Los retos sociales que se nos avecinan

MA
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1 de julio de 2020
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01:16 am
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Los retos sociales que se nos avecinan

Independencia y recuperación patria

Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)

No hay duda que la pandemia del Covid-19 (coronavirus) ha trastocado todas nuestras interacciones sociales, personales, laborales, económicas, políticas y sociales; el advenimiento de una enfermedad que logró poner de rodillas a los países supuestamente más desarrollados y que destruyó, desde todos los aspectos, a las naciones más pobres, peor administradas y más conflictuadas de la Tierra, debe llamarnos a una reflexión sincera sobre nuestra propia subsistencia como especie, hasta establecer el grado de responsabilidad que tenemos como ciudadanos en la larga tarea de construir y fortalecer la democracia que tenemos, frente a aquella que deberíamos tener. Hay en particular una enfermedad pendular en todas las democracias latinoamericanas que, nos lleva desde el populismo propio de las falsas izquierdas, hasta el neopopulismo adoptado por las derechas extremas del continente; ambas igualmente falsas, ambas igualmente destructivas y sobre todo, igualmente inefectivas.

Ante el panorama sombrío de Honduras, país que ya estaba en suficientes aprietos antes de esta mortandad generada por el COVID-19, lo que nos queda es hacer una reflexión clara, concreta, desapasionada pero real, de lo que viene. Debo mencionar que Honduras ya había acumulado una deuda histórica superior a todos los gobiernos que ha tenido, que había una pobreza del 70% y una pobreza extrema del 47%, algo sin precedentes anteriores, y, lejos de discutir si la culpa es de sutano o de mengano, lo peor que nos ha podido pasar es que, en apenas 3 meses y medio de esta pandemia nos hemos endeudado en 10 mil millones de lempiras y, de esa cantidad, se supone que el gobernante ya gastó 4 mil millones, 4 veces más que Costa Rica, 2 veces más que México y, nuestros médicos y enfermeras se siguen muriendo como moscas en los hospitales porque no tienen los insumos mínimos para cuidar de la salud del pueblo hondureño, mucho menos los 95 hospitales prometidos en alguna elucubración etílica.

Frente a este panorama, hay que agregar que se nos viene una crisis económica como pocas veces hemos visto en nuestra terrible historia; la hambruna general, el acaparamiento de los coyotes, la ineficacia manifiesta gubernamental, la agudización de la crisis sanitaria, la caída de las medianas y pequeñas empresas, la desidia de la gran empresa y su permanente cordón umbilical con Juan Hernández y sus adláteres por las migajas del poder, la sordera, ceguera y mudez del Congreso Nacional, cuestionado fuertemente por estar infiltrado por el narcotráfico, el lavado de activos y un catálogo de delitos aplicables a los representantes de todos los partidos que, lo conminaron a crear un instrumento jurídico apócrifo al que llaman “Nuevo Código Penal”, cuya característica fundamental es rebajar las penas de los delitos de cuello blanco y otros relacionados al 50% porque presienten serán sindicados en el futuro de la comisión de varios delitos de orden administrativo, civil y penal.

Con estos pocos elementos, y muchos otros que el ciudadano entiende a la perfección podemos establecer que, los retos sociales que se avecinan son duros, ineludibles, ciertos y en ascendencia, es decir, si seguimos siendo inertes y pasivos ante la realidad nacional y no hacemos nada, los paganos seremos finalmente nosotros mismos; no hay duda que la crisis sanitaria llevará a nuestro ya colapsado y privatizado sistema de salud a la quiebra total, la crisis económica llevará al ciudadano común, al emprendedor y profesionales independientes a situaciones insospechadas, pérdida de su capacidad adquisitiva, despido de empleados, pérdida de sus negocios, deudas impagables, hambre generalizada, la crisis política, con todo y sus políticos irresponsables, a una división más aguda de nuestra sociedad y, por los vientos que soplan, a un nuevo y masivo fraude que solo podría sortearse con reformas electorales reales, elecciones internas y generales limpias y transparentes, verificación independiente y simultánea de resultados, inexistencia de credenciales y de partidos de maletín que no se miran en el horizonte.

Finalmente, estimado lector, caeríamos en una crisis moral más aguda de la que ya vivimos, atrapados en una sociedad desigual, la más desigual de América Latina, la más pobre, la más corrupta, la de peor cumplimiento de la ley, la más enferma en términos relativos de Centroamérica, la más inepta, incapaz de satisfacer las más elementales necesidades básicas de la población, y eso, piénselo bien, nos llevará de nuevo a la ley de la selva, donde sobrevive el más apto, que significa, el más violento, el más dispuesto a matar, a atacar, a destruir. Es como una réplica de la novela “Los Miserables” de Dumas, una sociedad donde la bondad, la decencia, el respeto a las personas, los bienes y la ley ya no existen y solo queda el vacío, y en el vacío, así como en las revoluciones, ¡sálvese el que pueda! Tenemos una opción, la opción de ser valientes antes de la debacle total.

(*)Catedrático universitario
Secretario general del Partido Liberal de Honduras

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