Por: Nery Alexis Gaitán
Triste aquella nación que necesita héroes. Donde haya necesidad de que sus mejores hijos realicen proezas extraordinarias para preservar la vida. Amenazada por los vendavales del odio, de la miseria y de la corrupción. Así hemos visto luchas libertarias; acciones altruistas que desafían lo imposible, negando la mezquindad; hermanos dando lo mejor de sí por sus familiares, sus amigos, sus compatriotas. ¡Loor a todos los valientes que dignifican la vida!
Esta pandemia que estamos sufriendo ha sacado lo mejor y lo peor que tenemos en el corazón los hondureños. Es decir, nos ha evidenciado tal cual somos. Porque ya sabemos que “de la riqueza del corazón habla la boca”. Y que cada quien da con el corazón que tiene; y lo mismo, cada quien recibe con el corazón que posee. Hacemos el bien o el mal; somos agradecidos o ingratos. Así es la naturaleza humana, pero siempre se puede incrementar su valía cuando se nutre de los valores eternos.
Si hacemos un recuento de indignidad e ignominia veremos que durante esta crisis sanitaria ha habido muchos aprovechados, demostrando que en su corazón y su alma lo que predomina es la podredumbre. Se han robado el dinero asignado para combatir la pandemia, han comprado materiales defectuosos, (¡cómo indigna saber que han distribuido mascarillas deficientes, engañando y condenando al pueblo a morir!); han hecho compras mentirosas, se han robado los materiales de bioseguridad; han instalado carpas inútiles en vez de construir hospitales; se han robado alimentos destinados a los pobres…
Hay políticos que les ha importado un pepino que el pueblo se esté muriendo y no han aparecido por ningún lado. Se han negado a ayudar solo porque son adversarios del gobierno. Son unos inútiles, parásitos, que solo males le ocasionan a los necesitados.
Hemos visto empresarios prestándose para vender materiales sobrevalorados; tirando sus empleados a la calle sin pagarles sus derechos laborales. Comerciantes vendiendo a precios altísimos los materiales de bioseguridad; asimismo todos los productos de primera necesidad. Como ejemplo, citaremos que una libra de jengibre antes de la crisis costaba L. 60.00, hoy vale L. 200.00; y el carnaval de lo caro continúa y está en su mejor momento…
Vemos la decadencia de los valores espirituales y morales. La generosidad, la solidaridad, están ausentes en los actos cotidianos. La búsqueda de Dios, y lo valioso de sus enseñanzas, ya no es una elección de vida. El mal, la apatía, el interés mezquino, predominan por sobre todas las cosas.
Pero no todo está perdido. Aún hay seres humanos valiosos que se interesan por el bienestar de los demás. Su participación en esta tragedia nacional ha sido evidente. El personal de salud, médicos enfermeras y demás, valientemente están luchando sin descanso en la primera fila contra esta guerra. Tristemente algunos ya ofrendaron su vida por el bien común; otros, en gran número, se han contagiado. Lo lamentable es que no se les ha proveído de materiales de calidad para su protección personal. Sus protestas son justas y deben ser resueltas inmediatamente.
Lo mismo ha sucedido con otros servidores públicos, que al andar ayudando a la población, se han contagiado y han muerto por falta de materiales de bioseguridad adecuados. ¡Lamentable e indigno al mismo tiempo!
Estos verdaderos héroes, sin capa ni espada, han hecho la diferencia. El pueblo tiene una deuda de gratitud eterna con todos aquellos que de una forma sincera trabajan por brindarle salud. ¡Son héroes, ante todo, sin importar que trabajen en condiciones infrahumanas, sin materiales adecuados, sin medicamentos, casi sin nada!
Los políticos deberían tomar este ejemplo de patriotismo y trabajar por el bien común. Es lo que se espera de ellos. Y no que lleguen a los cargos solamente a robar y causar daño.
¡Loor a nuestros héroes! ¡Honduras merece un mejor destino!
