Para pensar el desarrollo

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27 de junio de 2020
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12:07 am
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Para pensar el desarrollo

Esperanza para los hondureños

Para pensar el desarrollo, Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

Los modelos económicos en Honduras han fracasado. Y cuando hablamos de modelos económicos, no podemos excluir a la política que los acompaña, porque resulta que son inseparables. No necesitamos echar mano de las estadísticas para demostrarlo. Lejos de lograr cierto nivel de prosperidad, nos encontramos en una de las etapas más críticas de nuestra historia, sino, en la peor.

Las recetas desarrollistas -debemos admitirlo-, han sido un fiasco; y así como van las cosas, jamás llegaremos a ningún lado, pese a las recomendaciones sugeridas por la CEPAL y los burócratas enclaustrados en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero, lo más preocupante es que no vemos aparecer por ningún lado los aportes de la “intelligentsia” hondureña, consignadas en las agendas de los gobiernos o de los partidos. Tampoco reconocemos entre los líderes empresariales, algún grupo que enarbole el estandarte de un verdadero liberalismo económico. Lo de la libre empresa que dicen defender, no es más que un ornamento discursivo sin alma ni corazón. Nuestros líderes empresariales, si alguna vez han leído a Hayek o a von Mises, significa que no están interesados en aplicar sus principios. Por supuesto que ambos propugnan por un mercado libre combinado con un sistema político respetuoso de las leyes, que no es el caso nuestro.

En la historia reciente, algunos países asiáticos han abandonado la miseria aplicando un modelo dirigido, no por pedantes tecnócratas, sino, por líderes políticos de valía, asesorados por expertos que creen firmemente en una escuela del pensamiento, principalmente la del liberalismo económico. Eso nos hace recordar que, en Honduras, no existen centros de reflexión y análisis social de marcada influencia en los planteamientos de gobiernos y de partidos políticos. Los productos académicos no son muy aceptados en los círculos del poder, en principio, porque sus propuestas se consideran meras abstracciones de bajo impacto en los alcances de los objetivos políticos -en el caso del Estado-, y económicos, en el caso de la empresa privada.

¿Por qué los pensadores hondureños no han influido en las líneas políticas de los partidos, de modo que se abran las compuertas para que no solo los economistas, sino también los filósofos, sociólogos e historiadores puedan tener una participación directa en los contenidos de las agendas económicas de los gobiernos y partidos? Hablamos no de “consejitos” reformistas bien remunerados, sino de la puesta en marcha de doctrinas y filosofías cuya utilidad sea el punto de partida de propuestas serias que nos impulsen hacia una etapa superior en la vida de nuestra sociedad.

El principal error de la academia -incluso de la Economía como asignatura, dedicada más a la estocástica de pizarrón-, ha sido el de ignorar los efectos benéficos del libre mercado, como institución promotora de la asignación de los recursos de la sociedad; y creer firmemente en que el Estado es la única entidad capaz de cumplir con ese cometido. Lo consideran un pecado terrible, así como un insulto al pensamiento, porque, según su parecer, la academia y los negocios son dos mundos totalmente diferentes, y como tales, mutuamente excluyentes. Las nefastas consecuencias han sido, entre otras, la aplicación de programas sociales y económicos de alto coste y de bajo impacto, debido a una combinación de medidas socialistas, y de un capitalismo de amigos que corrompe la libertad del emprendimiento.

El tiempo se agota, y ha llegado el momento para que, desde la academia y los centros del pensamiento, surjan propuestas contundentes, que puedan ser tomadas con responsabilidad por los partidos políticos, de cara a las próximas elecciones. Postergar esta tarea, nos convierte en cómplices del atraso y la ignominia de nuestro país.

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