Tufo a civil

MA
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19 de mayo de 2020
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01:02 am
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Tufo a civil

Boris Zelaya Rubí

Hace muchos años, cuando las Fuerzas Armadas ostentaban el poder absoluto, en la famosa Escuela Militar Francisco Morazán, como parte de la enseñanza a los que lograban ingresar, les hacían una especie de lavado de cerebro. Los recibían con todo y sus maletas al “lomo”, obligándolos a dar vueltas por todo el patio principal, hasta que algunos por falta de práctica se desmayaban. Los cadetes que los recibían les gritaban ¡arriba mariquitas! Vamos a quitarles ese “tufo a civil”.

Nadie quería estar cerca de ellos en algún bar o restaurante, porque el que entablaba plática con alguno, tenía que darle la razón en todo, de lo contrario se exponía a ser golpeado o expulsado por los guardaespaldas. Ahora los tiempos han cambiado, no existe el reclutamiento obligatorio, además de ser así, las escuelas militares se convertirían en reformatorios, porque las famosas “maras” a los jóvenes, desde los doce años los reclutan como “banderas” o “vigilantes” en sus operaciones de asaltos y extorsiones.

En estos momentos de pandemia las fuerzas militares se han convertido en héroes nacionales, arriesgando sus vidas al llevarles comida a los ciudadanos hasta las puertas de sus viviendas, y obligándolos por su propia seguridad para que cuando se les permita salir, usen su mascarilla protectora.
Hace unos pocos días subieron a las redes informativas, un video de un soldado (20 años), bailando una pieza de las que están de moda en la juventud, acto que le costó la baja deshonrosa, y un repudio de la sociedad a la institución militar por ser tan drástica. Todos creemos que no deben abandonar su vigilancia ni por un minuto, pero sin estar en guerra la sanción pudo haber sido de una semana en el calabozo. Esta acción nos hace recordar los tiempos en que “tenían que votar el tufo a civiles”.

En algunas ocasiones fuimos de invitados a la casa del que fuera nuestro gran amigo, el coronel César Elvir Sierra (Q.D.D.G.), quien siempre se comportó como un gran anfitrión, tenía unos tres o cuatro invitados más, uno de ellos era el doctor Ramón Custodio. Cuando ambos se enfrascaban en alguna polémica por asuntos ideológicos, el debate se convertía en una enriquecedora experiencia, porque los dos fueron partícipes de momentos históricos.

En más de una ocasión llegaban de visita militares de aquellos que fueron parte de la dirección del país con algún dictador, por cierto, que con ellos la situación se volvía incómoda, eran herederos de la formación aquella que los “civilones” debían guardarles pleitesía, y mantenían una postura imperturbable, sin mover un músculo de sus caras porque una sonrisa o una manifestación afable era en contra de su estatus militar ¡odio al civil!
En estos momentos que el pueblo ha olvidado aquellos tiempos en que no se podía hablar libremente porque había los llamados “orejas” por cualquier lado, motoristas, meseros y más de algún lamebotas o sobalevas, deberían seguir ganándose el cariño del pueblo, que al final es a quien se deben.

El soldado que demostró que es un ser humano como todos los de su edad, le cortaron su carrera militar ¿por no reflejar una cara de bulldog próximo al ataque? ¡Todos somos soldados de la patria! Lo demostramos cuando la guerra con El Salvador, y más ahora unidos contra la pandemia que más muertos ha ocasionado a nivel mundial. ¡Honor, lealtad y sacrificio! En beneficio del pueblo que debe verlos como sus guardianes y no como enemigos.
De rodillas solo para orar a Dios.

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