La actividad política es permanente en la vida ciudadana

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18 de junio de 2020
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12:01 am
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La actividad política es permanente en la vida ciudadana

Por: José Rolando Sarmiento Rosales

Algunos piensan que hablar de política en estos tiempos es algo inconveniente, ignorando que dicha actividad es permanente en la vida de cada país, de cada ciudadano, porque es la política el método para llegar al poder y dirigir los gobiernos de las naciones, algunos inclusive opinan que no son políticos y hablan mal de ellos y de la misma política, porque ignoran que cada opinión que expresan en realidad es un acto político, y que, no todos los que militan en política o en un partido, aspiran a cargos de elección popular, sino simplemente que por un deber cívico, por un deseo personal natural del ser humano, del ciudadano, participan para impulsar las ideas con las que simpatizan, con el propósito de que se incorporen al gobierno de la nación, los programas, planes y proyectos que impulsan el desarrollo y bienestar de los habitantes, en el fondo entonces todos los ciudadanos somos políticos, amamos la política, pero probablemente nunca seremos candidatos de nada, ni tampoco trabajaremos en la administración pública, eso sí, deseamos a los mejores gobernando con capacidad y transparencia, porque aunque nuestros recursos de nación sean pocos, libres de corrupción, bien manejados, traen beneficios para todos en Honduras.

A propósito de política, las discusiones van sobre si deben haber elecciones primarias e internas, los más se han pronunciado porque se celebren como están programadas para el mes de marzo, lo que sigue es la nueva cédula de identidad para los hondureños legítimos, sea por nacimiento o por naturalización como manda la Constitución, seguido de la depuración del censo electoral. Lo que nos parece ridículo, tonto y hasta ofensivo es lo de las tales mesas ciudadanas, puesto que quienes las han integrado siempre son hondureños delegados por sus partidos, que constituyen la garantía de legitimidad del resultado de los procesos electorales, que manejan el proceso de la votación con los ciudadanos inscritos en el censo de cada mesa de votación, que al cierre, proceden al escrutinio, contando voto por voto válido o anulado, y, al final declarando el ganador en cada mesa, donde los delegados defienden y cuidan los sufragios emitidos a favor de su respectivo partido, para evitar malas cuentas en los votos depositados.

Así que no vemos de qué sirve la supuesta compra de credenciales de los partidos minoritarios, cuando los representantes de los tres partidos grandes y de los minoritarios están presentes en los conteos, precisamente para garantizar los sufragios para sus respectivos partidos políticos, más los emitidos para los emergentes, dudar de ello, sería dudar de la lealtad de sus propios delegados, lo que constituye una ofensa para sus correligionarios designados y presentes responsablemente en cada mesa de votación, de igual manera argumentar que los representantes solo sean de los tres partidos mayores, constituye una violación de los más esenciales derechos ciudadanos y humanos de los partidos minoritarios y los hondureños que militan en ellos, así que conforme a ley, todos tienen derecho irrenunciable de participación en las mesas de votación.

Con una nueva cédula de identidad para los hondureños mayores de los 18 años, elaborada con todas las normas de seguridad exigibles, aplicando el voto domiciliario que ha tenido tan buenos resultados, al no permitir que se pueda votar en distintas mesas o en otros municipios del país, se ha democratizado la participación ciudadana, facilitando a las mujeres hacerlo, sin tener que alejarse de sus hogares y de los ineludibles deberes de amas de casa, no como antes que había que viajar a los cantones o centros de sufragio, que solo funcionaban en cada municipio, muchas veces en la plataforma de un camión como si fuesen reses o una paila de pickup, sujetas a la posibilidad de accidentes en las tortuosas carreteras secundarias, dejando abandonados a sus hijos pequeños y sujetas al enojo y reclamo del marido por no tener servidos los tiempos de comida o la obligada taza de café, hoy las mujeres hondureñas cumplen con su deber ciudadano y hacen sentir el peso de su voto, para que se gobierne y legisle en su favor.

Además de abaratarse los elevados costos de transporte de los electores, también un mínimo de dos tiempos de comida, los votantes caminan fácilmente a su centro de votación designado en su barrio, colonia, aldea o caserío, regresando prontamente a su casa, generalmente en un ambiente de camaradería, porque tanto los electores que concurren a las urnas, como los que las guardan, son en su mayoría vecinos que se conocen, son amigos, familiares, evitando la confrontación y la violencia, por el respeto que se guardan entre sí.

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