¡Liberales! La victoria se construye, la derrota también

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26 de junio de 2020
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12:17 am
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¡Liberales! La victoria se construye, la derrota también

¡Liberales! La victoria se construye la derrota también

¡Liberales! La victoria se construye, la derrota también, Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Corresponde la autoría de la frase, “En la guerra, no hay sustituto para la victoria”, al general Douglas McArthur, uno de los líderes más emblemáticos de la historia militar universal; indudablemente también es de aplicación en la política, cuando de la pretensión del poder se trata. La victoria absoluta nunca es real, en términos de las aspiraciones de la humanidad, así como en el logro de los intereses y objetivos nacionales; pero en el afán del gran cometido, los estadistas y los pueblos luchan permanentemente por vencer en la adversidad. Morazán “es la victoria”, dijo Ramón Rosa, y de Cabañas, expresaba en versos el Padre Reyes “su frente no domada, siempre airosa, laurel del vencedor lleva aún vencido”; tampoco hay derrota absoluta.

La verdadera victoria no consiste en la destrucción del oponente y su estandarte, su causa y su poder; en vez, se trata de construir, de transformar, de innovar, de evolucionar en torno a lo trascendente y edificante. Al respecto, mientras Honduras marchaba hacia su consolidación como Estado de Derecho, Rosa expresaba en tono desafiante: “Si queremos, como debemos querer ser republicanos; si queremos como debemos querer, que la República sea una verdad y no una farsa, reconozcamos primero al hombre, en la integridad de sus derechos; respetemos y hagamos respetar sus derechos; fundemos o cumplamos verdaderas instituciones que lo garanticen”. Hoy, a más de un siglo, el mismo desafío, una misión por cumplir, una victoria por lograr, siempre con la bandera del liberalismo.

Ese liberalismo ha sufrido distorsiones, traiciones, deserciones, divisiones y derrotas; pero su simbolismo virtuoso, sus luces, la razón, la libertad, la justicia, la dignidad; todavía son el baluarte de su identidad histórica, ideológica y doctrinaria. Serenamente la bandera libertaria, espera que sus hijos liberales la porten con honor, esa debe ser la primera victoria.

Durante muchas décadas, la cantidad de militantes y la calidad de los principios y valores del Partido Liberal, así como las causas reivindicativas, garantizaban el triunfo en las contiendas electorales. Hoy, la militancia ha disminuido, la internalización del liberalismo es superficial y las luchas por la dignificación de la persona, se libran con estructuras fraccionadas, con objetivos divergentes, con marcadas diferencias conceptuales, con actitudes egoístas y desleales, sin políticas, estrategias y planes articulados, con predominio de soberbia y ausencia de humildad; marcando así el camino hacia la derrota.

En cambio, la cohesión, la convergencia, la unidad, el consenso, el desprendimiento, los acuerdos, el compromiso, la fidelidad, la convicción, el reencuentro con las glorias del liberalismo, la rectificación racional, la reconciliación incondicional y el abrazo fraterno de la nueva hermandad liberal; marcan indefectiblemente, caminos de victoria.

Fijar el objetivo, definir la ruta, diseñar las formas de acción y disponer de los medios; son básicamente los componentes de una concepción estratégica. La lectura del entorno político es factor condicionante, así, el Partido Liberal ha ignorado desde el nivel de dirección, esta herramienta fundamental; mucha de su militancia, hizo caso omiso a la penetración de ideas contrapuestas, con apariencia de afinidad, ingenuamente en unos casos, perversamente en los más, cayó en la trampa de oportunistas mapaches, que desgarraron su autenticidad, dividiendo la conciencia colectiva, despreciando el ideal libertario del héroe de La Trinidad, para abrazar torpe y maliciosamente las banderas de dictadores de más de medio siglo, por quienes algunos traidores todavía suspiran, desde luego, con las luces y expectativas propias de un jumento, con una estrella de comandante en la frente. Y, ¿dónde está Cabañas? Para los llamados liberales continuistas, con antifaz, es un contrasentido a sus inclinaciones serviles, para los de corazón liberal, el caballero sin tacha y sin miedo, es referente para la exaltación del liberalismo y la reconstrucción de la República. Seguir a ambos, es andar sobre huellas de victoria.

“Tener un plan no asegura la victoria, pero no tenerlo conlleva la derrota”. El primer paso es la preparación, en la cual se debe considerar, la visión, la lectura del escenario adverso y la configuración del escenario deseable; siendo el principal recurso el militante, aquel que se forja en los frentes de lucha por la dignificación humana, el que representando al pueblo, hace temblar el parlamento con el vibrante y contundente discurso, el líder que visiona, orienta, dirige, conduce y aglutina voluntades, hacia un fin trascendente, el activista que voluntariamente suda, se desvela, se empeña y se mueve, para multiplicar la membresía, sumar voluntades, internalizar las ideas liberales, defender desde sus trincheras de calle y campo las causas del liberalismo; todos, sirviendo a la bandera rojo-blanco-rojo, con identidad, lealtad y disciplina partidaria. Si ese militante no existe o no ha sido preparado para la batalla política, la ruta hacia la derrota estaría marcada; y con nombre.

Frente a los hombres y mujeres que aspiran a ser libres; está la libertad encadenada, la democracia con el poder en el vértice, las instituciones discapacitadas, la ciudadanía empantanada, la sociedad sin rumbo y la República secuestrada. Cada una de esas condiciones inmerecidas, que desembocan en inequidad, hambre, exclusión, desigualdad, dominación, servilismo e indignación; son suficientes motivos para tomar la bandera, emprender la marcha, enfrentar la batalla, con liberales guerreros de valor, donde a su paso, se sienta en la campiña y en los centros urbanos, el espíritu revolucionario de la idea y la razón, que se dibujen horizontes de esperanza en los rostros expectantes de cada hondureño, hasta alcanzar el objetivo anhelado.

La inmoralidad y la degradación humana, conspira contra el ideal libertario y el bienestar del pueblo. Cuando la ética regule los excesos y defectos de la política, la República proclamará la victoria.

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