¿SIGLO DIECINUEVE?

ZV
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12 de julio de 2020
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12:12 am
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¿SIGLO DIECINUEVE?

UN investigador ya fallecido sugería que Honduras tendría que saltar del siglo diecinueve al siglo veintiuno. Nunca dio explicaciones al respecto. Pero podríamos derivar algunas conjeturas en el sentido que de repente los hondureños echamos a perder casi todo el siglo pasado. No es que no hubiera cosas buenas y acciones edificantes desde el Estado, algunos personajes y la colectividad. Sino que la mayoría de las veces dimos “palos de ciego” malogrando los buenos proyectos y repitiendo algunas tonterías anárquicas más propias del siglo diecinueve, como sin nunca hubiésemos alcanzado un “mínimum” de modernidad.

La verdad es que ni el siglo diecinueve ni tampoco el veinte, son modelos históricos para el futuro de nuestro país. Ni mucho menos los comienzos del incierto siglo veintiuno. Lo recomendable es buscar con lupa, y con pinzas, las pocas cosas buenas que han ocurrido en el pasado lugareño para presentarlas con cierto orgullo frente a la posteridad. Hemos contado con algunos buenos estadistas; con líricos excelsos; periodistas de primera y ciertos pensadores de altos vuelos.

Aparte de lo anterior registramos interesantes experiencias en ciertas ramas productivas. Por ejemplo: La ganadería y la exportación de carne salada hacia varios puntos de América Central y del Caribe durante casi todo el siglo diecinueve, fueron redituables para Honduras y las nuevas generaciones de estudiantes, que gracias al comercio de la carne salada de Olancho y de Choluteca, y de las partidas de ganado en pie, viajaron a estudiar al exterior; o tal vez por eso lograron adquirir buenas bibliotecas. En el siglo veinte, por el contrario, la ganadería se hizo extensiva y destructora de valles fértiles, de donde salieron los políticos más ariscos que llegaron a la capital. Si la ganadería hubiese sido intensiva y científica como en Suiza, otra fuera la historia económica de nuestro país.

Desde todo punto de vista parece muy importante un estudio “cuantitativista” de la historia económica hondureña en el siglo diecinueve, incluyendo el rubro de la minería, cuyo balance científico se encuentra como a la espera, habida cuenta que durante casi todo el periodo colonial la “Gobernación de Honduras” se alzó sobre el horizonte como un baluarte provincial de toda la minería del “Reino de Guatemala”, es decir, de la Centroamérica actual. De lo único que por ahora estamos seguros es que la fortaleza de nuestra moneda nacional se mantuvo bastante sólida hasta bien avanzado el siglo veinte, gracias al respaldo sobreviviente de la vieja minería.

Quizás el aspecto más negativo heredado del siglo diecinueve, sean las actitudes anárquicas de un gran porcentaje de la población hondureña, renuente a disciplinarse y a diversificar su economía. Ahora mismo observamos una curva desorbitada de contaminación virológica por causa de la indisciplina relacionada con las precauciones básicas que se deben adoptar al momento de salir a las calles. Y es que innegablemente hay anarquismo decimonónico del hondureño promedio frente a muchas circunstancias de la vida. O un desprecio disimulado al organizar fiestas y visitas innecesarias a los amigos y vecinos de los barrios y colonias. Este comportamiento anárquico nos está pasando la factura a todos: a los culpables y a los inocentes.

El siglo veinte pasó frente a nuestros ojos como si nada hubiésemos aprendido de las cosas buenas y malas que ocurrieron frente a nosotros. Tanto en relación a las debilidades como a las fortalezas nacionales. Quizás la única fortaleza que nos queda es la producción agropecuaria que sigue siendo más o menos operativa. Y, desde luego, las grandes potencialidades turísticas que el futuro se pueden concretar. Como añadidura vital quedaremos también, a la espera, que las mejores cabezas pensantes hagan sugerencias válidas, aceptables y aceptadas, para la gran mayoría de hondureños.

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