Escuela en el hogar

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16 de julio de 2020
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12:22 am
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Escuela en el hogar

Carolina Alduvín

Por: Carolina Alduvín

Con el cierre de los centros educativos en todos los niveles, muy oportunamente las nuevas tecnologías han cubierto -de forma parcial- la función de las aulas. Como solución provisional, suena bien; supuestamente no se perdió el contacto entre profesores y alumnos, al menos las escuelas e institutos de modalidad bilingüe, finalizaron el año lectivo.

Desconocemos si los programas académicos se cumplieron a término, las labores de supervisión, en estas condiciones deben ser un tanto complicadas y poco precisas, definitivamente, las actividades prácticas fueron truncadas, quedando sin cumplir varios de los objetivos de los programas.

La situación no es ni cercanamente tan afortunada en los centros de educación pública, es posible que en áreas urbanas los participantes tengan acceso a Internet, pero lo más seguro es que los educandos tengan prioridades alimenticias sobre recargas o conexiones y que, los docentes deban costearlo de sus sueldos de hambre. Dudo que esté operando, ni en forma parcial; en los centros privados, es posible que haya mejores condiciones entre el alumnado, si en los estratos económicos superiores, no en todos los casos en los medios y poco probable en los que viven al día. Lo más seguro es que casi todas fracasen en el desarrollo de los programas de este año, situación que, dada la experiencia con anteriores contingencias -de otro tipo- terminará en grados aprobados y graduaciones ficticias.

Los plazos para diferir pagos debido a la contingencia, además de estar resultando altamente onerosos y un desmedido abuso de parte de los bancos, nunca se consideraron para las colegiaturas; ahí hay círculos viciosos, los tutores no pagan porque no hay ingreso, por falta evidente del servicio, o ambos, por tanto, el establecimiento tampoco puede cumplir con sus docentes, independientemente de si ellos cumplen o no.

Dado que a la contingencia no se le ve término, el debate comienza a girar, ya no tanto en, si los padres enviarían de nuevo a los educandos a los centros, cuando se les autorice a reabrir; la mayoría anticipa que no lo hará, así no tengan con quien dejarlos mientras salen a trabajar. No falta quien esté considerando que el proceso educativo, puede y hasta es mejor que continúe en modalidad virtual. El trastorno inicial de tener a los menores todo el día en casa, se va haciendo costumbre y cada día se van evidenciando las ventajas y desvaneciendo los inconvenientes. Por ejemplo, se obvian el acoso escolar, el riesgo de enfrentar las malas compañías, la delincuencia común, el costo de transporte y uniformes, entre otros.

Pero, ¿qué pasa con los padres que carecen de preparación, tiempo o voluntad de tomar en casa el papel del maestro? ¿Qué hay de la socialización de los educandos? ¿Cómo van a adquirir habilidades como competir en buena lid, resolver conflictos, adquirir liderazgo o cultivar amistades? ¿Quién y cómo va a supervisar la labor educativa y el rendimiento académico? Los docentes, han debido, de la noche a la mañana, adquirir habilidades para la enseñanza remota, readecuar planes y programas a la nueva modalidad, repensar las formas de interactuar con los alumnos, de guiarlos remotamente, de evaluarlos a sabiendas que hay demasiadas variables fuera de su control, como el no saber a quién en verdad están calificando. Dicen, es lo que nos piden y es lo que hay, mientras entregan su mejor esfuerzo y buena voluntad, cubren aspectos informativos, dejando los formativos para mejores tiempos presenciales, o a lo que se pueda practicar en cada aislado domicilio, quizás con participación paterna, o a la buena del destino.

El nivel universitario, en cierta forma estaba mejor preparado y abierto a las nuevas TICs, desde hace unos años, parte de las actividades se venían realizando con auxilio de la modalidad en línea, o la educación a distancia, tanto en las instituciones estatales como en las privadas. Ahí ya la responsabilidad es totalmente del educando, no se precisa de la guía paterna y responde en gran medida a la automotivación de cada uno; nuevamente, más eficaz en carreras que no precisan de actividades de laboratorio o de campo, las disciplinas científicas quedan más que cortas con toda la práctica no posible de transmitir a través de las pantallas. ¿Cómo auscultar un paciente, o cómo captar un olor sui generis de determinada sustancia? Hay cosas de plano irremplazables.

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