Fe, bioseguridad y cambio con justicia

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15 de junio de 2020
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12:25 am
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Fe, bioseguridad y cambio con justicia

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Fe es algo que la mayoría de los hondureños y hondureñas tienen. Aun así, el paganismo y los paganos afectan a la nación. Aparentemente, se han enraizado de tal manera que los que creemos en Dios estamos como dominados por minorías paganas. Mientras que los pocos idolatran el dinero, son irreligiosos, herejes y politeístas, los cristianos en su mayoría, siguen un conjunto de principios religiosos, de normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital, dado que estas personas, creen en Dios y consideran que el aspecto más importante o esencial de la vida es creer en Él. Sin embargo, es el compás de la inmoralidad lo que anula la fe y hace que nuestro pueblo viva en desesperanza, egoísmo y desamparo. La piedad que realza la humanidad se ve empañada por la soberbia y la avaricia. La incredulidad o el descreimiento fluyen como si fuese corriente de aire puro en estos tiempos de pandemia y bioseguridad.

Ciertamente, todos y todas estamos enredados en una tela de araña maligna ante la cual la pandemia solo la hace más compleja. En otras palabras, en tanto la impiedad predomine la bioseguridad no tendrá el efecto deseado porque su efectividad y eficiencia solo podrá alcanzarse si se produce en una ruta con un compás de moralidad. Y con esta afirmación no pretendo darle “comida a los instigadores” para que salgan diciendo que los impíos son los que nos gobiernan. La realidad es otra. La impiedad está generalizada y no anidada en el gobierno, también está enraizada en los segmentos opositores y en la sociedad civil y política en general. Al respecto preguntémonos ¿en dónde se origina la avaricia? ¿Acaso el precio de los insumos necesarios para abastecer de insumos al sistema sanitario de nuestro país es originado en el gobierno?

Como país pobre que somos, estamos al vaivén de un sistema capitalista cuyo ámbito comercial lo que menos tiene es humanidad y en el que domina la avaricia. La bioseguridad la han convertido en un negocio para el más listo y avaro; el humanista, no tiene vela en ese entierro, es el que pierde y no al revés. La pandemia y el virus COVID-19 es el gran negocio del capitalismo en este momento. Y esto es lo que genera la impiedad contaminando a los actores que intervienen en las negociaciones, toda vez, que estos caen en sus garras malignas. ¿Qué han hecho los organismos internacionales para humanizar el acceso al comercio de insumos para la bioseguridad? ¿El humanismo de los chinos dónde está? ¿Qué hace el gobierno norteamericano para humanizar o favorecer a Honduras u otros países pobres en la compra de insumos vitales para sus sistemas de bio-diversidad?

Es cierto que en la prevención está el control de la pandemia; y en esto, somos los ciudadanos quienes tenemos la mayor responsabilidad. Un buen sistema de bio-seguridad se maneja con un enfoque integral y fortalece la prevención, pero para ello, debemos desarrollar una estrategia más efectiva que apunte a crear las condiciones para lograrlo. El enfoque de bio-seguridad es multidisciplinario, no solo se debe considerar la etapa de prueba clínica y hospitalización; también implica una estrategia preventiva que la vemos débil. En realidad, nuestro país de ahora en más debe tener una política de bio-seguridad. La pandemia del COVID-19 nos da como lección que las enfermedades infecciosas tienen un alto impacto socioeconómico por sus efectos negativos en la salud y bienestar de los hondureños y hondureñas, los animales y la producción agrícola forestal. Sin una política de bio-seguridad corremos un alto riesgo de un nuevo ataque infeccioso que volverá a repercutir negativamente en nuestra sociedad y que puede perjudicar a nuestro ecosistema. Estamos enfrentando una pandemia a la “zumba marumba”, nos agarró en curva y no debemos permitir otro ataque sin contar con tal política.

Necesitamos una policía de bioseguridad que aplique permanentemente medidas científico-organizativas, humanas y técnico-ingenieras, que incluyan la física, destinadas a proteger al ciudadano en general, trabajador de las empresas, de la comunidad y al medio ambiente de los riesgos que implican ataques virales como el que enfrentamos en la actualidad. La bio-seguridad es un concepto global, cuya importancia es directa para la sostenibilidad de la agricultura, la salud pública y la protección del medio ambiente, incluida la biodiversidad.

Pues bien, la bio-seguridad es un derecho que debe hacerse realidad a través del sistema de justicia que tiene nuestro país. Debe considerarse en el cambio que se pretende desarrollar como parte de las nuevas políticas que se quieren aplicar. La bio-seguridad es la protección jurídica de la bio-seguridad y del medio ambiente, frente a posibles afecciones derivadas de la manipulación genética de los seres vivos humanos y no humanos.

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