Chiquita y el centro logístico

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6 de julio de 2020
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12:01 am
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Chiquita y el centro logístico

Por: Fernando Berríos
Periodista
[email protected]
Twitter: @berriosfernando

Bien reza un adagio popular: la Magdalena no está para tafetanes, es decir, ni Honduras ni el resto de países del mundo están en condiciones de perder o despreciar lo que ya tienen.

La pandemia del COVID-19 está llevando, poco a poco, no solo a un estado de calamidad sanitaria, sino también a un estado de calamidad económica.

La subsistencia del ser humano está hoy en más peligro que nunca. Apenas empezamos a comprender que, inevitablemente, habrá estragos en la población mundial. Y lo peor es que ni por cerca se observa una salida al final del túnel.

Estados Unidos, el país más afectado del planeta, lleva sobre sus espaldas un aterrador pronóstico de hasta 150,000 contagios diarios si no se toman medidas estrictas de confinamiento en tanto se consigue un tratamiento efectivo o una vacuna.

¿Y qué pueden esperar los países pobres como Honduras, con sistemas de salud históricamente colapsados, con dificultades para adquirir insumos o medicamentos en un mercado cada vez más cautivo? Comenzaban a llegar las primeras noticias esperanzadoras y nos cae como balde de agua fría que solo Estados Unidos ha acaparado más del 90% del medicamento conocido como remdesivir. Bien lo dijimos en artículos pasados: esto es un sálvese quien pueda. Esta es la realidad a la que nos enfrentamos.

Ahora, sumado a este panorama tan sombrío, hay que preocuparse in extremis por la calamidad económica que se avecina. El economista Martín Chicas calcula que la caída del PIB podría oscilar entre 4.4 y 6.2%, es decir, esto nos lleva automáticamente al decrecimiento económico, tirando por la borda todo un plan de nación.

Este ha sido el escenario menos pensado para los gobiernos del mundo y también para el hondureño, que en 2016 diseñó un plan de crecimiento económico denominado Honduras 2020, a través del cual se potenciarían seis sectores claves de la economía: maquila textil, turismo, call center, autopartes, vivienda y agroindustria.

Potenciando estos sectores, de acuerdo al plan, Honduras podía convertirse en el centro logístico de América, con modernas carreteras, puertos y aeropuertos, todos interconectados para llevar a otro nivel la conectividad entre el comercio nacional y las demandas del mundo.

La pandemia vino y destruyó los planes y las aspiraciones de todo el mundo. No hay un solo país que no haya sido afectado en su visión de país de corto, mediano y largo plazo. Sobre la marcha, a prueba y error, todos se están reinventando para salvar a sus poblaciones y no ver morir sus economías.

A nivel mundial, el turismo enfrenta la peor crisis de su historia, las maquilas se detuvieron ante la falta de mercados, los autopartes y arneses eléctricos tienen escasa demanda, los call center apenas subsisten, los proyectos de vivienda están deprimidos y la agroindustria enfrenta el reto de mantenerse activa para garantizar la seguridad alimentaria de las naciones.

Honduras tenía enormes ventajas competitivas en todos estos ejes priorizados. Por poco o mucho, todos estaban siendo potenciados, con suficientes incentivos fiscales y de acceso al financiamiento.

Por lo anterior, resulta preocupante que empresas transnacionales anuncien que llevan sus operaciones logísticas a otras naciones de la región. La Magdalena no está para tafetanes. Ni una sola industria debería salir de nuestras fronteras buscando alternativas para hacer más eficientes sus operaciones. Honduras, bajo el liderazgo del gobernante, debe mantenerse a la altura de esa visión de convertir a Honduras en el centro logístico de América.

Las operaciones de Chiquita Brands y de cualquier otro inversionista nacional o extranjero son vitales para la economía nacional. Los más de 28,000 contenedores que se manejaban al año a través de Puerto Cortés y que ahora saldrán por Puerto Barrios, en Guatemala, representan un golpe económico que debería ser revertido.

Honduras debe seguir en los ojos del mundo por sus ventajas logísticas, sus procesos de facilitación comercial y simplificación administrativa, por la seguridad jurídica y tasas competitivas. No estamos solos en el mundo, aquí cerca, con nuestros vecinos, tenemos a quienes, con creatividad o astucia, querrán quitarnos lo que tanto nos ha costado.

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