Las valiosas lecciones aprendidas por Corea del Sur durante la lucha contra el COVID-19

ZV
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23 de mayo de 2020
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04:00 am
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Las valiosas lecciones aprendidas por Corea del Sur durante la lucha contra el COVID-19

Actualmente, todos los países de la comunidad internacional, incluidos la República de Corea y la República de Honduras, están luchando en una “guerra” contra un virus letal y anómalo para proteger la vida de los ciudadanos y minimizar el daño económico.

La “guerra” del COVID-19 en Corea del Sur comenzó el 20 de enero, dos meses antes de que llegara a Honduras, y me gustaría compartir con los lectores hondureños las importantes lecciones que aprendió Corea a través del COVID-19.

Dado al frecuente turismo y a la proximidad geográfica entre Corea del Sur y China (donde inició el COVID-19 en diciembre del 2019), el número de casos positivos aumentó rápidamente desde que apareció por primera vez.

El número más alto de pacientes confirmados por día fue 909 casos el 29 de febrero del 2020. Sin embargo, gracias a la rápida respuesta del gobierno coreano y la cooperación de los ciudadanos, el número de pacientes disminuyó a dos dígitos el 15 de marzo y finalmente llegó a un dígito el 19 de abril. Como resultado, el número promedio de pacientes confirmados en la primera semana de mayo disminuyó a 6.4 personas.

Según las estadísticas del 12 de mayo, el número total de pacientes con COVID-19 fue de 10,936 y el número de muertes de 258, lo que significa que la tasa de mortalidad en Corea del Sur se mantiene en 2.35%, una tasa muy baja en comparación con el promedio global.

Corea consiguió controlar la dura “guerra” contra el COVID-19, que duró aproximadamente cuatro meses, y aunque hay muchos factores que llevaron a Corea al éxito, me gustaría destacar los tres puntos más importantes.

En primer lugar, considerando que el virus tiene una alta transmisión de infección y presenta muchos casos asintomáticos, el gobierno priorizó la detección temprana, el aislamiento y el tratamiento de pacientes infectados a través de la práctica de pruebas de diagnóstico proactivas. En particular, durante el período pico de propagación de la epidemia, se practicaron a diario 20,000 pruebas de COVID-19 para una temprana detección de pacientes, realizándose autoaislamientos y hospitalizaciones de acuerdo con los síntomas.

No solo se les practicaban las pruebas a los casos sospechosos, sino también a las personas que estuvieron en contacto con ellos. Dentro de la medida permitida por las leyes pertinentes promulgadas tras la epidemia de MERS del 2015 en Corea, las autoridades pueden verificar la ruta que tomó la persona contagiada a través del uso de su tarjeta de crédito, cámaras en tiempo real, ubicación de teléfonos, entre otros. De forma anónima se divulga solo la ruta del contagiado para que todos los ciudadanos puedan verlo y acudir a recibir una prueba de diagnóstico si estuvieron por la misma zona. De ser necesario, se cerraban por completo los lugares visitados por el contagiado.

En segundo lugar, el gobierno coreano se ganó la confianza de sus ciudadanos al mostrar transparencia en la información sobre las actualizaciones de casos y políticas gubernamentales. Publicaban todos los días el número de los nuevos casos confirmados, número de pruebas realizadas, la distribución por región de los casos confirmados, vinculación epidemiológica, número de pacientes en autoaislamiento, número de recuperados, entre otras estadísticas, para obtener la participación de los ciudadanos.

En tercer lugar, la participación voluntaria de los ciudadanos tuvo un papel importante en la reducción de la propagación del COVID-19. Las personas cuidaban su higiene personal, usaban máscaras, se lavaban las manos constantemente y se auto-aislaban manteniendo la distancia social voluntariamente durante dos semanas cuando sospechaban síntomas del COVID-19. Además, en las áreas donde se concentraban altos números de contagios, se presentaron grupos de voluntarios y ciudadanos como las exenfermeras, quienes apoyaron mucho en la superación de la crisis por COVID-19.

Corea tiene alrededor de 100,000 km2 (70% montañoso) con una población de 51 millones de habitantes. El 92% de la población vive en la ciudad, que ocupa un 17% del país. La densidad de población es de 505/km2, representando el tercer país más poblado por kilómetro cuadrado. Esto significa que el entorno es muy vulnerable a los virus, como el COVID-19 que tiene una alta tasa de contagio.

La participación activa y voluntaria de los ciudadanos en mantener la distancia social fue esencial para suprimir el virus.

Tras el éxito de control del COVID-19 en Corea del Sur, el gobierno coreano no atrasó las elecciones de la Asamblea Nacional y las llevó a cabo en la fecha programada el día 15 de abril del 2020. Veintinueve millones de personas asistieron a votar usando mascarillas, guantes desechables, manteniendo distancia de 1 metro o más y se realizaron controles de fiebre usando termómetros sin contacto. Hasta el 10 de mayo, no hubo casos confirmados de personas que asistieron a las elecciones.

Además, en el pico de la propagación de la enfermedad del COVID-19, Corea mantuvo libertad de movilización y una forma de vida relativamente normal sin ninguna restricción social a gran escala, como un cierre total de una ciudad o prohibición de circulación.

El éxito que tuvo Corea del Sur con el COVID-19 demuestra que el virus es controlable si se toman las medidas correctas, tal como aumentar el número de pruebas de diagnóstico para una detección temprana, auto-aislamiento y un mantenimiento de distancia social voluntaria por parte de los ciudadanos. Aunque parezca difícil introducir en Honduras las diversas políticas de salud que implementó Corea del Sur en respuesta al COVID-19, ya que las condiciones sociales y condiciones médicas son diferentes, se está estandarizando mundialmente el sistema de clínicas de detección de COVID-19 (ambos walk-through y drive-through), por lo que se podría considerar aplicarlo en Honduras también. Además, opino que el distanciamiento social en la que están participando activamente los ciudadanos hondureños, contribuirá a la restricción de la propagación del COVID-19.

Finalmente, la embajada de Corea está coordinando con la Secretaría de Salud de Honduras una donación que proporcionará suministros médicos de un valor de $300,000 para apoyar a Honduras para superar la crisis del COVID-19. También en los meses de abril y mayo, la embajada de la República de Corea en cooperación con la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA) realizó donaciones de suministros médicos para la protección del personal en los hospitales designados para el COVID-19, al Instituto Nacional Cardiopulmonar Tórax en Tegucigalpa y al Hospital Leonardo Martínez en San Pedro Sula. Además estamos trabajando estrechamente con organizaciones relacionadas al fortalecimiento de capacidades de seguridad pública para diferentes comunidades como Santa Rosa de Copán y Copán Ruinas entre otras.

Nuestra embajada continuará apoyando a Honduras para poder vencer el COVID-19, compartiremos nuestras experiencias, intercambiaremos conocimiento, ofreceremos recomendaciones, ayuda humanitaria y más apoyo, en todo lo que podamos.

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