Tiempos del miedo, y la ira

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22 de mayo de 2020
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12:25 am
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Tiempos del miedo, y la ira

Por: Juan Ramon Martínez

Vivimos tiempos anormales. En el que el sistema democrático está amenazado. El único antecedente, es el de la República Romana, que ante una crisis el Senado nombraba un dictador, como fórmula transitoria. Una vez superada, volvía la normalidad. Un ejemplo de deterioro de las instituciones, lo encontramos aquí, al estudiar cómo la crisis capitalista de 1929, afectó al gobierno de Mejía Colindres: primero animó el levantamiento de Gregorio Ferrera en 1931; después, el mayor brote de delincuencia particular del siglo XX y al final, el triunfo –dudoso, según Contreras– de Carías Andino. Y justificado en la búsqueda de la paz, en la que el pueblo, –bajo el miedo–, prefirió renunciar a la libertad, estableció la dictadura históricamente más larga, desde 1936 hasta 1949. En Alemania, apareció Hitler, sobre las ruinas del sistema democrático, amenazado por el comunismo y la inestabilidad. Caído el eje alemán en 1945, occidente siguió a la democracia y el respeto de las cuatro libertades del Atlántico que favorecía los sistemas participativos. En tanto que, en el este europeo, la Unión Soviética, estableció las dictaduras, suprimió los partidos adversarios, para “defender” al socialismo.

Marx hablaba de un fantasma que aterrorizaba al mundo en 1848. Ahora, no es ningún fantasma; se nos dice que, –sino obedecemos–, perderemos la vida. De nuevo el miedo, vuelve a usarse para justificar excesos, violaciones a la ley, suprimir elecciones y posiblemente establecer gobiernos autoritarios. Hasta Trump ha dicho sin meditarlo, que podría gobernar 13 años más, cuando la Constitución de Estados Unidos lo prohíbe. Aquí, algunos irresponsables, hablan de suprimir las elecciones internas, cuyo financiamiento formalmente es para los partidos políticos; pero se queda en un 80% en los grandes medios televisivos. Y no faltan los que imaginan que, solo bastará un rebrote, inventando muertos sin nombre, para suspender las garantías y suprimir las elecciones generales de noviembre del 2021.

Tiempos del miedo, y la ira

La cuestión real es que, el miedo no es duradero. Hasta ahora, sabemos que el virus no solo amenaza la salud de las personas, sino que socaba la democracia y destruye la economía. Y que no se puede mantener encerrada toda la población, –todo el tiempo–, porque sin trabajo, los pobres se volverán más pobres y junto a la clase media, como en el 2009, se levantarán en contra del gobierno. Y cuando se dice que viene el lobo y no viene, se pierde credibilidad y el régimen destruye su base de sustentación. Una economía paralizada, es la mayor fuente de inestabilidad. Por ello, más que los médicos dirigidos por la OMS, que ha demostrado su incompetencia, –son más burócratas ideologizados que científicos– provocando más muertes con sus protocolos improvisados más que el virus mismo, no deben dirigir al país. Como en casi todas partes, deben hacerlo los gobernantes, con la vigilancia de la oposición, de forma que no se prolongue el miedo que puede provocar la ira y la violencia de la población. Como dice el filósofo sud coreano Byung-Chul Han (La desaparición de los rituales, Herder, Madrid), “el coronavirus no es democrático. Ataca de acuerdo al estatus social”. Y “pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen basura”. Pero lo más grave, sigue diciendo Chul Han, “la pandemia no sustenta la democracia. El miedo alimenta a los autócratas. En las crisis, las personas vuelven a buscar líderes”. “Algunos se benefician, como el húngaro Orban que, declara estado de emergencia, convirtiéndolo en normal”. Por la propaganda, “sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vivas, se emplearán para prolongar la vida”. Y “para ello, sacrificaremos todo. Y aceptaremos, sin condicionamiento la limitación de los derechos, incluso prohibiéndonos los servicios religiosos. Y la narrativa de la resurrección, dará paso a la ideología de la salud y de la supervivencia. Ante el virus, la creencia se convierte en una farsa”. Entienden esto los políticos democráticos, el Presidente Hernández, Oliva, Evelio Reyes, Cardenal Rodríguez, Peñalba y Garachana? Lo ignoro.

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