Tomates o kilovatios: no hay varita mágica

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3 de junio de 2020
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03:08 pm
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Tomates o kilovatios: no hay varita mágica

Por: Carlos Colom

Para que una persona pueda comprar tomates en un mercado, tienda de barrio o supermercado, es necesario que alguien los produzca, es decir, alguien tiene que comprar o arrendar la tierra y prepararla, sembrar los tomates, fertilizarlos, regarlos, controlar las plagas, cortarlos, etc. Por demás está decir que todo lo anterior tiene un costo, no importa si el productor es pequeño o grande, producir tomates tiene un costo, no hay varita mágica. El productor luego necesita transportar y distribuir los tomates, por sí mismo, o contratando el transporte para llevarlos a un mercado o a una central de mayoreo, para que luego, estos sean distribuidos a una tienda de barrio o a un supermercado para venderlos. El transportar los tomates tiene un costo, no importa si es en picop o camión, estos medios de transporte necesitan comprarse y luego necesitan un piloto, combustible y mantenimiento para funcionar. Ojalá exista una varita mágica para que comprar el pickup y su combustible fueran gratis. Generalmente, los tomates en un mercado son más baratos que en una tienda de barrio o en un supermercado, ya que llevarlos a estos dos últimos puntos, y distribuirlos allí, para la conveniencia del consumidor, tiene costos adicionales de distribución, almacenamiento, renta del local, etc.

Sin entrar a evaluar si la persona necesita los tomates para alimentarse, ya que es evidente que la alimentación es una necesidad básica, las siguientes preguntas surgen: ¿qué pasa si la persona llega al mercado y le dice al vendedor que no le va a pagar pero que se va a llevar los tomates?, ¿podrá el vendedor seguir recibiendo tomates si no le paga a quien se los provee?, ¿tendrán posibilidad los productores de tomate, pequeños o grandes, de seguir produciendo si no reciben el dinero producto de su venta?, ¿el dueño del pickup que transporta los tomates le aceptará al productor transportar los tomates, aunque este no le pueda pagar?, ¿el banco o cooperativa que le dio el préstamo al dueño del pickup le aceptará que este ya no le pague la mensualidad?

El que se altere una cadena de suministro, ya sea de tomates o de energía eléctrica, tiene serias consecuencias, ya que precisamente es: una cadena. En una cadena cada eslabón juega un rol fundamental para que el producto o servicio pueda ser gozado por el consumidor. El alterar cualquier elemento tiene un efecto dominó gigantesco. Pan para hoy y hambre, mucha hambre, para mañana. Me gustaría que existiera una varita mágica para que los tomates o la energía eléctrica fueran gratis, ya que alimentarse y tener energía eléctrica son necesidades básicas, pero esto simplemente no es posible, tenemos que pagar por los tomates y por la energía eléctrica ya que tiene un costo producirlos, transportarlos y distribuirlos.

Pero ¡qué insensible este señor, y más aún en épocas de COVID-19! Resulta que no, lo escribo con la tranquilidad y satisfacción personal de haber contribuido, con un granito de arena, a que hoy la energía eléctrica llegue a la mayoría de hogares en Guatemala; que su costo, estructuralmente hablando, sea cerca de la mitad de lo que era hace unos diez años ¿los tomates cuestan la mitad de lo que costaban hace 10 años?; y que el sector eléctrico sea sostenible y el estado no tenga que destinar cientos de millones de dólares al año para mantenerlo a flote, como en tantos otros países alrededor del mundo. Como ejemplo, tan sólo hace dos días, en Honduras el Congreso tuvo que aprobar de emergencia, una vez más, la emisión de bonos por un orden de US$600 millones para que la empresa estatal de energía pagara sus deudas atrasadas. La razón: la cadena de pago no se cumple. Por el contrario, en Guatemala, la empresa estatal, el INDE, está aportando de sus ganancias, y ha aportado por décadas, miles de millones de quetzales para apoyar financieramente a los usuarios más necesitados en el país, y ahora ha ampliado el aporte durante la crisis. ¿Por qué lo ha podido hacer? Porque el modelo del mercado eléctrico y la cadena de suministro funciona, y la gran mayoría de la gente paga lo que cuesta el servicio. No se logró con una varita mágica. Con o sin decreto 15-2020, 97 de cada 100 familias, de dos de las tres distribuidoras más grandes del país, unos 1.8 millones de hogares, obtienen un descuento considerable en sus facturas vía este aporte del INDE, todos los meses. Como ejemplo, durante la crisis, 55 de cada 100 familias pagarán solo 22 centavos de cada quetzal que cuesta realmente la energía eléctrica, y otras 30 de cada 100 familias pagarán solo 38 centavos de cada quetzal. El apoyo ha llegado y seguirá llegando a los usuarios de la energía eléctrica mientras paguemos lo que nos toca pagar. De lo contrario, el sector eléctrico colapsará, exactamente de la misma forma que colapsaría el suministro de tomates si no los pago cuando tengo que pagarlos. No hay varita mágica. (TOMADO DE EL PERIÓDICO DE GUATEMALA)

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