Jorge Medina García, Premio Nacional 2019: “Con Roberto Sosa aprendí que la literatura es un arma de percusión”

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24 de mayo de 2020
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12:16 am
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Jorge Medina García, Premio Nacional 2019: “Con Roberto Sosa aprendí que la literatura es un arma de percusión”

Por: Juan Ramón Martínez

1.- Muchos se preguntan quién es Jorge Medina, donde nace, quienes son sus padres, que estudios ha realizado, con quien se casó, cuantas hijas tienes y el número de nietos. ¿Puedes hacerme una biografía del último Premio Nacional de Literatura de Honduras?

Jorge Medina García es un individuo que habiendo nacido un 24 de Abril de 1948 en Olanchito, Yoro, de la unión de Feliciana García, olanchitense, y el yoreño Fausto Medina y Medina, se crio en la ciudad de Yoro con su abuela Concepción Medina, desde los seis meses hasta su madurez, estudiando allí el nivel primario y el Ciclo Común, para obtener después el título de Maestro en Educación Primaria en la Escuela Normal de Varones de Tegucigalpa y posteriormente el de Letras españolas en la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”, Alguien que trabajó más de treinta años en la docencia, que ha sido Alcalde Municipal, Director departamental de RNP, locutor radial, vendedor de libros, micro criador de perros, ovejos y bovinos, avicultor, agricultor, etc. y se ha dado maña, en los intersticios de estas ocupaciones, como un pájaro que elabora el nido donde ha de vivir, para asumir su oficio de escritor y fraguar calladamente y sin aspavientos, los poemas, cuentos y novelas que en mayor o menor medida han salido a la luz.

Se casó con la Profa. Dora Rojas Galdámez, con quien procreó cinco hijas, todas, ahora, profesionales de las ciencias médicas y que, exceptuando una, le han proveído gozosamente de cinco nietas y un nieto.

2. Como fue tu incursión en la novela? ¿No recalaste inicialmente en el cuento para después escribir novela que, como tú sabes mejor que yo, requiere más aliento, más disciplina y más recursos? Puedes señalar un itinerario de tu labor literaria, indicando obra, año de escritura y fecha de publicación, incluyendo por supuesto hasta los proyectos fallidos o los que están en hibernación.

Editorial Guaymuras, en 1989, publicó mi primer libro de cuentos “Pudimos haber llegado más lejos” que gracias al favor de la crítica fue muy exitoso. Mi intención primera, fue continuar esa línea. Por eso seguí escribiendo otros cuatro o cinco cuentos más para conformar otro, pero al ir releyéndolos me enteré de que si hacía algunos cambios, uno podría ser perfectamente la continuación del otro, como capítulos de un mismo texto o eslabones de una misma cadena y así estructurada nació mi primera novela que llamé “Cenizas en la memoria” y se publicó hasta 1994, porque como bien dices, es género que requiere más disciplina y concentración y porque había entendido yo, que los libros en serie, esos que se montan y desmontan como si salieran de una fábrica, difícilmente obtienen la calidad esperada.

No causó este libro el revuelo del primero; ni logró las ediciones y reimpresiones de aquel, pero me enseñó un camino y obtuvo el premio de tres ediciones agotadas.

Sobre el resto diré que no tengo un itinerario escritural y a excepción del tercer libro, que fue un caso especial, escribo simplemente cuando me siento en vena.

En una idea que me pareció descollante, el entonces Ministro de Cultura, Rodolfo Pastor Fasquelle, implementó la modalidad de pre pagar determinada cantidad de dinero a un escritor confiable, para que, sin preocupaciones terrenales, escribiera una obra que, si lo ameritaba, sería publicada.

Por mediación de Roberto Sosa, conocí dicho ministro, cuando visitaba Yoro en ocasión de su Feria Patronal y resulté, después, afortunadamente seleccionado. Entonces, habiéndome entregado (no recuerdo si antes o después) L 25,000.00, como pago total, me trasladé a San Pedro Sula y me instalé en casa de mi hermano, Salvador Espinoza, quien me facilitó una máquina de escribir eléctrica y una habitación con aire acondicionado de la que no salí mucho hasta dar por concluida “Desafinada serenata”, casi dos meses después.

