Mauricio Oliva, un largo camino

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26 de mayo de 2020
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12:09 am
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Mauricio Oliva, un largo camino

Juan Ramon Martínez

El hombre es un animal político, decía Aristóteles. Otros han definido la política como el arte de lo posible y los teóricos católicos la justifican como la vía para la construcción del bien común. Entendido, como el conjunto de condiciones que hacen posible que todos, sin distinción, consigan sus objetivos personales y grupales, sin atropellar los derechos y oportunidades de los demás. Por supuesto, no todos hacen lo políticamente correcto. Hay los que destruyen la libertad, degradan la dignidad humana, destruyen la unidad nacional y comprometen el bienestar general.

Como la política es una actividad humana, en la que los grupos, deliberan, discuten e incluso disputan, sobre la forma idónea para resolver dificultades, impulsar el crecimiento y aumentar el prestigio de la nación que se trate, es –posiblemente después del sacerdocio– la actividad más noble que puede realizar un ser humano. Por ello es que entre política y crisis –llámese sequía, inundación, hambruna, pandemia o guerra– hay una relación en la que aquella, ocupa el primer lugar. Es decir que la política es la solución para enfrentar las crisis y las dificultades, en razón de lo cual, no tiene lógica renunciar a ella en tiempos de dificultades como las que atravesamos. Todo lo contrario. Hay momentos en que la política convoca a la unidad y en otros en que la política, al favorecer la polarización, produce pobreza, debilidad e incluso provoca la destrucción de las naciones.

En este momento, nadie puede negar que se está haciendo política en Honduras. El gobernante quiere hacer las cosas bien, para asegurar el respaldo de la opinión pública. Los políticos que dentro de su partido quieren sucederle, –en vista de su renuncia explícita a no reelegirse–, también están haciendo política. Y los grupos de la oposición, de la misma manera, lo están haciendo también. Algunos colaborando; otros criticando e incluso algunos recurriendo a prácticas que solo son propias del subdesarrollo: regalar alcohol, entregar comida a los hambrientos e incluso, regalar gallinas culecas que han perdido la capacidad de poner huevos.

Oliva, en el Partido Nacional, encabeza el pelotón por la candidatura presidencial de este partido. La adhesión de Álvarez –que no aporta gran caudal; pero sí una figura de un batallador activista apasionado de la política– y el apoyo de Castillo, que carece de base porque Callejas es un hecho políticamente olvidado por las nuevas generaciones, confirma que el presidente del Congreso es un hombre que convoca a la unidad. Y que, si sigue por ese camino, aunque los grupos que rodean a JOH, no le vean con simpatía porque ellos se consideran sus naturales sucesores, los nacionalistas que les interesa más que a nadie mantenerse en el poder por un cuarto período más, inédito en la historia, no tendrán otra que, disciplinadamente, colocarse tras de Oliva. Y apoyarle para que sea presidente de Honduras.

Mauricio Oliva, un largo camino

Tiene la dificultad de cargar con los errores, disgustos y enconos que JOH provoca entre la sociedad. 8 años de gobierno, incomodan a cualquier sociedad. Además, la legitimidad del último período de JOH, despertará nuevamente fuertes pasiones. Ello no significa que, para la candidatura y la presidencia, tenga que romper con Hernández Alvarado. Oswaldo Ramos perdió por amenazar a Callejas. Pineda Ponce, por haber provocado el disgusto de Flores. Concluyendo, Oliva, tiene que asegurar tres cosas. La primera no amenazar a JOH, ofreciéndole garantías de obligado apoyo y protección. JOH, tiene intactas las bases del poder cooperativo real: ejército, policía, empresarios, medios de comunicación, evangélicos y jóvenes burócratas que les interesa mucho el poder. Segundo, unificar al PN, cosa más fácil que en el liberalismo, porque los “cachurecos” son más disciplinados y menos díscolos que los liberales. Atraer a Pepe Lobo y a Asfura servirá para convencer a los jóvenes que rodean a JOH, que lo que interesa es el poder. Y tercero aprovechar las debilidades de la oposición, –que no tiene fuerza–, después de tres fracasos continuos. Evitando que se unan en su contra; o pactando con una parte de ella, a cambio de participación y protección por el gobierno para el líder de Libre. Zelaya, ahora callado, es el hombre que el PN ha usado para ganar las elecciones. Oliva deberá explorar esta posibilidad, porque Zelaya estabiliza cuando quiere, a cambio de protección que, necesita desesperadamente.

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