Dr. Hugo Fiallos, Jefe de Cuidados Intensivos del Hospital Militar

ZV
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13 de junio de 2020
/
12:40 am
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Dr. Hugo Fiallos, Jefe de Cuidados Intensivos del Hospital Militar

Cuando el doctor Hugo Fiallos suelta un tuit sobre el coronavirus en pocos minutos contagia a 23 mil seguidores. Son mensajes sarcásticos, pero preventivos. “Lávese las manos con agua y jabón como si hubiera tocado m…”, escribió en uno. “Cuídese, solo se necesita un pequeño descuido para contagiarse y no le va importar, ni al gobierno ni a sus jefes”, “disparó” en otro. “Ni la reapertura es inteligente, ni usted sea bruto y les vaya a regalar su décimo cuarto”, aconsejó en uno de los últimos. Sus seguidores lo conocen como “Hugo Strange” pero en la vida real es el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Militar, mayor del ejército, Platense de corazón y amo de cinco perros. Como este fin de semana se cumplen tres meses del confinamiento, el doctor Fiallos analiza la situación real de la pandemia y si habrá una luz al final del túnel. “Loratadina”, una de sus mascotas, estuvo ladrando a su lado una buena parte de esta entrevista.

—¿Por qué en sus redes se llama Hugo Strange?
Porque yo soy fans de Batman y como soy doctor, y me llamo Hugo, así me tenía que poner. Además, tengo cuatro hijos que son mis amigos fantásticos.

–¿Cuántos seguidores?
Estoy sorprendido, no creí tener 23 mil lectores, no me gusta decir seguidores porque a mí no me sigue, ni mi perro. Pero, con una persona que se salve con mis consejos, me doy por satisfecho.

–¿Sus mensajes tienen dedicatoria?
Ninguna, ni siquiera una motivación política porque, a mí, la política me parece sucia y corrupta.

–¿Cómo ha visto la situación con la reapertura?
Fea. Me preocupa porque los casos se van incrementando. Ojalá solo sea una percepción mía.

–Usted dijo que se rompía la cuarentena por el aguinaldo de la gente, ¿qué evidencias tiene de eso?
Pues, esa es la intención que yo le veo. Se decide abrir justo en el momento en que se paga el décimo cuarto salario sabiendo el consumismo de los hondureños.

–¿Cree que el hondureño se va a cuidar?
No creo. El hondureño es incrédulo, terco, irresponsable, debido al bajo nivel cultural. Hasta que se enfermen o muera un pariente les “va a caer el veinte”.

–La mayoría de la gente se cura, ¿a qué se debe?
Aclaremos, que no hay cura, hay combinaciones de medicamentos que ayudan a que no se agrave, pero esos medicamentos tienen efectos secundarios potencialmente mortales.

–Hoy por hoy, ¿qué recomienda si alguien sale positivo?
Lo primero que le diría es que considere a toda la familia contagiada y a todos con los que ha tenido contacto. Deben aislarse en su casa, vigilarse, no hay que entrar en pánico, el 80 por ciento se recuperan sin problemas.

–¿Puede tomar medicamentos?
No soy partidario de esos protocolos que están usando, lo que le recomiendo a la gente es que se hidrate bien, aíslese, mantenga controlada su temperatura y esté pendiente de los síntomas.

–¿Cuándo hay que ir al hospital?
En el momento que aparece un cansancio que no se puede explicar, porque ya necesita medicamentos hospitalarios.

–¿Algún medicamento que se pueda comprar en una pulpería o mercadito?
Acetaminofén para la fiebre y un hidratante, me refiero usar suero litrosol o cualquier otro.

–Y la tos, ¿cómo se trata?
No se recomienda tratamiento porque se trata de una tos más por irritación y resequedad.

—¿Cuál es la realidad de los hospitales?
Hasta donde yo sé, la situación se está poniendo más fea porque la demanda hospitalaria está aumentando, cada vez hay más gente enferma. Lo peor es que anda mucha gente circulando asintomática.

–¿El Hospital Militar atiende casos de coronavirus?
Sí, tenemos un piso completo destinado para pacientes con COVID-19, pero es para los militares y sus familiares.

