AISLACIONISMO Y “CARA DE BABOSOS”

MA
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3 de junio de 2020
/
01:25 am
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AISLACIONISMO Y “CARA DE BABOSOS”

COMO en los últimos editoriales de su Diario LA TRIBUNA usted se ha referido al espíritu integracionista de nosotros los hondureños y del mercado común que habíamos creado y otras organizaciones y sistemas para ayudar a la unión centroamericana –nos dice Jorge Bueso en su amable misiva– me permito enviarle copia del folleto que yo escribí en el año 2002, intitulado “QUÉ NOS PASÓ A LOS CENTROAMERICANOS”, en ocasión de que Europa creaba como moneda única el euro”. Ya que la opinión de una figura tan respetada siempre es bienvenida, en alguna de las revistas del fin de semana, vamos a publicar íntegro el folleto en las páginas del diario, por su aporte histórico y claridad de miras. En este espacio editorial hemos defendido la vocación integracionista de los hondureños –aun cuando otros socios de la región no la hayan tenido– para solo dar una luz, porque nadie ve desde afuera estos pintorescos paisajes acabados como naciones; a la lejana distancia los puntos se difuminan y, si alguna óptica hay de nosotros, o interés de relación, es como región, no como individualidad.

Si bien, en la actualidad, la integración no es más que una quimera, por razones más imputables a los vecinos que a nosotros, mantenemos nuestro parecer primario. No solo inspirado en el hermoso ideal morazanista, sino en las patéticas necesidades del momento; cuando solos, frágiles y aletargados –peor, desvencijados después de esta pandemia– no vamos a ningún lado. Solo el conjunto es capaz de lidiar con el tamaño gigantesco de los retos presentes. Ya no decir de desafíos futuros. Claro, hemos insistido en la integración no solo por un sentimiento de hermandad, de identidades históricas y culturales. Sino porque la debilidad de las partes se compensa con el ahínco del trabajo unitario, con la suma de los mercados, con políticas compartidas del bloque para enfrentar a los demás. Solo que, no poniendo cara de babosos, como le ha tocado a los hondureños en pasados procesos. No solo sirviéndoles de mercado a todos los demás a que vengan a vaciar sus productos para satisfacción de un consumo insaciable. No pecar de ilusos. Impulsar un modelo económico que incentive la producción nacional. Apostándole a incrementar la oferta de bienes y de servicios en el país para satisfacer la demanda doméstica. Para distribuir riqueza, bienestar colectivo y no repartir pobreza. Elevar el sentido de autoestima por lo propio. El orgullo por lo nuestro.

Obtener esencialidades que carezcamos y la materia prima afuera, pero privilegiar lo nacional. Ya que aquí los alucinados prefieren ir a comprar afuera que adquirir lo hecho en casa, en desdeño del trabajo hondureño y de la generación de empleo local. Más que cualquier otra cosa, se ocupa un cambio en la mentalidad. En las actitudes y en las conductas. Para que haya luz después del eclipse. Sin embargo, la tendencia actual pareciera una marcha hacia el aislacionismo. Dos grandes potencias del mundo, hasta hace unos años abanderados de la libertad de comercio, líderes en el propósito de conformar alianzas para defensa de la democracia, propiciar la causa de la cooperación, parecieran sufrir un retroceso en sus políticas públicas. El BREXIT de los ingleses y el “make America great” de POTUS, es semejante giro en la otra dirección. En su panfleto don Jorge sensatamente concluye que el militarismo en la región fue una de las causas que dieron al traste con la integración. Leyéndolo, no deja de tener razón. ¿Y ahora –se preguntarán– qué sucede que el anhelo no prospera, si los regímenes de las sagradas cachuchas –salvo contadas excepciones– pasaron a ser cuento viejo en el hemisferio? Algo parecido a lo que esbozaba don Jorge. Pasando revista a la región, súmele a los antes citados a México, Brasil, Venezuela, con inclinaciones aislacionistas. Lo de hoy sería, entonces, el autoritarismo, con sus tonalidades variopintas de populismo.

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