COVID-19, la incertidumbre de los datos oficiales
Por: Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario
Hace algunas semanas la fundación chilena “Ciudadanía Inteligente” decidió evaluar la calidad de la apertura en los datos oficiales de los gobiernos latinoamericanos sobre la pandemia del COVID-19. En el mismo se ubica a Colombia, México, Chile y Perú como los países más transparentes, mientras Bolivia y Nicaragua se presentan en el extremo opuesto, de Honduras no hay registros en el informe, sin embargo, es un tema que debe ocupar la atención y el respectivo análisis.
Como punto de partida es necesario saber ¿qué tan transparente es la información que SINAGER nos entrega sobre COVID-19? Las cifras y declaraciones oficiales que cada noche se presentan en cadena nacional de radio y televisión no reflejan la realidad del impacto de la pandemia en el país, las proyecciones gubernamentales son muy poco sustentables con relación a los casos totales, casos letales, activos e incluso en la cifra de recuperados.
Estudios epidemiológicos recientes advirtieron que para los meses de junio y julio, se estimaba que el 50% de los hondureños estaría afectado por el virus, si esto es así, las cifras oficiales se quedan cortas, sumado a esto hay un desface de al menos tres semanas a un mes en los resultados de la pruebas PCR, lo que además de limitar el control estadístico se convierte también en un dolor de cabeza para médicos, pacientes y familiares, presos de la incertidumbre a falta de un diagnóstico oportuno.
Solamente unas semanas atrás se dijo que el departamento de Cortés había llegado a la etapa de aplanamiento de la curva y que en el Distrito Central estábamos en esa ruta, los pocos datos con los que se cuenta mostraron lo contrario, Cortés no llega todavía al pico máximo de casos y en Francisco Morazán la crisis apenas inicia.
¿Cuántas pruebas se realizan? Esta es otra gran limitante, Honduras es el país de Centro América con la segunda mayor población afectada, el que menos pruebas diarias realiza en el campo y a la vez el que menos procesa a nivel de laboratorio, esto impide saber a ciencia cierta el número de contagios, los casos reales y diagnósticos específicos, de igual forma imposibilita conocer el real momento de la pandemia, cuándo llegaremos al pico o a la etapa de aplanar la curva, hay quienes dicen que será en agosto y otros menos optimistas advierten que quizás hasta septiembre.
Expertos han recomendado con mucha insistencia que la Secretaría de Salud incremente los operativos de brigadas médicas casa por casa para identificar a los portadores del virus en etapa temprana y evitar que estos lleguen a los hospitales, y si bien estas son regulares en las últimas semanas en barrios y colonias de Tegucigalpa y San Pedro Sula, no se están haciendo las pruebas rápidas para al menos un miembro de cada familia visitada, lo que minimiza la posibilidad de éxito que pueden tener.
En relación con los casos letales hay también serios desbalances, a diario los medios de comunicación transmiten las versiones hospitalarias sobre decesos masivos en los centros asistenciales, cifras alarmantes que se quedan a nivel de sospecha porque se dan sin haberse realizado las pruebas respectivas o porque simplemente no se tienen los resultados, si estas se suman a las muertes certificadas por Salud sin duda la tasa de letalidad se elevaría a 4 ó 5 por ciento.
¿Por qué es importante la transparencia en las estadísticas? Sencillamente porque en medio de una crisis tan profunda como la que actualmente viven los hondureños la información es primordial, contar con números reales puede marcar la diferencia entre una ciudadanía que se debate en los extremos, los que se cuidan y los que se exponen.
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