–¿Es complicado para un médico manejar un caso de coronavirus?
No es fácil. Yo tengo miedo, mucho miedo, no tanto por mí, sino por mi familia. Es una tensión diaria evitar contagiarse, usar ese traje pesado, caliente, la mascarilla tiende a lastimar el puente de la nariz.

–Mucha gente aparece positiva y no sabe cómo se contagió, ¿a qué se debe?
Es que en realidad no hay distinción para nadie, el único requisito para contagiarse es respirar.

–Hay muchos mitos sobre las formas de contagios, ¿cuál descartaría?
Todas las formas que no sean por respirar. Cualquier otra cosa que le digan, qué comió esto, eso es falso.

—¿Han funcionado las estrategias de manejo del coronavirus?
De forma global, siento que el virus va más rápido que las estrategias de contención, manejo, diagnóstico y tratamiento. Todos los gobiernos se han puesto de rodillas.

—¿Algún día saldremos del confinamiento?
Tiene que terminar, pero no podemos salir libremente hasta que tengamos dos casos por semana.

…O sea, ¿nunca?…
Bueno, tenemos que ser conscientes que ese virus se va a quedar con nosotros, así como se quedó la influenza y el dengue. Ya no habrá concentraciones de personas, cines repletos, restaurantes llenos ni taxis ni buses, porque siempre va existir el riesgo del contagio y de morir.

–Ese escenario es la antítesis de la sociabilidad…
No, gracias a Dios, tenemos la tecnología para platicar como lo estamos haciendo usted y yo.

—Pero no es lo mismo…
Obviamente, pero se puede reunir con los amigos manteniendo una distancia segura.

—A la gente le gusta ir al estadio, echarse una cervecita con los amigos, reunirse en cumpleaños, ferias ¿qué les dice?
Que ya se jodieron porque todo eso tiene que desaparecer por su propio bien. Tienen que decidir entre disfrutar con sus aleros o poder respirar.

—¿Extraña algo antes del coronavirus?
Nada. Yo soy casero, a mí no me hace falta salir, soy totalmente antisocial, soy feliz en mi casa.

—¿Cree que la gente se aguante?
Me preocupa que la gente pierda el miedo en este momento.

–Hay mucha paranoia. ¿Sabía?
Es cierto, la gente se está enloqueciendo en parte por el desconocimiento del virus. Yo digo, que deben tener miedo por evitar el contagio, pero que no tengan pánico porque eso enloquece.

–¿Hay alguna esperanza de volver a la vida de antes?
Vamos a volver a rehacer nuestras vidas, pero la vida antes del coronavirus, ya no existe, y no volverá. Tenemos que acostumbrarnos al distanciamiento social, en algún momento van a volver las risas, los abrazos, los niños en el parque, pero, por ahora, hay que sobrevivir.

–¿Desde cuándo escribe en redes sociales?
Desde el 28 de junio del 2009. Ya sabe por qué.

–¿Con ese mismo estilo?
Siempre he sido sarcástico, irreverente, irrespetuoso. Solo hay dos cosas que respeto en la vida: mi familia y la Virgen María, después me meto con todo el mundo.

–¿Y por qué esa rebeldía?
Es parte de mi identidad. Desde adolescente fui así. Incluso, en la facultad de Medicina andaba con mis atuendos estrafalarios y una rata de mascota. Siempre he sido anticonvencional.

–¿Fue hippie?
Algo así.

–¿Se echaba sus “puritos”?
Nunca. Andaba todo loco con cadenas en el cuello, lentes oscuros, arito en la nariz, pero jamás fumé ni bebí. Era un loco genético.

–¿Hoy bebe?
Ocasionalmente, no paso de tres cervezas. Hace tiempo dejé de fumar.

–Hay unos que solo cobran por recetas con garabatos…
Es cierto, pero debe comprender que los médicos son humanos, hay médicos pisteros, pero no creo haya alguno que le quiera hacer un daño a un paciente.

–¿Dónde nació?
Porteño de corazón.

En Puerto Cortés pudo ser pescador o futbolista. ¿Por qué escogió medicina?
La opción era ser bolo, drogadicto o trabajar en el ferrocarril, pero mi madre me puso a estudiar, yo era el tipo “nerdito”, metido en mi mundo, como un autista.

—¿Cuál es su especialidad?
Cuidados intensivos. Con estudios de cuatro años en el Hospital del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana.

–¿Es militar?
Soy mayor, médico cirujano.

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