Luego ocurrió algo que hasta ahora relato: En el sitio donde esa Secretaría tenía su aparato editorial, sin conocer causa, me boicotearon el libro. Revisé y enmendé las pruebas muchísimas veces. Había errores garrafales de todo tipo que se contaban de página a página. Dónde decía, por ejemplo, “plaga consumista” alguien ponía “plaga comunista” y así iba la cosa mientras, pacientemente, yo corregía y obtenía “seguridades” casi siempre fallidas, de que todo iría bien.

No acudí al ministro porque detesto mal informar personas y al final se publicó, mal encuadernado y con algunas erratas de recuerdo. Sin embargo, el cuento que da título al libro, volviese uno de los más antologados del país, fue muy traducido, y divulgado hasta en la Revista de Copa Airlines, que pagó por hacerlo.

Escribí; Pudimos haber llegado más lejos. Cuentos. (1989) / Cenizas en la memoria. Novela. (1994 / Desafinada Serenata. Cuentos. (2000) / La dignidad de los escombros. Cuentos. (2002) / Un paesse in affito. Cuentos traducidos al italiano (Edizione Goreé, Pisa. 2006) / La oscuridad nuestra de cada día. Cuentos (2007) / Memorial del blasfemo Novela. (2011) / Lluvia de cuentos infantiles. (2014) / El viento que sopla los carbones apagados del amor. Novela. (2014). / Los versos adversos. Poemario. (2016) / Las relaciones inhumanas. Cuentos. (2017) / Últimos cuentos y últimos poemas. (2017. Próximamente Editorial Guaymuras publicará “El amor es una golondrina de verano”, mi nuevo libro de cuentos.

3. Más de algún novelista o critico que, según Carlos Fuentes, ninguno tiene una estatua siquiera en ninguna plaza del mundo porque muy pocos los quieren, ha dicho que los novelistas se clasifican en dos grandes grupos los intuitivos (García Márquez es un ejemplo) y artesanales o relojeros, como es el caso de Vargas Llosa que, como un arquitecto, hace un diseño, prefigura las historias, define los personajes y los echa a andar. ¿Entre estos, en que grupo incluirías a Jorge Medina García?

Lo incluiría entre los primeros. Al escribir parto de una imagen o de un personaje, sin saber dónde me llevará la una o qué diablos hará el otro. Luego esquematizo un poco las circunstancias y como decimos en Yoro “En el camino arreglamos las cargas”.

4- Varios autores son cronistas de la realidad en las que ellos apenas se notan. Otros, mas exagerados dicen – es inevitable señalar otra vez a García Márquez – que ellos son los notarios que describen lo que la realidad les dicta, que no inventan nada. Sin embargo, Vargas Llosa dice que los novelistas son inventores de la realidad, constructores de mundos nuevos, inexistentes e inimaginables. ¿Dónde te sitúas?

En este sentido, soy ecléctico. Tomo parte del entorno físico y social que me rodea, lo incorporo a la novela y sobre eso construyo otro mundo, quizás más idealizado, que termina convirtiéndose en una nueva realidad, distinta, pero afín con la primera.

5. Quieres contarnos en qué momento supiste que ibas a ser novelista? ¿Hubo algún hecho en particular en tu vida personal o alguna lectura que te hizo descubrir que tú, además de profesor, ibas a escribir novelas en Honduras?

Lo ignoro. Lo que es cierto es que todo buen lector, siente la necesidad de escribir tarde o temprano, y yo me convertí pronto en lector. A los doce años había leído el Conde de Montecristo, Las Mil y unas noches, Los tres Mosqueteros y una infinidad de comics y novelitas vaqueras de Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane, Keith Luger y otros y a los trece ya encaraba el libro que pudiera conseguir, fueran El amor, las mujeres y la muerte de Schopenhauer o las noveletas de José María Vargas Vila. Después me dieron ganas de escribir, primero para ridiculizar algunos condiscípulos y luego por placer. Entendí más cuando conocí a Roberto Sosa.

