DESINFORMACIÓN Y LA OMS/OPS

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30 de mayo de 2020
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01:20 am
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DESINFORMACIÓN Y LA OMS/OPS

“NO podemos ceder nuestros espacios virtuales a quienes trafican con mentiras, miedo y odio”, dijo el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, al presentar la iniciativa Verified, que busca combatir la información errónea relativa a la pandemia del coronavirus. Sin embargo, quién sabe si esa interesante propuesta haya llegado a las otras sucursales de Naciones Unidas. Aquí, una nota del Secretario General, publicada en la prensa, sobre una supuesta entrega de 85 mil pruebas a Honduras para el COVID-19, desató una furia de mensajes ponzoñosos de las chatarras de los chats y de los zombis hipnotizados en sus pantallas digitales que propagan zozobra por las redes sociales. Dicho sea de paso, dudamos que alguno de ellos aporte un comino en la lucha que libra toda Honduras contra el desplome económico y la amenaza de la enfermedad. Todo ese desprestigio a gente inocente pudo haberse atajado a tiempo si aquí la OMS/OPS, como se exige a todos las instituciones públicas nacionales –sepa Judas por qué no igual a las extranjeras– mantuviera un portal de transparencia.

DESINFORMACIÓN Y LA OMS/OPS

La responsabilidad de la encargada local sería la de colocar los datos sobre todos los insumos que les llegan, las donaciones efectuadas, lo que dan al país, dónde y a qué proveedores les compran. Y en este caso particular, la cantidad de pruebas recibidas por la organización de sus filiales en el exterior, o de cualquier otra fuente, e indicar, cantidades y fechas de cuándo se entregaron al gobierno. Como no hay ese inventario de datos en la web para buscar referencias, y al auditorio se le mantiene oculta información que debiese ser del dominio público, el periódico intentó comunicarse con la señora Piedad Huerta para indagar sobre el paradero de lo que –según el Secretario General de la ONU– “tengo entendido, la OMS/OPS, ha proporcionado directamente al Gobierno de Honduras, cebadores y sondas de PCR para un total de 85 mil pruebas, junto con enzimas RT y equipos de extracción de ARN”. Pero eso de obtener información de la señora –que ella debió salir a aclarar inmediatamente sin necesidad que le preguntaran– es tarea complicada. No recibe llamadas. Por medio de una asistente pide que le entreguen un cuestionario por escrito, sin apremio alguno, al lento transcurrir del tiempo, para dar una entrevista. Las cosas no se manejan así. La obligación de estos funcionarios internacionales es ofrecer información oportuna, inmediata, veraz, a la opinión pública, para evitar que la desinformación se propague. ¿Y no es eso lo que tratan de evitar, la confusión en la sociedad, por divulgación imprecisa, cuando lanzaron esa iniciativa “Verified”, del Secretario General? Nadie pone en duda la labor de la señora atendiendo otras responsabilidades sanitarias. Pero son impertinentes los filtros que coloca para dar una entrevista como lo complicado que resulta obtener noticia de interés colectivo.

La Cancillería explicó que “el gobierno no ha recibido esas 85 mil pruebas, solamente un total de 5,600; con la esperanza que las otras 80 mil sean las que están pendientes en Miami de entregar”. Al siguiente día el viceministro de Salud, como si no tuviera nada que ver en el enredo, confirmó a periodistas que “recibieron la donación para 85 mil pruebas, que ya está en resguardo, están en protección, lo tiene el Laboratorio Nacional de Virología, la diferencia es que esta es parte de todo un procedimiento de biología molecular; no son exactamente las pruebas sino los reactivos para hacer las pruebas, los kits de extracción y de otros productos que en número total de 85 mil, para procesar las pruebas que nosotros hemos adquirido”. En el embrollo, que no debió serlo, de haberse dado a tiempo la información precisa, se llevaron de encuentro la dignidad de la embajadora en Naciones Unidas, ya que la naturaleza pequeña de mucha gente sudando por redes sociales la fiebre de sus complejos, no repara en actos encomiables sino en lo miserable. Ella no hizo otra cosa –solidaria con sus compatriotas, sensible a las necesidades del pueblo hondureño y a la angustia que aflige en este momento– que solicitar al Secretario General de la ONU gestionar las herramientas suficientes para practicar en el país 250 mil pruebas médicas del coronavirus. Si dieron 85 mil, enhorabuena. Pero la cantidad mayor solicitada por la embajadora fue pensando en la conveniencia de masificar las pruebas, con la finalidad de detectar con mayor seguridad los contagios y salvar vidas. Cualquier majadería cuestionando la naturaleza de la petición no es más que eso. Ah, y la nociva insensibilidad de anestesiados que, en su cómoda morada de privilegio y apariencias, no sufren el dolor de los demás.

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