Frutos de la honestidad

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21 de junio de 2020
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12:09 am
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Frutos de la honestidad

Algo más sobre la numismática

Por: Mario Hernán Ramírez

En estos difíciles momentos por los que atraviesa la humanidad, es bueno traer a cuentas temas de diferente naturaleza que sirvan para distraer un poco el ensimismamiento en que han caído millones de personas como producto del pánico a la “bendita” pandemia.

Para poder conciliar con el sueño, y evitar remordimientos en la conciencia, el individuo, llámese mujer u hombre, deben tratar por todos los medios a su alcance, de llevar una vida espiritual, consagrando la misma a la honestidad en sus diferentes campos de desarrollo.

Las anteriores observaciones se nos ocurren, a raíz de una llamada telefónica, de un viejo amigo, de quien no teníamos noticias hace alrededor de 60 años y quien, desde la floreciente ciudad de Catacamas, en el ubérrimo departamento de Olancho, nos comunicó telefónicamente los logros alcanzados por su ilustre persona durante los últimos 50 años. Nos referimos al ilustre doctor Raúl Zaldívar Guzmán, profesional egresado de la benemérita Universidad Nacional Autónoma de México, ciudad que, además de haberle otorgado un título académico, le sirvió de inspiración para escoger el camino que lo llevó al éxito de su existencia, consagrando su vida a lo que su vocación le ordenaba.

Y es que, “Raulito”, un apasionado hombre de las comunicaciones, optó por conducir su vida por el sendero de la radiodifusión y la literatura, campos en los que desde muy joven demostró su interés.

Hoy día, con mucho orgullo y satisfacción Raulito nos informa que, el próximo mes de octubre, Dios mediante, su potente radio emisora “La Voz de Olancho” celebrará por todo lo alto del júbilo, su medio siglo de funcionamiento, con una potencia extraordinaria que cubre una buena parte del territorio nacional y sale de nuestras fronteras para realizar el trabajo que esta industria moderna pone al alcance de los empresarios del ramo; “La Voz de Olancho”, con sus siglas H.R.K.N., nació, precisamente, en Catacamas, cuando esta ciudad apenas asomaba a su desarrollo físico y económico, convertida hoy en toda una urbe admirada y respetada por la comunidad del ubérrimo Olancho “La tierra del oro y del talento cuna”, como dijo uno de sus más ilustres bardos, que ha lanzado a la patria a granel; Catacamas hoy luce airosa con sus calles pavimentadas, 3 universidades, centros comerciales del más moderno corte, cinemas, parques, confortables hoteles, 14 radioemisoras, 7 canales de televisión y un primoroso remanso turístico como son las cuevas de Talgua y el orgullo legítimo de poseer la primera universidad agrícola del país, otrora llamada Escuela Nacional de Agricultura de Catacamas, de la cual han egresado centenares o acaso miles de profesionales, hoy día, diversificados por los cuatro puntos cardinales del globo. Este es a grandes rasgos el perfil de una ciudad cuyos habitantes orgullosos de su tierra, se han propuesto desde siempre a encontrar, y lo han conseguido, la superación de su amado jirón de tierra, convirtiéndolo ahora, como posiblemente, en la ciudad más importante de ese Olancho, histórico y legendario, del que tanto hablan los poetas e historiadores.

Pero, nuestro objetivo, al emborronar estas cuartillas es enaltecer la labor de este ciudadano, que ahora por mil títulos, merece el galardón del reconocimiento patrio.

En efecto, Raúl Zaldívar Guzmán, descendiente de una ilustre familia santabarbarense, aprovechó su tiempo, a su paso por la vida para dejar huella. Y lo ha conseguido.

Veamos si no es así, sus hijos ostentan orgullosamente sendos títulos que los acreditan como ciudadanos útiles del mundo, comenzando por su hijo mayor cuya sintetizada hoja de vida reza de la siguiente forma:

Raúl Antonio Zaldívar Muñoz es abogado, graduado en la UNAH; Dr. en Derecho Internacional, egresado de la Universidad de Barcelona España, con una tesis que versó sobre el Límite territorial Honduras-El Salvador; estuvo informándose del tema porque viajó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y quien le dirigió la tesis fue el abogado que defendía los derechos territoriales de Honduras en aquel alto tribunal; Dr. en Teología graduado en la Universidad Teológica de San José, Costa Rica. Reside en Chicago, Illinois, U.S.A., donde tiene su Ministerio Evangelístico; Raúl tiene una hija, abogada de los tribunales de USA, trabaja en un bufete de Nueva York.

Elvia Guadalupe Zaldívar su segunda hija, estuvo casada con un ciudadano alemán y tiene una hija. Reside en Las Islas Canarias de España, en la Isla que se llama Lanzarote y allí funciona bajo su dirección y propiedad una Academia de Idiomas; pues ella domina perfectamente el inglés, alemán, francés, portugués y por supuesto el idioma español, su lengua materna.

José Fernando Zaldívar Muñoz es arquitecto, estudió en el mundialmente famoso Instituto Tecnológico de Monterrey, Nuevo León, México. En Honduras ha dirigido muchos trabajos de arquitectura tanto en Tegucigalpa como en San Pedro Sula y Olancho.

Juan Carlos, el hijo menor, es politólogo graduado en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y también reside en Chicago, E.U.A.

Fernando, otro de sus vástagos, fieles de la indomable raza, vive en esa floreciente comunidad, y comparte con su padre las responsabilidades del funcionamiento de la empresa que ambos operan, con resonante éxito.

La esposa de nuestro personaje central, falleció el 4 de enero de 2018 en Catacamas, afortunadamente cuando ya sus hijos podían todos volar con sus propias alas.

Hemos traído lo anterior a nuestro espacio dominical de LA TRIBUNA, en honor a este hijo ilustre de nuestra Honduras que, constituye un verdadero baluarte de la honestidad y el trabajo fecundo que, honra a los hombres y mujeres de su estirpe.

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