6. ¿De todas tus novelas, cual es la que te ha dado más trabajo, cual fue la razón y como enfrentaste la tentación de tirarla al cesto de la basura?

Fue “Romance del Secuestrado”, con ella participé y gané el Certamen del Premio Único de Novela Corta Centroamericana, y hoy lleva por título “El viento que sopla los carbones apagados del amor”. Cuando estaba a punto de acabarla, una impericia me hizo tocar teclas del ordenador que la borraron para siempre. Los entendidos de la localidad se esforzaron en recuperarla, pero fue en vano. Pasé por momentos de mucha depresión y hasta anduve por ahí, emborrachándome de coraje, un par de días,
Luego recordé que andaba otro disco duro en la cabeza y la reescribí.

7. Esta es una pregunta inevitable: ¿cuáles son tus influencias literarias, cuando dejaste de imitar a los autores que más te impresionaron y en qué momentos, los hiciste a un lado y descubriste un estilo propio y solamente tuyo?

Cuando joven, imitaba a Vargas Vila, pero cuando conocí ese peligro, nunca intenté emular a nadie de manera consciente. Al contrario, luché permanentemente para evitarlo. Principalmente al peor de todos, Gabriel García Márquez, cuyo estilo fluido y pegajoso se nos pegaba a todos como una garrapata. Dejé de releer sus obras, hasta el sol de hoy.

Jorge Medina García, Premio Nacional 2019: “Con Roberto Sosa aprendí que la literatura es un arma de percusión”

Obviamente deben existir influjos en mis modestos escritos porque admiro la obra de muchos escritores: Greene, Steimbeck, Saramago, Borges, Dickens, Conrad, Bernhard, Cortázar, Octavio Paz y muchos más, pero eso es inevitable. Siempre nos influimos los unos con los otros.

8. Soy de los que creo que la peor profesión para un novelista es la de profesor, especialmente en Honduras, donde la escolástica vigente, hace del profesor un policía del alumno que lo examina, lo califica y le enseña el camino. O les amarga la vida a sus mejores prospectos, especialmente literarios. ¿Cómo tú has podido combinar la profesión magisterial y la producción literaria?

Ahora que lo pienso, es cierto lo que dices. Quizás yo sea una excepción, porque no trabajé la docencia de manera lineal. Yo abandonaba esos trabajos cuando, por ejemplo, el cacique del lugar requería mis servicios en activismos partidarios o la Directora del centro pretendía obligarme a aceptar los oficios de un pastor evangélico en los sábados cívicos. Eso me valió muchas expulsiones del servicio y yo tranquilamente me dedicaba a buscar otros horizontes para trabajar e incluso para escribir.

9. De acuerdo a los dos oficios que has podido diferenciar: profesor, creador y lector, cual sería a tu juicio el canon de las mejores veinte novelas escritas en Honduras. Desde Angelina de Gutiérrez– que muchos creen que no es novela, contrariando las tesis de Arturo Alvarado — pasando por Adriana y Margarita de Lucila Gamero de Medina, Amaya Amador, Marcos Carias Zapata, Roberto Castillo, Kalton Brulh, Nery Gaitan, hasta los jóvenes novelistas como Geovani Rodríguez, premio de Novela de la Editorial Universitaria de la UNAH?

No me atrevería. Los que mencionas, quizás, por razones históricas y por falta de candidatos. Me suenan nombres como Galel, Quesada, Prieto, Martínez, Indiano, Bruhl y Campos por mencionar algunos. Pero de Giovanni Rodríguez, Bruhl y Galel he leído una sola novela. De Roberto y Susana, ninguna. Tampoco he visto una novela tuya. No se crea un canon así. No nos aparece un Rulfo todavía. Julio Escoto, debe estar allí y tal vez Castillo, pero elaborar una lista de veinte novelistas para un canon, no puedo. Éstos listados suelen ser discutibles y sesgados. Será tarea que dejaremos pendiente.

10. La pregunta es inevitable, cual es el papel que desempeña Julio Escoto en la narrativa nacional, en términos de profesionalismo y visiones globales de las historias narradas, especialmente el uso de acontecimientos ocurridos en el país?

