EL TIEMPO QUE DURE

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7 de julio de 2020
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12:23 am
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EL TIEMPO QUE DURE

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PARA pagar jaranas al exterior, mientras el país se hunde en lo más hondo de la miseria, el gobierno venezolano desde enero de este año ha retirado unas 24 toneladas de oro que, como reserva, mantiene en las bóvedas del Banco Central. Le quedan aún otras 100 toneladas, acumuladas durante los años de gloria de la revolución del Siglo XXI cuando la producción a borbollones del crudo alcanzaba precios de extorsión en los mercados internacionales. A falta de liquidez, para mantenerse él y su círculo de acólitos cómodos en el poder, ahora pagan con moneditas de oro constante y sonante. Pero las reservas se van agotando, y los bajos ingresos obtenidos de la venta del pesado crudo venezolano operado por la quebrada empresa estatal, también se escurren entre los despilfarradores dedos de la mano. El veredicto de un juez inglés fue no entregar el oro a la autocracia ya que su país reconoce al autoproclamado como el presidente legítimo de Venezuela.

El Twitter de Guaidó complacido que “el oro quedaba protegido del saqueo del régimen”, le ganó la imputación a sus colaboradores por delitos de “traición a la patria”, “usurpación de funciones y asociación para delinquir”. Aunque el Banco de Inglaterra –avalado por sentencia judicial– no quiera devolverle los $1,000 millones en lingotes de oro que mandó a guardar en la caja fuerte, el sempiterno Nicolás, heredero del trono del finado, es hueso duro de roer. No ha habido forma de quitarlo. Antes se fueron los halcones de la Casa Blanca que intentaban desbarrancarlo. POTUS –en medio de los estragos de la bestial pandemia– celebra reuniones políticas al aire libre, con o sin el uso de las mascarillas y distanciamiento social, en busca de su disputada reelección. Allá del otro lado del globo, Putin, más calladito, sin levantar mucho polvo, acaba de ganar con sobrada mayoría el plebiscito constitucional que le da manos libres a ejercer otros dos períodos de mandato, de 6 años cada uno, hasta el 2036. «Después de Putin vendrá Putin», es la frase propagada entre ateos y creyentes para que no quepa duda de quien ejerce el poder. Así que de haber algo cierto en la controversial polémica objeto de investigaciones de la CIA y del FBI, que el gobierno ruso se inmiscuyó –a influenciar por medios digitales el electorado norteamericano– en las elecciones presidenciales anteriores, nada le impide a Putin, muy a gusto usando y abusando de un poder que nunca termina, hurgar y probar de nuevo. Los poderosos, que imponen su voluntad con puño férreo, no están tentados a abandonar su silla imperial.

Xi Jinging de China Continental, se convirtió en presidente de por vida, logrando una enmienda constitucional en la Asamblea Nacional Popular –2,957 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones– que elimina los límites de mandatos. Ya con eso en la bolsa, ahora la Asamblea Nacional Popular China se prepara a promulgar una ley para poner a Hong Kong –activo en los últimos meses en escaramuzas populares por mantener su estatus especial– en cintura. Sin que haya nada que lo evite, “Pekín –apuntan los expertos– puede inmiscuirse legalmente en el orden democrático de Hong Kong y lo hará para silenciar cualquier voz crítica y remodelar la metrópoli según la idea comunista”. Así las cosas, los líderes de esos regímenes autoritarios, van a resistir, permanecer y durar mucho más en el poder que todo el tiempo que dure la pandemia y sus devastadores efectos sobre el planeta.

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