WILSON BERRÍOS, SOBREVIVIENTE DEL “MORTERAZO”

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27 de junio de 2020
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05:50 am
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WILSON BERRÍOS, SOBREVIVIENTE DEL “MORTERAZO”

WILSON BERRÍOS, SOBREVIVIENTE DEL “MORTERAZO”

WILSON BERRÍOS SOBREVIVIENTE DEL “MORTERAZO”, Wilson Berríos Jr. (19) juega con un “pitbull blue”, en el patio de su casa, en Choluteca. Lleva una mascarilla para taparse el hoyo donde tenía la nariz y un parche negro en el ojo izquierdo, inservible. Atiende la videollamada muy animado.

El mes pasado regresó de Estados Unidos, donde estuvo hospitalizado cuatro meses, a causa de la explosión del mortero que casi le arrebata la vida. Su caso conmocionó al país, que ha seguido su recuperación, paso a paso.

Los médicos han prometido reconstruirle la nariz y colocarle un ojo móvil, como los que usan los muñecos. Serán cuatro operaciones que tardarán, por lo menos, dos años. Mientras tanto, planea su futuro con optimismo, sin rencor y tratando de olvidar aquella fatídica tarde del 12 de diciembre del 2019, cuando cuidaba a los niños, como parte de su trabajo y sucedió la tragedia. “De repente escuché, ¡bum!”, relata este joven, quien es mecánico industrial, sin pedir castigo para los culpables. “Quien quiera que haya sido, lo he perdonado”, subraya. Su vida, sin embargo, ya no es la misma desde entonces.

—¿Cómo se siente?
Anímicamente estoy nítido, gracias a Dios todo marcha como esperamos.

—¿En qué términos quedaron sus cirugías?
Me regresé porque necesito recuperarme de la cirugía más grande que me hicieron, que es en la nariz. Me faltan cuatro cirugías y los planes de los médicos es hacerme una en seis meses y así sucesivamente hasta terminar en dos años.

—¿Cómo ha sido la recuperación?
Estuve en un hospital de Boston. Llegué el 9 de enero. Del avión al hospital. En marzo, cuando me sentía mejor, pasé a una habitación. Y después, regresé con mi mamá, a esperar que me revisaran el 25 de marzo, pero ya no se pudo por la pandemia.

—¿Cómo fue el trato en el hospital?
El trato de los enfermeros fue muy especial, se preocupan por la comodidad y el estado anímico de los pacientes. Estoy agradecido con todos ellos, lo mismo con el Hospital Escuela, la Fundación Fundhaniquem y el pueblo hondureño, que ha colaborado conmigo.

—¿Qué daños le causó la explosión?
Perdí el ojo izquierdo y la nariz completamente. Por la sien derecha tengo una cirugía que me practicaron para ponerme una valla de titanio en la frente para evitar que en el futuro una fisura me afecte el cerebro.

—¿Qué le van a reconstruir?
Me van a restaurar la nariz para dejarla lo más parecido posible. El ojo lo perdí, pero me van a poner una prótesis móvil porque el nervio me quedó bien.

—¿Escucha bien?
Escucho bien, pero me había quedado una fisura por eso me lo iban a revisar el 25 de marzo.

—¿Siempre anda tapada la boca?
Sobre todo, por protección porque tengo un hueco donde tenía la nariz. Intentan quitarme pedazos de mi costilla para hacer cartílagos para la nariz. Al principio, mi miedo era cómo iba a reaccionar mi familia al verme sin la mascarilla, pero gracias a Dios todo bien.

—¿Es fea esa herida?
No es nada del otro mundo, es raro, pero no es repugnante o para soñar con ella.

—¿Siente los sabores?
Los sabores sí los siento, puedo comer muy bien, pero no siento los olores porque yo respiro por la boca y no por las fosas nasales.

—-¿Cómo es su reposo?
Paso sin la mascarilla en mi cuarto y cuando salgo a la sala me la pongo. Me tomo una pastilla en la mañana contra la alergia y una aspirina en la noche para la circulación. Como no hago ejercicio, paso jugando Fifa con mis hermanos y primos para divagarme la mente, porque solo pensar en esto no beneficia en nada.

—¿Y anda bien en Fifa?
Ahí vamos. Con un ojito pero ando bien.

—¿Y en la vida real?
Aprendí a jugar ya grande, como lateral y volante. Como anécdota le puedo contar que una vez me salió un gol mejor que el de Wilson Palacios al Marathón.

—¿Cae en depresión frecuentemente?
No. He mejorado mucho. Mi familia me apoya, mi novia ha sido linda conmigo y mucha gente a mi alrededor. No quiero que me tengan lástima. Me estoy mentalizando para vivir así toda mi vida, aceptarme. Debo salir adelante y aunque me falte un ojo puedo ver mejor que cuando tenía dos.

—¿Cuáles son sus planes?
Ya me matriculé en la UNAH. Voy a estudiar ingeniería agroindustrial. No tengo ninguna limitación para no estudiar. No le puedo fallar a mi familia. Esto me ayudó, siento yo, a valorar la vida, porque se puede perder en un segundo, a valorar a quienes me rodean y ser mejor.

—¿Ha llorado?
Le voy a contar un pequeño secreto, no lo sabe casi nadie, lo voy hacer público porque es algo que la gente tiene que saber: Nunca lloré, se lo puedo asegurar, nunca derramé una lágrima. Estuve ciego, amarrado, para que no me tocara el rostro, con la boca cerrada por un mes. Al principio, pensé que era una quemadura superficial, no sabía que era una desfiguración. Ni así lloré.

