo aquel que está en primera línea de combate en centros de salud, hospitales y también para bomberos, socorristas, personal de aseo, periodistas y todo aquel que presta servicios al público en el sector oficial y privado.

Según la parte oficial se han destinado miles de millones de lempiras para reforzar el sector salud y repartir alimentos a los más necesitados y dotar del equipo médico necesario, equipo de bioseguridad, de descontaminación y los medicamentos eficaces e indispensables, en fin que en el país no falta nada y todo suena a que en Honduras se vence al COVID-19 todos los días a pesar de que según SINAGER el número de muertos ya casi supera al de recuperados, mientras el de contagiados aumenta exponencialmente, especialmente por la incredulidad de ciertos sectores de la población que salen indiscriminadamente a las calles sin protección alguna en busca de medios para sobrevivir día a día.

En varios programas de radio y televisión médicos responsables de centros y regiones de salud se quejan de que varios de sus colegas, enfermaras auxiliares y licenciadas en enfermería se encuentran contaminados por la falta de equipo biomédico que los proteja de las secreciones que emiten los pacientes de COVID-19, a los que no pueden negarse a atender y dejarlos morir por falta de asistencia, por lo que muchos de ellos hasta lloran de la impotencia, ya que pese a sus esfuerzos no pueden evitar la muerte de algunos pacientes por la falta de medicamentos.

El domingo pasado un médico denunció que el famoso coctel CATRACHO inventado por un médico hondureño en Estados Unidos y que el gobierno de Juan Orlando Hernández anunció que traería en grandes cantidades y que consiste básicamente en tratar al paciente por etapas; en la fase inicial los principales síntomas son fiebre, tos y dificultad para respirar, los pacientes y contactos asintomáticos pueden hacerse lavados nasales con hipoclorito de sodio o gárgaras de sal; además, pueden tomar el antiparasitario Ivermectina para bajar la carga viral y evitar los contagios. Mientras tanto, cuando la persona ya tiene síntomas, el tratamiento consiste en una combinación de Hidroxicloroquina, Azitromicina y Zinc, en realidad, no existe en físico aun en varios centros de salud y hospitales del país.

El médico también se adhirió a las denuncias de otros de sus colegas que en programas anteriores denunciaron la negligencia y falta de cumplimiento a los derechos de los funcionarios de las autoridades del Ministerio de Salud y especialmente de quien debe ordenar el abastecimiento de medicamentos a los centros de salud y hospitales, por haber dejado vencer 50,000 dosis de hidroxicloroquina que fueron donadas por organismos internacionales con los que se pudo haber salvado la vida de muchos o quizá de todos los que perecieron por COVID-19.

La pandemia ha servido para demostrar también que la corrupción campea por sus fueros en todo el sistema oficial, que es como una bolsa de pus que por donde se apriete expulsa pudrición y que dejará al final, además de muchos muertos nuevos ricos, porque la inescrupulucidad está a la orden del día ante la aparición de jugosos negocios en todos los rubros necesarios e indispensables para el combate de la enfermedad, que según el gobierno llegó para quedarse y hay que aprender a convivir con ella, cambiando radicalmente nuestras costumbres sociales.

Los inescrupulosos funcionarios de los organismos creados supuestamente para combatir la emergencia, han hecho compras sobrevaloradas de equipos equivocados e incompletos, que ni siquiera se han atrevido a regresar a los proveedores, e incluso han habido denuncias de presiones al sector privado que quiere abrir sus negocios cuanto antes posible, para que le compre al gobierno mascarillas y otro equipo biomédico a cambio de otorgarle el permiso para entrar nuevamente en funcionamiento.

El gobierno ha dicho que ha brindado alimentación a miles de personas necesitadas de la misma, en sacos con provisión suficiente para la supervivencia de una familia por 15 días y que la misma ha sido entregada sin discriminación política alguna, pero las denuncias de la población son constantes de que solo los activistas nacionalistas y conforme al censo del partido se les ha beneficiado con las denominadas bolsas solidarias, y que las mismas solo contienen una libra de arroz, una de frijoles, media de manteca, una barra de jabón, una libra de azúcar, media libra de sal y media libra de espaguetis. Y entonces dónde está la danza de millones que el gobierno baila todos los días.

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