NUESTRA “HORA” AMARGA

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28 de junio de 2020
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12:02 am
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NUESTRA “HORA” AMARGA

NUESTRA “HORA” AMARGA. TODAS las sociedades más o menos maduras experimentan sus propios abismos, farallones y altitudes. Y aun cuando nuestro país históricamente sigue siendo adolescente, hemos bordeado, por aproximación económica, política o geográfica, las grandes experiencias positivas y negativas de las potencias desarrolladas. Acompañamos a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y durante toda la “Guerra Fría”, al margen de las percepciones internas de algunos dirigentes. El saldo de la mal llamada “Guerra Fría” en cierto modo fue negativo para Honduras, en tanto que nuestro país quedó inundado de armas “AK-47” y de otros artefactos mortales, que años más tarde han sido utilizados por los sirvientes del crimen organizado internacional, proveniente de lejanas regiones.

Pero quizás el momento más amargo de nuestra historia nacional lo estamos experimentando ahora mismo, tanto por la alta incidencia virológica, como por todas las vulnerabilidades internas y externas de Honduras, en unas circunstancias en que varios de nuestros aliados internacionales “se hacen de la vista gorda”, ya sea porque están ocupados con sus propios problemas de sobrevivencia sanitaria; o porque algunos de los dirigentes de esos países carecen de una visión histórica clara o integral de hacia dónde van realmente las cosas. Como, para traer un solo ejemplo, se corre el riesgo de una interpretación equivocada del pretexto del antirracismo que se autojustifica para meter caos por doquier. Tal vez, cuando logren enterarse de las tramas ocultas del inmenso problema, ya sea demasiado tarde.

La “hora” especial de cada país puede originarse en diversas causas, razones y motivos. Uno de ellos sucede cuando una sociedad “equis” se luce ante el mundo por sus valores intelectuales, políticos y culturales. Tal como le ocurrió a Francia durante los siglos dieciocho, diecinueve y comienzos del veinte. Fue una larga jornada con zigzagueos históricos, pero a final de cuentas fue una “hora” esplendorosa, desde cualquier ángulo que se la quiera ver. Aquella “hora” positiva francesa duró más de dos siglos. Su declive amargo comenzó con la escenificación de la “Primera Gran Guerra” en 1914 y años subsiguientes, y con los acuerdos de Versalles, extremadamente onerosos, contra la derrotada Alemania. Y es que Francia se había convertido en un faro de luz inclusive para países remotos como Honduras. Ahora mismo es difícil identificar ese faro de luz metropolitano.

En esta “hora” amarga de nuestro frágil país, en medio de la bruma resulta problemático percibir el fin último del accionar de nuestros aliados poderosos, ya sea en el sentido económico o en su significación geopolítica. Los mismos dirigentes de las sociedades metropolitanas se encuentran enfrentados unos y otros, con unos horizontes brumosos que parecieran no favorecer a nadie. A lo anterior se suma la ausencia de unidad entre todos los hondureños, que nos hemos autonegado el derecho de reconocer la problemática nacional y global para hacerle frente mancomunadamente, de tal suerte que las heridas, decaimientos y bajones duelan menos si estamos cohesionados como país, como pueblo y como sociedad.

Debemos buscar a toda prisa un consenso que permita la sobrevivencia nacional, al margen de los intereses cortoplacistas de algunas sectas ambientales. Debemos recurrir a la sabiduría de las personas que conocen las fortalezas, las limitaciones y la idiosincrasia del pueblo de Honduras y de otros pueblos. No la listeza los que se creen más “listos” o poseen mayor capacidad pendenciera. Sino la vieja sabiduría acumulada durante décadas, siglos y milenios. Honduras sangra interior y exteriormente. Debemos buscar su curación colectiva.

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NUESTRA “HORA” AMARGA

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