Con el agua al cuello en El Cubulero y Los Amates

ZV
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8 de junio de 2020
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05:10 am
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Con el agua al cuello en El Cubulero y Los Amates

En algunos sectores de El Cubulero, las casas solo asoman el “cucurucho” o los techos.

El CUBULERO, Alianza, Valle. Angustia, incertidumbre y enfermedades. Esas tres palabras definen la situación actual de los pobladores de El Cubulero y la Costa de los Amates, incomunicados por las crecidas del río Goascorán y las mareas del Golfo de Fonseca. Y con el coronavirus respirándoles en la nuca, el panorama que se cierne sobre ellos es, sin exagerar, de dimensiones bíblicas.

No es que sea algo nuevo para esta gente, acostumbrada a soportar los embates de la naturaleza y el engaño de los políticos. Desde años están clamando por el dragado del río y un muro para evitar el desbordamiento en períodos de lluvia, como lo hizo El Salvador para sus pueblos ribereños.

Hasta ahora, sin embargo, no hay respuesta para estas comunidades, a 140 kilómetros de la capital (dos horas y media en carro), a pesar que se trata de un asunto de soberanía nacional, considerando que la Costa de los Amates es parte del exbolsón de Goascorán, recuperado por Honduras en el litigio limítrofe, en La Haya, en 1992, con El Salvador que lo reclamaba.

Las “pangas” han servido para rescatar los enseres domésticos.

CRECIDAS Y DESTRUCCIÓN

Sin una barrera de contención, la gente de estos pueblos queda expuesta a la generosidad de las lluvias, las cuales, esta vez, fueron históricas y brutales debido a las tormentas tropicales “Amanda” y “Cristóbal”, que azotaron todo el recorrido del río Goascorán, la frontera natural entre los dos países vecinos.

Con muchos días lloviendo, la caudalosa vertiente rebasó todos los niveles anteriores y, por si esto fuera poco, las mareas llegaron a su máximo por ser período de repuntas, cuando más crecen. La confluencia de ambas corrientes ha inundado la mitad de El Cubulero e incomunicado completamente la Costa de los Amates, compuesta por una docena de aldeas y caseríos, donde viven unos 4,000 pobladores. “Aquí estamos, incomunicados desde hace ocho días ya, está difícil todo esto”, dijo vía WhatsApp a LA TRIBUNA, Carlos Cruz, un residente del sector.

A muchos de ellos, la repentina crecida del río no les permitió salvar sus enseres de la casa y muchas aves de corral se ahogaron. El paso devastador de la corriente destruyó, además, los cultivos de maíz, sorgo, plátano, ocra y camarones. También afectó los pequeños hatos ganaderos. En esta zona, la gente vive también de la pesca artesanal y principalmente de las remesas de sus familiares en los Estados Unidos, los únicos que no les fallan. No hay un reporte oficial, pero son cientos de damnificados y las pérdidas materiales se calculan en millones.

La caminos y carreteras ahora son canales para la navegación.

DAMNIFICADOS

Ocho días después de las primeras lluvias, el escenario de estos pueblos pintorescos se asemeja a gigantescas piscinas de agua achocolatada, donde asoman, en los casos más extremos, el “cucurucho” o techos de las casas y árboles doblados con pajarillos intentando ponerse a salvo con sus polluelos. “Mire, andamos nadando desde ya días, se vinieron dos crecidas de repente del mar y el río”, lamentó José Ferrufino, vecino de El Cubulero, mientras desalojaba su casa con el agua a la cintura.

Como si se tratara de ciudades europeas, algunos pobladores navegan en sus “pangas” (pequeñas lanchas de motor usadas para pescar) por los caminos, ahora convertidos en canales, evacuando sus viviendas y prestando auxilio a los vecinos.

Por suerte, mucha gente, ahora damnificada, halló posada temporal donde familiares y amigos que viven en las partes altas o los centros comunales. Así permanecen esperando que baje la “llena”, como le dicen a la crecida del río, y llegue la ayuda humanitaria, hoy más que nunca indispensable, especialmente en la Costa de los Amates, que ha quedado, literalmente, aislada del resto del municipio.

Así está la carretera principal de acceso a la Costa de los Amates.

Hace años, los pueblos de la Costa de los Amates fueron vilmente engañados. El gobierno de Porfirio “Pepe” Lobo (2020-2014) construyó un puente, a todas luces deficiente y lleno de corrupción en su obra, que se derrumbó como “castillo de naipes”, en la primera embestida del Goascorán, se señaló.

En su recuerdo, han quedado, además, del coraje de los lugareños, unas varillas mohosas y un vado improvisado por el que transita el transporte en días normales.

Por los momentos, siempre y cuando deje de llover, tardarán semanas para que las aguas permitan la navegación a tierra firme y el ingreso de los carros repartidores de alimentos para abastecer las pulperías.

Mientras eso no ocurra, los pobladores deberán racionar la comida diaria y prepararse para lo peor porque las pulperías, más temprano que tarde, se quedarán sin productos y agua embotellada.

Otro sector inundado en El Cubulero, debido a la crecida del río Goascorán.

PANORAMA DESOLADOR

Ciertamente, en este momento reina un ambiente desolador en estos pueblos. Con el toque de queda por el coronavirus, la alcaldía, de filiación liberal, está en parálisis financiera y ejecutiva para atender a los cientos de damnificados.

A eso se suma, que su titular, Faustino Manzanares, se encuentra de luto por el fallecimiento natural de su madre, el pasado miércoles, tras una larga agonía desde antes que llegara la primera tormenta a la zona. “Se les ruega que tomen los cuidados necesarios para salvar sus vidas y pedimos a Dios que tenga control en sus manos”, alcanzó a postear el alcalde en sus redes sociales, horas antes de su tragedia personal.

Desde los Estados Unidos, los familiares de estos pobladores fueron los primeros en pedir auxilio al gobierno y los políticos locales. “Hacemos un llamado de emergencia para que manden brigadas médicas”, escribió Bryan Matute en sus redes, acompañado de asombrosos videos de las inundaciones. “Y los políticos dónde están, siguen escondidos, solo se acuerdan de nuestra gente en tiempos electorales. Que Diosito nos proteja”, señaló Antonia Alvarenga en el portal “Alianza, Valle” en alusión a los cuatro diputados del departamento. “Tía, hay que sacar a mamá Tina, por favor, no tarden más”, escribió angustiada en el mismo sitio Irma Rodríguez. Bajo este panorama, a menos que el gobierno actúe de inmediato, en pocos días, vendrán las plagas, las enfermedades, el hambre y, por supuesto, el coronavirus. (EG)

Como sigue lloviendo, la gente se mantiene alerta día y noche.
Cientos de damnificados han dejado las lluvias en El Cubulero (foto) y la Costa de los Amates.
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