La cultura en tiempos del COVID-9 voluntariado cultural brilla con luz propia

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7 de junio de 2020
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12:24 am
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La cultura en tiempos del COVID-9 voluntariado cultural brilla con luz propia

Arte infantil, durante la pandemia alejado del escenario.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email: [email protected]

DANLÍ, El Paraíso. Los Nadies, de Alberto Galeano, un tema cultural para manejar en tiempos del COVID-19, cuando en Honduras no existe un Ministerio de Cultura. Los políticos lo desaparecieron porque la cultura es nociva para quienes jamás han asistido a ver una obra de teatro, una exposición de arte o un concierto de música clásica.

No hay presupuesto para la cultura, no es prioridad. Los gestores culturales trabajan con recursos propios. Solo para citar un ejemplo: España viviendo una crisis por la pandemia, asignó 100 millones de euros para mantener con vida la cultura.

Nuestros artistas hoy ocupan otro escenario, el alejamiento social.

A los políticos les molesta la cultura porque abre la mente del pueblo, capacita a los jóvenes en las diferentes áreas del arte. Fomentar la cultura no es bueno para los que se eternizan en el poder, prefieren mantener las mentes cautivas para que no sientan la belleza de las artes plásticas, ni tengan la capacidad de expresar otro sentimiento que no sea la mentira envuelta en un trapo azul, rojo, negro y amarillo.

Cómo entonces manejar la cultura en “tiempos del coronavirus”. En Honduras la cultura existe a través de los gestores culturales que luchan por conservar la identidad y el patrimonio histórico de sus pueblos a través de las tradiciones y costumbres que dan vida a los pueblos.

Imágenes del recuerdo, hoy las salas de teatro están vacías.

Las salas de teatro están desiertas, los actores siempre son productivos, tienen la inmensa capacidad de escribir guiones, realizar adaptaciones de otros dramaturgos que se apliquen al entorno social de cada pueblo. El teatro por regla general presenta dramas de la vida real, crítica mordaz en contra de los sistemas políticos, económicos, sociales, con alcance a la cultura en general. El teatro callejero ha desaparecido, los toques de queda lo impiden, los elencos artísticos sometidos a un régimen estricto impuesto por el gobierno. En resumen, el teatro en Honduras no opera como un negocio lucrativo, sino para crear espacios de entretenimiento, diversión y crítica con enfoque a la corrupción, la impunidad y la impartición de justicia en contra de los débiles, mientras los grandes y poderosos violan sistemáticamente las leyes mientras el pueblo gime.

Luis Ernesto Zepeda (QDDG), maestro de artes plásticas.

Los artistas de la plástica y las bellas artes, encerrados en sus casas haciendo lo que más les gusta, produciendo obras de arte que quizá quedarán solo a la vista del pintor, porque en este país son pocos los que asisten a una exposición de pintura para admirar una obra de arte; la mayoría de los hondureños carecen de sensibilidad ante la belleza, y menos que un político del patio entienda y valore una obra de arte que al artista le llevó tiempo realizar y dinero para invertir.

Durante una muestra de pintura en la Casa de la Cultura, invité a un “político” a una exposición de pintura con los mejores pintores locales y la obra pictórica de los niños, el personaje con el cinismo que lo caracteriza, dijo: “a mí, invíteme a un festival ranchero, no a ver figuras que no entiendo”, sentí lástima y mucho más para la gente ingenua que vota por esta clase de políticos mediocres.

Los desfiles culturales un esfuerzo compartido, ahora en receso.

Decía el desaparecido artista danlidense, Luis Ernesto Zepeda, el arte es para gente con sensibilidad, que tiene la capacidad de admirar la belleza en cada pincelada o en la expresión de un artista durante un concierto de música clásica, pero lamentablemente los hondureños no están mentalizados para descubrir la belleza a través del arte en sus diversas manifestaciones.

Durante la pandemia del COVID-19 nuestros artistas, viven por la gracia de Dios y también con sus sueños porque un día, que en esta desventurada Honduras, la cultura se convierta en una necesidad de Estado, comprendida por gobernantes que no miren como única forma de cultura, posesionarse de los recursos del Estado en detrimento de la educación y la salud, seremos un pueblo diferente. Afortunadamente, nuestros artistas viven de por sí y para sí; y ninguno espera la dádiva del gobierno.

El piano dejó de sonar, los alumnos y el maestro en cuarentena.

Introduje este tema citando al escritor Eduardo Galeano con el poema “Los Nadies”, porque para nuestros gobernantes, los actores culturales no son nadie para dar pautas de cómo hacer cultura.

“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los “nadies” con salir de pobres, que algún mágico día llueve de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba,

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son aunque sean.

Eduardo Galeano, autor de “Los Nadies”.

Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura sino folclor. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies que cuestan menos que la bala que los mata”.

En el arte vivamos la cultura de la pandemia, llevando esperanza y belleza, porque cuando todo esto pase, nos tomaremos de las manos para cantar juntos: “Lazos de amistad”… yo espero despertar, lo espero cada día… un mañana llegará, una nueva vida con paz y amor”.

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