—¿Cómo contactaron el hospital en Estados Unidos?
No estoy enterado, eso lo manejó mi papá, pero entiendo que el Presidente Juan Orlando Hernández brindó el avión presidencial para mi traslado. Se lo agradezco mucho.

—Hasta dónde usted se acuerda, ¿cómo se produjo el incidente?
Fue el 13 de diciembre. Salí de mi casa como otro día, no quería ir a trabajar, pero mi tía me dijo que tenía que ser responsable. Llegué a Gobernación, cargamos todos los juegos para niños que pudimos. Llegaron los “Bastiones del sur”, de la Alianza, con el relajo; los padres comenzaron a recoger a sus niños y yo estaba ayudándole a otros niños, cuando de repente escucho: ¡bum!…

—¿Perdió el conocimiento?
No, recuerdo que me quise quitar la mochila, pero mi compañero me dijo que me llevaba al hospital, yo no quería, pero al final me llevaron en el carro del señor Cabrera, a quien le agradezco. En todo el camino, ellos decían que no platicara porque me podía ahogar con la sangre. Solo logré escuchar cuando le dijeron a mi papá: ¡le destrozaron el rostro!

—¿Cuánto estuvo en el Hospital Escuela?
Estuve cuatro días, pasaba todo el tiempo dormido, solo escuchaba pasos. Después, me pasaron a Fundhaniquem, pero ahí sufrí mucho por los gritos de los niños quemados. Ese sufrimiento me dolía más que mi propia situación, eran niños quemados de tres años.

–¿Cree que estaba en el sitio y la hora equivocada?
No estaba, ni en el lugar equivocado ni en la hora equivocada, yo estaba cumpliendo con mi trabajo, cuidando a los niños. Y si regresara el tiempo, haría lo mismo, pude haber salido corriendo y dejar a los niños para ponerme a salvo, pero tenía que protegerlos.

—¿Quién fue?
No vi quién fue, ni qué lanzó, pero sí explotó en mi rostro. No quiero pensar que alguien quiso hacerlo, quiero pensar que lo lanzó, rebotó y me dio a mí. Y si me lo lanzaron a mí, espero que le pida perdón al de arriba, porque yo ya lo he perdonado.

—¿Tiene enemigos?
No tengo enemigos. Fui rebelde en la escuela, pero con mis clases, no me gustaba estudiar, sacaba malas notas, son errores, espero no repetirlos.

—¿Ha trabajado en otro lado?
Trabajé de mecánico desde los 13 años, aprendí a trabajar en varias máquinas, el día de mi graduación tuve que pedir permiso para recibir el título, fui con las uñas llenas de grasa, no me da pena decirlo. Sé soldar, limpiar culatas, era multiuso en el taller del colegio.

—¿Conoce a quién o quiénes provocaron la explosión?
No. Si él o ellos leen esta entrevista, que me lo diga, no hay problema, no le guardo rencor y si quiere podemos pedir juntos la bendición de Dios. Vengo de una familia que no busca venganza. Somos humanos y cometemos errores.

—La Policía dice que le lanzaron un mortero y arrestó a tres personas, ¿lo citaron al juzgado?
Yo fui al juzgado a contar mi historia, había un muchacho menor de edad que ahora está en libertad. Si no fue él, me alegra mucho que esté en libertad, yo no gano nada, ni mi rostro se va a reconstruir porque él esté preso.

—¿Pide justicia?
Se lo dejo a las autoridades, pero la verdad, yo no estoy denunciando a nadie, hay personas que se me han acercado a decir quién fue, pero yo les digo que no me interesa.

—¿Y si un día llega a usted el que fue?
Mire, lo he pensado, pero no voy a tomar represalia. Si viene a mi casa, lo invito a tomar un fresquito; si no hay, lo mando a comprar, platicaremos de la vida y hasta nos haremos amigos. Eso me daría paz.

—¿Tiene algún temor en este caso?
A veces temo que alguien atentara contra esa persona porque lo vio, me da miedo que le pase algo y me echen la culpa a mí, pero repito: quien haya sido, que esté tranquilo, no le voy hacer algo, no tengo ese corazón.

—¿Resiente algo en todo este incidente?
Han inventado cosas feas de mí, alguien dijo que fui yo solo. Sé quién lo dijo. Si supiera que la herida estuvo como a dos milímetros de la vena carótida, que le lleva oxígeno al cerebro. Se imagina, ¿cómo me voy hacer eso?

—¿Pensó que moriría?
La tuve cerca, pude haber muerto, como le digo, pero después de esto, no le tengo miedo a la muerte.

—¿Qué piensa de las protestas violentas?
No me gusta la política porque hay gente muy obcecada. No entiendo por qué destruyen una carretera o una rotonda si fue construida con dinero del pueblo. Critican la bolsa solidaria porque la entrega el gobierno, pero se olvidan que esa bolsa es comprada con dinero del pueblo, no de un presidente. En lo personal, pienso que, si el presidente hizo una carretera, hay que reconocerlo y no puedo hablar de algo que no me consta.

—¿Qué les aconseja a los jóvenes?
Mi humilde opinión es que estudien y se preparen porque la vida pasa rápido, hay muchas distracciones que no dejan nada bueno.

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