AC y DC

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28 de mayo de 2020
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01:11 am
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AC y DC

LA fregada con la integración son los gobiernos que prefieren andar juntos pero no revueltos y los que –afanosos por vender imagen internacional como cosa distinta de los demás– no quieren que los confundan con las caretas “cenicientas”, solo filiales a ellas por accidente geográfico. Así que, cuando alguno o algunos toman medidas unilaterales para sacar ventaja de cierta circunstancia o cuidar de sus particulares intereses, poco sirve apelar a la causa común de la integración si eso, hoy en día, es valor depreciado. Ya expusimos en otros artículos lo curioso de tantos brincos que pegan los vecinos cuando el terreno está tan parejo. Como ejemplos. Para no trabajar agarraditos de la mano el olvidado Plan Maestro de Manejo de las Aguas Compartidas del Golfo de Fonseca. Para no respetar el derecho a Honduras de su salida al mar Pacífico y su franja de soberanía en el océano. Pese a que le ampara una sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Y la inadmisibilidad de un recurso de revisión interpuesto por el gobierno salvadoreño sobre ese mismo tema fronterizo, poniendo punto final a cualquier reclamo.

Por eso de los gobiernos harina de otro costal, el tema migratorio, no puede ser abordado de manera conjunta, ya que no ha habido reuniones de jefes de Estado. SICA quedó como subforo de cancilleres, no para cónclaves al más alto nivel. Y el comandante sandinista se siente más ligado al Alba, como satélite de la revolución del siglo XXI, que al bloque centroamericano. Así las cosas, el gobierno tico dispuso el bloqueo fronterizo al transporte terrestre. La Federación de Cámaras y Asociaciones de Exportadores de Centroamérica y el Caribe renegó que “las restricciones de ingreso a transportistas limitan el comercio intrarregional y provocan pérdidas millonarias”. Como represalia Nicaragua levantó su cerco fronterizo. Como las trancas en las aduanas afectan a Honduras, el gobierno, citando el principio de correspondencia, limitó la estancia del transporte de matrícula costarricense en territorio hondureño. Sin embargo, el problema lejos de mejorar empeora. El gobierno tico sostiene que “el principal riesgo sanitario es el alto nivel de circulación del virus que existe en Nicaragua”. Reaccionando a las medidas tomadas por sus vecinos, transportistas nicaragüenses bloquearon los pasos fronterizos con Costa Rica para exigir al gobierno de ese país el levantamiento de las restricciones, alegando una fuerte afectación del comercio.

Más allá de las medidas unilaterales que toman los países en defensa de sus intereses, aquí este bestial cataclismo debe servir para crear conciencia que la pandemia lo cambió todo. Hay un AC, antes del coronavirus, y un DC, después del coronavirus. La crisis impone la necesidad de repensar estrategias. No pecar de ilusos. Idear un modelo económico que incentive la producción nacional. Apostándole a incrementar la oferta de bienes y de servicios en el país para satisfacer la demanda local. Para distribuir riqueza, bienestar colectivo y no repartir pobreza. Ahora que el país va a quedar desvencijado es preciso elevar el sentido de autoestima por lo propio. El orgullo por lo nuestro. Comprar lo esencial y la materia prima afuera, pero privilegiar lo nacional. Ya que aquí los alucinados prefieren ir a comprar afuera que adquirir lo hecho en casa, en desdeño del trabajo hondureño y de la generación de empleo local. Más que cualquier otra cosa, se ocupa un cambio en la mentalidad. En las actitudes y en las conductas. Para que haya luz después del eclipse.

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