Para nunca olvidar

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28 de junio de 2020
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12:05 am
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Para nunca olvidar

Algo más sobre la numismática

Por: Mario Hernán Ramírez

Hay sucesos en la vida de las personas, que, resisten el paso de los años y el peso del tiempo, posiblemente por lo agradable de sus recuerdos.

En el sentido figurado, nos ocuparemos brevemente a sucesos relevantes y que se perpetuaron en la humanidad, como para que, esta mantenga vigente su origen y trascendencia milenaria.

Por ejemplo, quién no recuerda, porque lo ha leído en algún libro o lo ha visto en la pantalla grande del cine o chica de la televisión, las mundialmente famosas pirámides y esfinges de Egipto, o más acá en el tiempo, el emblemático Machu Pichu de la civilización Inca en América del Sur o la herencia que nos dejaron los mayas y los aztecas en esta cercana región a nuestra querida Honduras.

Las anteriores disquisiciones se nos ocurren a raíz de un exhaustivo examen de nuestro pensamiento, que a nosotros mismos no deja de sorprendernos, pues ello ocurrió hace alrededor de 80 años. Entremos en materia.

El emblemático edificio de las siempre bien amadas escuelas Lempira y Argentina de la señorial, heroica y augusta ciudad de los poetas, nuestra maltratada Comayagüela, el próximo año estará conmemorando sus noventa de haber sido inaugurado y por cuyos corredores y aulas han pasado insignes generaciones, tanto de maestros como de alumnos.

El espacio va orientado directamente a nuestra querida escuela Lempira, misma que nos dio sombra y luz, durante los primeros cuatro años de nuestra educación primaria, trayendo entonces, en primera instancia los nombres de algunos directores que pasaron por la misma desde los años treinta en que fue inaugurada, hasta muchas décadas después, cuando abandonamos sus aulas; en primer lugar don Eufemiano Claros; Julián López; Rafael Jerez Alvarado; Antonio Ramón Díaz, Santos Juárez Fiallos, Benigno Hernández, Horacio Elvir Rojas, Gilberto Pinto y muchos más que se pierden en el espacio de la infiel memoria.

A estos auténticos apóstoles de la educación les acompañaron entre otras y otros, las inolvidables maestras Dolores Fiallos de Bográn, Choncita Enamorado, Juana Mairena, Genara Chavarría, Georgina Moncada, Amparo Irías, Juana Luisa y Olga Fálope, Ana Josefa y Margarita Reyes Flores, Laura y Marina Alvarado, Titita Cerrato Valenzuela, Clementina Alvarado, Teresa Ramírez, Rina Turcios Raudales, Ana María Canales y más acá en el tiempo otras notables mensajeras de la educación primaria; naturalmente acompañadas, también, de otro formidable equipo de mentores, que bajo los rígidos métodos de antaño nos enseñaron hasta lo más recóndito del universo, cuando la escolaridad apenas llegaba al 5to. grado.

Entre esos consagrados maestros, de la inolvidable Lempira, recordamos al propio Santos Juárez Fiallos, Erasmo Valladares, Andrés López, Santiago Ponce Velásquez, Ricardo Téllex, Guillermo Consuegra, Francisco Mejía Rivera, Amado H. Núñez, Humberto Zepeda Reina, Carlos Campos, Tomás Membreño y muchos más que también la infiel memoria los remite al olvido.

Con estos cultores de mentes y corazones infantiles participaron, también, profesores de otras áreas como la música, por ejemplo, entre ellos Ramón Landa, Techita Sagastume y Olga Fálope; en gimnasia y deportes el recordado y uno de los pioneros del micrófono en Honduras Manuel Bonilla Rodríguez Herrera y Piedra Santa, teniendo como inspectores generales a los mentores Luis B. Gómez y Amílcar Raudales Pinel.

Pero, también, existía la policía escolar, encargada del control y vigilancia de la presencia de los educandos durante toda la semana, porque incluso el sábado, teníamos clases de moral y cívica, en la que se nos enseñaba a honrar, venerar y respetar a nuestros próceres y símbolos nacionales, de igual forma a cantar, declamar, bailar y otras artes propias del ser humano; asimismo, recibíamos clases de agricultura en las hortalizas que al efecto existían en los patios escolares.

Rogamos a nuestros lectores disculparnos, por la abundancia de nombres que a renglón seguido les ofrecemos (compañeros de aula Escuela Lempira 1942 a 1946, del 1º. al 4to. grado).

Adrián Castro, Agustín Gallardo, Alcides Parrales, Alfredo Servellón, Andrés Andrade, Aníbal Ramos Méndez, Arturo Ciudad Real, Arturo Perdomo Laitano, Arturo Rojas, Arturo Sierra Zelaya, Benjamín Uclés Sierra, Carlos Altamirano, Carlos Girón, Carlos Mazariegos, Carlos Melara, Carlos Nieto H., Carlos Panameño, Carlos y Betillo Hernández, Danilo Cordero Valle, Darío Torres Molinero, Edgardo Luque, Félix Fragñó Colindres, Fernando Cárdenas, Fidel y Gaspar Álvarez, Filiberto Reyes Sánchez, Francisco Flores Andino, Guillermo Bustillo Valle, Guillermo Fu Peñalva, Héctor Garay Alvarado, Hélice Martínez, Juan Manuel Palma, Jorge Alonso Godoy, José Luis Mencía Gamero, Juan Blas Salazar, Juan Ramón y Hernán Ortega Fonseca, Juan Zavala Figueroa, Julián Contreras, Julio Amador Canelas, Julio C. Villalta, Julio César Cano, Julio Varela, Macario Flores Borjas, Manuel Enrique Suárez, Marcelino Zanabria, Marco Tulio y Luis Felipe Enamorado, Mario Aceituno Ramírez, Mauro Palma García, Miguel y Álvaro Navarro, Óscar Bernardo Medina, Óscar Rodríguez Gómez, Pablo Silva, Rafael Lanza Ramos, Ramón Asdrúbal Montes, Ramón Rosa Rivera, Randolfo Bustillo, Roberto Avilés, Roberto Cantarero Lozano, Roberto Chang, Rolando Aragón, Rolando Sáenz Verde, Rubén Bernard, Rubén Laínez, Rubén Peralta Mejía, Rubén Pinel Sequeiros, Rubén Villacorta Cisneros, Santos Valdemar Fonseca, Víctor Avilés Zúñiga, Víctor Manuel Tercero, Virgilio y Mario Estrada y Walterio Bárcenas.

De esa emblemática cantidad de excompañeros de aula de nuestra ya muy lejana niñez, algunos destacaron como sobresalientes figuras de la intelectualidad, con grados académicos; otros como brillantes artesanos en los diferentes oficios, más de alguno, en empresario de mucho éxito, en fin, varios buscaron otros horizontes y abandonaron los patrios lares; desafortunadamente, la mayoría, ya desaparecieron del globo, sin embargo, vivitos están entre otros que yo sepa, Rubén Laínez, Manglio Martínez Cantor, Arturo Rojas, Filiberto Reyes Sánchez y uno que otro excondiscípulo cuya residencia ignoro.

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