Y así es en efecto. De todos es conocido el grave daño que el expresidente Zelaya le infringió al partido que lo distinguió llevándolo a la más alta magistratura de la nación, por el solo hecho de prohibirle que se perpetuara en el poder.
Mel no llegó al poder profesando la ideología marxista-castrista, más bien era considerado un terrateniente de derecha, pero no la ideología del partido de centro-izquierda. Fue hasta el último año de su gobierno cuando los lavados de cerebro recibidos en Cuba y Venezuela hicieron efecto, si Mel hubiese pensado que quería auscultarle al pueblo una consulta popular las podría haber realizado con todas la de ley en sus dos primeros años de gobierno. Pero a seis meses antes de las elecciones fue muy obvio que pretendía asaltar el poder, no midió las consecuencias, pues el Partido Liberal tenía asegurada la siguiente victoria electoral.
Los resultados los conocemos todos, Mel Zelaya se constituyó en el enemigo número uno del partido y lo llevó a la mayor debacle de su historia, convirtiéndose de paso, en el mejor activista del Partido Nacional. Incapaz de quedarse en su partido se fue a refugiar donde un grupo de marxistas-leninistas, lo esperaban con los brazos abiertos, tan así que los sacó de la clandestinidad y ahora los tiene cerca de alcanzar el poder. Tras de él se fueron muchos que no eran liberales, pues los verdaderos liberales se han quedado en el partido, fueron personas cuya ideología no compagina con los programas propios del liberalismo. Estos traidores jamás encontrarían espacios para desarrollarse en el Partido Liberal de Honduras.
Héctor Francisco Bulnes
Comayagüela, M.D.C.