Julio es una figura señera de nuestra literatura. Podría decir que, actualmente, es el escritor más importante que tenemos en el género novelístico. Sus herramientas literarias son vastas y eficaces. Su visión holística, certera y su amor por la cultura nacional, indiscutible.

11. Hace algunos años, el peruano Luis Alberto Sánchez. dijo que América Latina era una novela sin novelistas. Este criterio se puede aplicar a Honduras y en caso afirmativo cuales serían las razones.

Lo primero es una falacia, pero lo segundo es cierto. Raramente encontramos aquí novelistas con más de tres novelas. La causa que se me ocurre es la ausencia de incentivos y de promoción intensiva y, como tampoco tenemos lectores, no hay una motivación y un esfuerzo sostenido para producirlas. Los que escribimos novelas somos tan soñadores como el hidalgo de La Mancha y, por ende, vivimos acomplejados y no nos da siquiera por enviar nuestros trabajos a certámenes de calidad. Todo esto, sin considerar que en esos eventos también se cuecen habas.

12. El salvadoreño Luis Mixco, a disgusto de Sergio Ramírez que no comparte la expresión, dijo que Honduras era en términos literarios la cenicienta de Centroamérica. Esto lo escribió en un artículo publicado en la edición digital de El País, de Madrid. España. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Tiene mucho que ver con la respuesta anterior. Es posible que sea cierto, por eso mismo, Necesitamos una Revolución Cultural y un Gobierno diferente al actual.

13. En Honduras son más famosos y premiados en el exterior, los poetas que los narradores. Tú fuiste amigo de Roberto Sosa. ¿Cuál es tu opinión sobre el cómo ser humano, en la intimidad en que las máscaras se abandonan, y se muestran las personas como son?

Es que los poetas son muchos. Y temerarios. Roberto, más allá de su hermosa y cáustica poesía, era un hombre de bien, un ser generoso y sencillo, hijo extraordinario, sumamente amoroso con sus seres cercanos, alguien que conocía perfectamente su lugar entre los desheredados del mundo y escribía por y para ellos. Con él caminamos la sencilla ruta de la amistad desinteresada. Fue quien se interesó en publicar mis primeros cuentos y sacarme del anonimato donde suelo refugiarme. Me motivó y despertó en mí el hábito de escribir como una necesidad orgánica. Creyó en mi capacidad literaria y un día profético, a la altura de mi tercer libro y encarando mi incredulidad, dijo que un día yo tendría el Premio Nacional de Literatura. Por él conocí mucha de la gente espléndida que en este ambiente es obligatorio conocer. Y entendí la literatura como un arma de percusión. Solo basta decir que fui privilegiado con su amistad.

14.- Una pregunta personal para terminar, porque Jorge Medina se ha quedado en Yoro, aislado y casi sin relaciones, con visitas esporádicas, casi clandestinas a Tegucigalpa? ¿Qué tiene de particular esta ciudad además de contar entre sus vecinos a unos de los mejores narradores hondureños y la lluvia de peces? ¿Cuál es la razón para que te hayas aislado tanto del mundo cultural hondureño donde tienes un lugar influyente y, además, una tarea promocional que tienes la obligación que cumplir?
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En realidad, en Yoro me siento a salvo. Soy muy huraño. Eludo las presentaciones de libros, los conversatorios, las comparecencias televisivas y ese modo de vida socioliterario. Podría vivir en cualquiera de nuestras grandes ciudades o incluso en el exterior, donde viven tres de mis hijas, pero prefiero al viejo Yoro. Aquí están sepultados mis mayores y a flor de piel las calles y veredas que recorrió mi infancia y mi juventud, las montañas que han aromado mis pulmones. De aquí parte todo. Lo que escribo y lo que siento. Los amores profundos y las tristezas infinitas.

15. ¿Algo más que quieras agregar, Jorge Medina?

Solo agradecer tu gentileza personal y el honor que la Academia hondureña de la Lengua que dignamente presides, me hizo al postular mi candidatura al Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” del año pasado.

Tegucigalpa, mayo 14 del 2020   

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