Salamanca versus Tegucigalpa

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29 de junio de 2020
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12:36 am
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Salamanca versus Tegucigalpa

Por: PG. Nieto 
Asesor y Profesor C.I.S.I.

Decía el exrector de la Universidad de Salamanca, Miguel Unamuno, que “la ciencia nos enseña a someter la razón a la verdad, a conocer y juzgar las cosas tal y como son, es decir, como ellas mismas eligen ser y no como quisiéramos que fueran”. Esta reflexión del filósofo español, socialista, perseguido por la dictadura franquista, no la comparte el exrector de UNITEC, Orlando Zelaya (OZ), presidente del Partido Liberal, quien a cuenta del contagio por COVID-19 del Presidente de la República escribió en las redes fecales: “El gobierno nos quiere entretener con el tema de que si tiene o no tiene COVID, para desviarnos del verdadero tema de si está o no vinculado al narcotráfico. Yo creo, pienso y digo que sí lo está… por eso unidos debemos sacarlos del poder”. Tuve que releer a Unamuno para certificar que esta inmundicia, impropia de un exrector, expone un desequilibrio emocional procedente de su obsesión enfermiza por JOH.

“Yo creo” es una confesión de fe. Pero no pudiendo haber fe sin esperanza lleva treinta meses engañando al pueblo asegurándole la inminente salida del Presidente: “Tómenme la palabra”. La confianza de los inocentes es la herramienta útil del mentiroso, decía Stephen King. El mago de OZ, que ha transformado al Partido Liberal en un remedo de Lilliput, no tuvo la honestidad democrática de reconocer sus errores, recomponer cuadros, cohesionar al partido para hacer una oposición constructiva, y elaborar un nuevo proyecto político que ilusione al electorado. Después de presentar catorce mil actas ante las MOEs, OEA y UE, para que su cotejo con las originales probase el fraude, y no apareciendo evidencias del mismo, prefirió mantener la farsa donde esconder su fracaso político, integrándose en el grupo de pepenadores.

“Creer” es considerar algo como cierto sin tener las pruebas o el conocimiento directo de ello. Una acusación se prueba ante un juez en una corte de justicia, no en los tribunales mediáticos donde la caterva de resentidos irresponsables imparten su justicia popular. Decir “pienso y digo sí que lo está” no significa que lo esté porque lo diga, aunque lo piense. Para probar hay que demostrar. Ejemplo, el locutor “piensa y dice” que es el presidente electo, pero lo demuestra trabajando en televisión no en Casa Presidencial, ¿entonces? El exrector no tiene conocimiento directo de lo que acusa, no puede demostrar nada porque no tiene pruebas de nada, pero “cree” porque le beneficia. Así que recolecta basura de terceros asumiéndola como verdadera, magnifica sus consecuencias y la esparce nuevamente retroalimentando su fe. En treinta meses ese es el bagaje político de un fracasado.

Jorge Esteban Alonso, profesor de Derecho Constitucional, explica que “el hombre tiene la capacidad de razonar lo cual no quiere decir que tenga la razón, pero siempre debe buscar la verdad”. En línea con Unamuno. Lo que nos conduce al desequilibrio emocional del pepenador: “Unidos debemos sacarlos del poder”. “Debemos” implica obligación, responsabilidad. En democracia la responsabilidad de la sociedad es respetar a las autoridades y cumplir las leyes. Como el gobierno ya va de salida el exrector dice “sacarlos” refiriéndose al Partido Nacional. Pero careciendo de liderazgo, sin proyecto político, rechazado en las urnas por el liberalismo, desvinculado emocionalmente del pueblo por su altanería y arrogancia, sabe que no tiene posibilidades, de ahí su frustración. Desesperado por hacer algo desentierra la propuesta pergeñada por Mel en la anterior campaña, una “alianza de oposición”, olvidando que entonces ya fue invitado a integrarla, rechazando el ofrecimiento con soberbia: “no necesito de nadie para ganar la presidencia”. Alcahuetas son las hemerotecas y videotecas.

Un analista de la oposición, expresidenciable, recomendó una “alianza patriótica electoral” para derrotar al nacionalismo. Siempre resulta recurrente utilizar el «patriotismo» para aglutinar emociones. Recordemos que etimológicamente “patria” significa “familia”, de modo que está proponiendo una “alianza familiar electoral” para esa jaula de grillos auténtica torre de Babel. En el Renacimiento se amplió el significado de “patria” a «tierra donde se nace», lo que incluye 1,410,888 electores que votaron al Partido Nacional, fiel familia nacionalista envidiada por la oposición. Dice el ponderado analista que los candidatos deben pasar “la prueba del ácido”: ser multidisciplinado, creativo, leal con la familia, honesto… ¡Uf! No hace falta seguir leyendo, los próceres no aplican.

“Lo que creemos que son los motivos de nuestra conducta son generalmente los pretextos para ella. -Miguel Unamuno-.

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