La Batalla de Gualcho: Heroísmo, sacrificio, hermandad

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11 de julio de 2020
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12:05 am
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La Batalla de Gualcho: Heroísmo, sacrificio, hermandad

¡Liberales! La victoria se construye la derrota también

Por: Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

En 1824, la América Central se regía por la Constitución que sustentaba la creación de la República Federal. Honduras decretó la carta fundamental del Estado el 11 de diciembre de 1825, sancionada por Dionisio de Herrera y Francisco Morazán; en la cual se establecía la figura del Consejo de Representantes, con funciones de poder moderador del gobierno; Morazán fue electo como miembro.

Manuel José Arce, fue electo por el Congreso Federal como presidente de la República, mediante acto fraudulento en perjuicio del ganador por voto popular José Cecilio del Valle. El alto clero, la aristocracia criolla representada por la familia Aycinena y los conservadores, influyeron para que en una actitud desleal a su juramento, Arce, con el objetivo de ejercer dominio directo sobre los estados, cometió abusos de poder, entró en diferencias con sus respectivos jefes, destituyó a Juan Barrundia, jefe de Estado de Guatemala y creó condiciones para invadir a Honduras y El Salvador; siendo sitiadas sus sedes de gobierno en Comayagua y San Salvador, por fuerzas del Ejército Federal, en abril de 1827 y en marzo de 1828 respectivamente.

Al respecto, Morazán señala en sus Memorias, “La elección de presidente de la República, hecha por el Congreso en el ciudadano Manuel José Arce, contrariando el voto de los pueblos, que dieron el sufragio al ciudadano José del Valle, fue, en mi concepto, el origen de las desgracias de aquella época”.

Arce, en nota reservada que dirigió al coronel José Justo Milla, vicejefe de Estado de Honduras, instruía: “Que ponga término a los males que causa el jefe Herrera en Honduras, haciendo uso de las armas y que proteja a los que este persiga”. La orden se cumplió, Herrera fue hecho prisionero, conducido a Guatemala, el gobierno quedó acéfalo. Morazán asume la responsabilidad de expulsar al traidor, derrotándolo en la batalla de La Trinidad. Honduras recobraba su libertad.

El Consejo de Representantes, nombró a Morazán, “encargado del Ejecutivo, con arreglo a la ley”; Arce ordenó al coronel Vicente Domínguez “marchar sobre Honduras”, simultáneamente ejercer control sobre la región oriental de El Salvador, el general Arzú con fuerzas federales, mantenía sitiada a San Salvador. El vicejefe de Estado, Mariano Prado solicitó auxilio a Morazán, quien delega el gobierno en Diego Vigil e instala su cuartel general en Texiguat.

“En pocos días, conseguí organizar una fuerza compuesta de hondureños y nicaragüenses, que, aunque muy inferior al número de la de Domínguez, se componía en su mayor parte, de soldados voluntarios y decididos a morir en defensa de su patria”; narra Morazán en sus memorias. Emprendió la marcha hacia San Miguel, con muchas privaciones, solamente dos terceras partes de los soldados llegaron a las inmediaciones de aquella localidad, ubicando su pequeña división en el pueblo de Lolotique, distante una legua del pueblo de Chinameca, sede del cuartel general de Domínguez.

Morazán esperaba refuerzos de San Salvador, cuya fuerza al mando del teniente coronel Ramírez, le comunicó que tenía que pasar con alguna dificultad el Lempa, por lo cual decidió protegerlo. A las 12, emprendió la marcha con ese objetivo, la lluvia no se lo permitió, decidió aguardar en la hacienda de Gualcho.

Domínguez que marchaba a la izquierda de Morazán, también se detuvo por la lluvia, obligado a situarse a una legua distante de aquella hacienda. A las 3 de la mañana del 6 de julio, Morazán colocó dos compañías de cazadores en la altura que domina la hacienda, hacia la izquierda, para bloquear el único lugar que permitía la aproximación del enemigo, a las 5 supo la posición que este ocupaba, minutos después le informaron que estaba a tiro de cañón de las compañías de cazadores. Morazán tuvo que decidir entre continuar la marcha, defenderse en la hacienda o presentar batalla, optó por lo último; respecto a la decisión narra: “no podía ya retroceder en estas circunstancias, porque una retirada con tropas que no son veteranas, tiene peores consecuencias que una derrota, sin la gloria de haber peleado con honor”.

Se rompió el fuego, las compañías de cazadores resistieron el ataque, “ciento setenta y cinco soldados bisoños hicieron impotentes por un cuarto de hora, los repetidos ataques de todo el grueso del enemigo. Este, obligado por instinto a tributar el respeto que se debe al valor, no se atrevió a hollar la línea de cadáveres a que quedó reducido el pequeño campo que ocupaban los cazadores. El entusiasmo que produjo entre todos los soldados, el heroísmo de estos valientes hondureños, excedió el número de los contrarios”.

Destaca Morazán en sus memorias: “Cuando la acción se hizo general por ambas partes, fue obligada a retroceder nuestra ala derecha, y ocupada la artillería ligera que la apoyaba; pero la reserva, obrando entonces por aquel lado, restableció nuestra línea, recobró la artillería y decidió la acción, arrollando parte del centro y todo el flanco izquierdo que arrastraron en su fuga al resto del enemigo, dispersándose después en la llanura”.

Con la victoria de Gualcho, se crean condiciones para la ruptura del sitio en San Salvador, se facilita la rendición de mexicanos, la capitulación de San Antonio y abre la avenida estratégica para la toma de Guatemala, con el Ejército Aliado Protector de la Ley.

Gualcho, significa un acto de lealtad recíproca entre Honduras y El Salvador, heroísmo y sacrificio por la sangre derramada de texiguats y curarenes, el inicio de una alianza entre dos estados, vigente durante la campaña morazánica y sostenida con honor, entre el general Cabañas y el capitán general Gerardo Barrios, hasta el fin de sus vidas.

Significa un acto de hermandad, sellado con una misión compartida, entre pueblos hermanos, todavía en deuda con el vencedor de Gualcho y la Patria Grande.

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