Hablemos de arte: ¿Musa o Moza?

MA
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30 de junio de 2020
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12:40 am
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Hablemos de arte: ¿Musa o Moza?

De tal palo tal astilla

¿Cómo me inspiro? ¿de dónde saco las ideas para pintar? ¿qué colores uso en mis obras? ¿cómo transformo lo que está en mi cabeza en algo visible en un lienzo? Son interrogantes muy interesantes ¿no es cierto? Estas son las compañeras fieles de un artista… pero la pregunta del millón es: la famosa “musa” … ¿existe?

Hoy quiero hablarles desde el sillón más cómodo y auténtico de mi mente, sin poses ni romanticismos baratos, más bien, desde la practicidad de lo que hago día con día; trataré de ser lo más honesta que puedo, no sin antes hacerles notar que les platicaré desde la plataforma de mi experiencia personal, que lógicamente, no tiene que parecerse a la de otros artistas… y eso lo quiero dejar claro, pues somos individuos particulares, y lo que funciona para mí, no tiene por fuerza que hacerlo para los demás… lo que pretendo es compartir un poco de mi experiencia, con la ilusión de que a alguno le sirvan mis palabras.

Sobre todo, cuando se está comenzando en el mundo del arte, nos angustian tantos “espacios en blanco” en nuestro cerebro, que pareciera que cuanto más los queremos llenar ¡más grandes se hacen!
En mi caso, y tratando de resumir, yo consigo mi inspiración de tres fuentes: de mi interior, de lo que me piden (en caso de los encargos) y de las experiencias colectivas o sociales que me afectan de alguna forma. Ahondando un poco, cuando hablo de mi interior, tengo primero que reconocer que mi obra es bastante introspectiva y autobiográfica, así que por lo general los personajes de ellas tienen expresiones y rasgos muy parecidos a los míos; y conste, que no lo hago a propósito, pero tanta gente me ha dicho que me ven a mí en mis lienzos, que he llegado a creerlo, y a entender que en esto del arte, el subconsciente del creador siempre se escabulle y autorretrata, aun pese a los intentos consientes del artista de anularlo… entonces por lo general, yo pienso en un sentimiento u emoción que quiero representar y en base a ello, elijo los colores y motivos a pintar… muchas veces son conceptos bastantes sencillos, otros, son más elaborados, todo depende de lo que quiero provocar… a veces una mirada lo dice todo, en otras ocasiones, necesito más elementos para conceptualizar mejor mi intención.

Cuando se trata de un encargo, escucho con mucha atención lo que se quiere como resultado final de la obra, y por dedicarme a hacer retratos, procuro en lo posible de captar la personalidad o el “alma” del individuo al cual plasmaré en el lienzo.

Luego queda el tema de las experiencias sociales o los eventos que ocurren a nuestro alrededor, que no pueden pasar desapercibidos de una u otra forma en la sensibilidad de un artista… por dar un ejemplo, tengo actualmente dos obras dedicadas al sentimiento que ha producido en mí la Pandemia mundial que nos azota.
Lo anterior se los detallo solo con la intención de que comprendan que en el oficio de pintar todo surge de una planificación y un pensamiento bastante estructurado… entonces ¿Qué papel tiene la inspiración en todo esto? Bueno, les diré, que por ser los artistas seres más sensibles, tienen mayor propensión a “iluminarse” bajo ciertas circunstancias, pero como en toda actividad, citaré aquel adagio que dice: “el éxito está más en la transpiración que en la inspiración” … muchos creadores pasan períodos largos sin trabajar porque según ellos “la musa está ausente” yo les voy a dar mi opinión muy personal; los que dependen exclusivamente de emociones para producir, se quedarán muy por detrás de los que no esperan a que los astros se alineen para fajarse a trabajar… muchísimas veces, ese pequeño gran detalle marca la frontera entre los que alcanzan el éxito y los que fracasan.
Si mis palabras y pensamientos les son valiosos, les diré que, en mi experiencia personal, la curiosidad, la ausencia de miedo a probar y el trabajo duro, han sido la fórmula confiable para poder destacar en el mundo del arte, y creo que dicha fórmula no solo aplica en las actividades creativas, sino más bien en cualquier oficio humano.

En conclusión, creo que sí existe la “musa”; si la comparo con ese estado óptimo de emociones que muy pocas veces se presenta como un regalo casi divino… y claro que habrá que aprovechar esos momentos, pero no estar en espera de ellos para funcionar. En mi caso, no quiero pensar en que dependo de una “musa” para producir, y si se dijera que tengo una, preferiría llamarla “moza” pues quiero que ella esté a mis órdenes y no al revés…

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