Controversias en la pandemia

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9 de junio de 2020
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12:58 am
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Controversias en la pandemia

Adiós 2020

Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo

La pandemia mundial provocada por el COVID-19 no solo ha resultado letal para cientos de miles de personas de los cinco continentes sino que ha desatado tal nivel de controversias que afectan el comportamiento social internacional, nacional, y regional.

En Honduras y a través de las redes sociales y principales medios de comunicación social impresos, electrónicos y digitales es sumamente alta y ha generado el fortalecimiento de la cultura de la duda especialmente ante el principal responsable de velar por la búsqueda del bien común, que pasa por la salvaguarda de la salud comunal de la nación que puebla el territorio de Honduras, cuya división política es en 18 departamentos, sobre los que la administración general recae en el gobierno, en esta ocasión presidido por el nacionalista Juan Orlando Hernández.

Pese a que en tres cadenas de radio y televisión diarias el mandatario comparece acompañado de sus principales colaboradores oficiales, empresariales, profesionales, obreros, campesinos, y asesores especialistas en diversos campos de la medicina.

Las presentaciones del gobernante resultan controversiales, según su hoja de ruta todo marcha a la perfección y según el diseño trazado por varios teóricos de escritorio reunidos en mesas sectoriales donde lejos de buscar soluciones para evitar el número de muertes que a diario se convierten en frías estadísticas para alimentar las cadenas de radio y televisión piensan más en recuperación económica.

Todo mundo en Honduras contrasta a diario y a cada hora la cruda realidad que vive desde el 30 de marzo pasado en que se decretó cuarentena a nivel nacional con toque de queda total a partir de las 5 de la tarde a 6 de la mañana y sábados y domingos sin que nadie pueda salir a la calle sin un salvoconducto que la Policía Nacional y el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGER) ha vuelto mucho más burocrático su obtención y uso especialmente para quienes por una u otra razón han de salir para cubrir alguna emergencia médica o alimenticia.

El gobierno se llena la boca en cadena de televisión y radio promocionando la entrega de bolsas y sacos de comida, mascarillas y la dotación de medicamentos de los acrósticos científicos (MAIZ y CATRACHO) que aparentemente resultan efectivos para evitar la muerte de pacientes con COVID-19 en etapas donde el virus aún puede ser combatido sin que los pacientes pasen a la unidad de cuidados intensivos de los centros hospitalarios, donde inevitablemente mueren.
Sin embargo los tratamientos MAIZ y CATRACHO aparentemente han llegado tarde y comienzan a ser distribuidos a hospitales y centros de salud como únicos protocolos de atención y que algunos médicos critican porque no se sabe a ciencia cierta su nivel de efectividad, sus creadores admiten que los mismos no son una cura absoluta del ataque del virus sino que unos reductores de su multiplicación y efectos coagulantes de la sangre e inflamación pulmonar que es la que mata a los infectados, pero ayuda al cuerpo humano a fortalecer su sistema inmunológico que es el que verdaderamente y al final de cuentas elimina al COVID-19, como lo hace con otros virus y bacterias que en diversas etapas del desarrollo humano atacan al hombre.

Por otra parte, diversos especialistas en varias ramas del desarrollo académico presionan públicamente para que el gobierno de Juan Orlando brinde explicaciones y rinda cuentas claras sobre el uso que se está dando a miles de millones de lempiras del presupuesto nacional y de miles de millones de dólares obtenidos en calidad de préstamo por organismos internacionales de financiamiento y supuestamente destinados al combate de la pandemia en Honduras.

Se calcula extraoficialmente que el gobierno se ha endeudado en los últimos tres meses, en 3 mil millones de dólares, deuda que debemos de pagar por generaciones los hondureños que logremos sobrevivir a la pandemia tratados o no con el controversial MAIZ CATRACHO.

El Presidente se ha llenado la boca también deshaciéndose en alabanzas a la industria militar de las Fuerzas Armadas de Honduras y ciertas industrias maquileras de la costa norte, donde supuestamente se elaboran 9 millones de mascarillas y equipos biomédicos para protección del personal de salud que está en primera línea de combate contra el COVID-19, pero ni lo uno ni lo otro se ve en la abundancia que el mandatario cree y asevera que existe, por lo que los directores de hospitales y centros de salud se quejan de la inexistencia de los mismos o del número limitado que son descartables a diario lo que ha permitido que el virus contagie a personal de salud, como médicos generales y especialistas, microbiólogos, enfermeras, trabajadores sociales y personal de limpieza, policías, militares, bomberos, socorristas voluntarios, entre los cuales ya se han producido decesos por no recibir el tratamiento adecuado en tiempo y forma, especialmente por la no existencia de los mismos en sector oficial de salud y en los centros farmacéuticos privados.

Todos los centros habilitados para la atención de pacientes agudos y críticos por COVID-19 ya se reportan como colapsados y muchos de ellos están recibiendo pacientes en centros deportivos habilitados como clínicas para el tratamiento, si su estado no requiere del internamiento en las salas de cuidados intensivos.

La enfermedad en la que al principio casi nadie creía se ha dado a respetar y desatar pánico y psicosis entre la población, al saberse que la doctora encargada de manejar la campaña contra la pandemia ha resultado contaminada, lo mismo que varios especialistas infectólogos famosos como la doctora Elsa Palou y otros que ahora están a merced de que el controversial tratamiento MAIZ CATRACHO surta los efectos que sus creadores afirman.

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