La política de la calumnia

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1 de junio de 2020
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12:37 am
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La política de la calumnia

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Desde el inicio del segundo mandato del Presidente JOH (2018), quien ha demostrado ser un auténtico nacionalista, brillante estratega político como pocos y un mandatario enérgico, competente, activo y obviamente poderoso, ha tenido lugar en nuestro ámbito político, una orquestada campaña opositora al gobierno, al partido nacional y a los nacionalistas en general. Vienen aplicando una política de calumnia que consiste en acusarlos no solamente de estar asociados con “narcotraficantes” sino también de ser corruptos; y la cual, a través de una continua dinámica de acusaciones, ciertamente crea desconfianza y repudio. Precisamente, aumentando sus acusaciones en la actual coyuntura pandémica, con la vista puesta en las próximas elecciones generales que realizaremos en el 2021.

Los nacionalistas para contrarrestar tales acusaciones tienen que mirar hacia adentro y ver con objetividad relativa en sus propias filas, los actores que de una u otra forma se han convertido en saqueadores del tesoro público y en cómplices del tráfico de drogas, lavado de dinero y ladrones del erario público.

Es inadmisible el extremismo insultante en el que han caído los ideólogos de la política de calumnia en contra de los nacionalistas y, por ende, del gobierno y el partido. Estamos observando “falsas noticias” muy bien redactadas y publicadas por medio de redes sociales y hasta por medios radiales y televisivos internacionales y nacionales. Desconociéndose o subestimándose las acciones contundentes en contra de políticos y no políticos, la efectiva lucha de seguridad ciudadana que se está dando diariamente para debilitar o eliminar los efectos dañinos que el crimen organizado causa en nuestro país.

La política de la calumnia

Pueden calumniar cuanto quieran al nacionalismo, al Presidente y su gobierno, al Congreso Nacional, al Ministerio Público y a la Corte Suprema de Justicia, sin embargo, al final van a pesar más las buenas acciones positivas que se están haciendo para enmendar los errores, que no solamente fueron cometidos por los nacionalistas, sino también por miembros claves de la oposición, y van a reconocer que serán los mismos cachurecos, quienes van a limpiar la meza, y saldrán airosos porque son quienes le están haciendo la guerra frontal a los barones de la droga y hacen lo necesario para evitar la corrupción pública. En este sentido, los nacionalistas tienen la ventaja de demostrar el verdadero cambio que necesita Honduras porque mantiene el poder del Estado. Claro está que es del mismo nacionalismo de donde debe surgir la voluntad para cambiar lo que debemos cambiar.

El enemigo político del nacionalismo no es JOH. Pero sí son los barones del narcotráfico y los empresarios coludidos con ellos. Estos actores de una u otra forma se han infiltrado en la campaña de calumnia política en contra de los nacionalistas. Lo peor que le puede pasar a los nacionalistas es dividirse. Está bien apoyar el Estado de derecho, la democracia y la paz para Honduras. En tal sentido, el consenso interno es una condición sin la cual no podrá realizarse un cambio inteligente en Honduras, en el que los nacionalistas sostengan el poder del Estado. Un Estado que ya no debe considerarse como un botín al que hay que saquear, ni permitir a los ladrones del erario público deambular como grandes ricos que por su viveza corrupta acumulan grandes fortunas. Tampoco es beneficioso para los nacionalistas que de su seno salgan fuerzas políticas para aliarse con la oposición solo por motivaciones rencorosas o de índole vengativos. El odio político no debe tener cabida entre los nacionalistas, es precisamente la
apología del odio que sostienen los opositores, lo que más daño les ha hecho a los nacionalistas. De algún modo el perdón político debe ser una meta para unirse y no el odio. Con odio no se ganan las elecciones.

Hay una verdad detrás de muchas de las calumnias que permanecen sin verificar, no obstante, algunas alteraron fortunas políticas. Sin embargo, la consecuencia más dramática de estas acusaciones es la difamación de una figura o grupo político.

Hoy por hoy, son los nacionalistas quienes aguantan la política de la calumnia, que muy bien trazada tienen los opositores, y ante la cual, no se debe sucumbir o entrar en contradicciones internas antagónicas. Por el contrario, hay que evitar caer en torcimientos inapropiados que causen divisiones internas dañinas desde cualquier ángulo que se les vea. El camino correcto a tomar es el del cambio político para lograr una república democrática inclusiva con voluntad, honestidad y transparencia. En la que el Estado botín deje de ser el incentivo para buscar posiciones en el gobierno, en el Congreso, en la Corte Suprema de Justicia, etc.

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