Un carro negro sin placas

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8 de junio de 2020
/
12:05 am
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Un carro negro sin placas

Por: Otto Martín Wolf

Tenía la intención de responder en privado al licenciado Juan Ramón Martínez, pero he recibido un buen consejo: hacerlo público en consideración a los lectores, si es que a alguno de estos le interesan estos debates.

Primero tengo que agradecerle su criterio sobre mi talento, sé que lo que tengo, me lo dijeron en la más tierna infancia (la señorita Paquita) cuando escribía pequeñas y tontas historias (mentiritas) en el Jardín de Niños Federico Froebel y luego los profesores, ya en el Colegio San Miguel, donde hice parte de mi primaria.

Durante todo el resto de mi vida he disfrutado de creatividad ilimitada, tanto para mis novelas, algunas de las cuales tuvieron un relativo éxito en el exterior y aún se siguen vendiendo.

También artículos de periódico, no solo en Honduras, también en Centroamérica e inclusive México y los USA.

He escrito de todo, para revistas internacionales, campañas publicitarias de productos comerciales, también dentro y fuera de Honduras y hasta he hecho incursiones en televisión con un programa producido y presentado por mí, así como en el discurso político.

Pero le agradezco de todas maneras.

Aclaraciones punto por punto:

1) De acuerdo a las leyes y la Constitución soy hondureño.

2) Cuando la guerra con El Salvador tenía 23 años.

3) Como la mayoría, me inscribí en los batallones de voluntarios y, posteriormente colaboré con el Comité Cívico de Defensa Nacional, al lado del doctor Miguel Andonie Fernández y otro grupo de patriotas. Inclusive participé en la fundación del PINU, ya después de la guerra.

4) Insiste en anotar mi apellido real, que coincide con el suyo, y del cual estoy muy orgulloso, aunque para escribir utilizo un seudónimo ya que así me place hacerlo.

Algunos detalles adicionales:
Mi intención con el artículo, La compañía de hierro, era recalcar que se trataba del secreto militar peor guardado de la historia, ya que todo mundo lo sabía.

Precisamente por saber cómo somos en Honduras, quise establecer una comparación bien válida sobre las posibles irregularidades en cuanto a la circulación por número de cédula, salvoconductos y otros medios.

LA TRIBUNA reportó el pasado lunes, que 30 mil personas habían sido detenidas por circular sin autorización.
Cuántos andan en total sin tener derecho?
Contribuye eso a lograr los objetivos de control de la pandemia señalados por el gobierno?

El licenciado Martínez se perdió en el camino, tomó el asunto como una cuestión de nacionalidad, nada que ver.

Tampoco quise ofender -como él apunta equivocadamente- o desprestigiar a las Fuerzas Armadas de aquella época.

En ese tiempo -y siempre- ellas se prestigian o desprestigian sin necesidad de mi ayuda.

Sí recuerdo que entre los rumores “secretos” mucha gente recibió informes confidenciales (que todo mundo sabía) sobre un “carro negro sin placas” que tenía como misión sabotear nuestras instalaciones, principalmente los puentes y otras obras de infraestructura.

Se acuerda alguien de la contraseña “Apolo Catracho”, que servía para identificar quiénes éramos los miembros del comité de defensa del barrio o la colonia de los saboteadores salvadoreños?

Tengo la memoria muy fresca sobre las palabras del fallecido periodista Napoleón Mairena Tercero, quien tenía a su cargo la parte más medular de la Cadena Nacional de Radio que durante ese período informó y guio a Honduras.

Creo que fue él a quien le tocó decir aquello de “las Fuerzas Armadas ya dieron todo lo que tenían que dar, ahora le toca al pueblo salir a defender la patria con machetes, garrotes y todo lo que tengan a mano”, la grabación está disponible en los archivos de las numerosas estaciones de radio que funcionaban en la época, muchas de las cuales prevalecen.

Como dije, creo que todo aquel que tenía más de diez años en 1969 recordará esas cadenas y hasta una serie de “cartas de un soldado en el frente”, dirigidas a su madre, esposa e hijos, las cuales obviamente salieron de la pluma de un escritor fantasma ya que, fueron tantas, que ese combatiente no hubiera tenido tiempo de pelear y escribir.

El cálculo que hice sobre la gente que circula en Tegucigalpa entre semana es válido, no deberían de ser más de 65 mil personas, pero las calles siempre están abarrotadas por todas partes, es obvio que la necesidad es la madre de la audacia y todo el que puede sale a buscar cómo subsistir.

Los fines de semana, que no sale nadie, también hay enorme movimiento, no todos respetamos la cuarentena, de eso se trataba el artículo cuya pista perdió el licenciado Martínez.

No quiero seguir una polémica sobre este tema, le invito, si tiene algo que decirme, a que lo haga por medio de mi correo y que no sigamos abusando de los lectores que seguramente están más interesados en temas de mayor importancia y no en las cuitas de dos escritores.

Chauvinismo: También chovinismo, es la adaptación del apellido de un patriota francés, Nicolás Chauvin. Es la creencia narcisista de que lo propio de un país o región al que uno pertenece es mejor o superior en cualquier aspecto. También se conoce como patrioterismo.

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