AISLAMIENTO

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19 de julio de 2020
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12:02 am
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AISLAMIENTO

ADEMAS del famoso “distanciamiento social” como medida de prevención para salvaguardarnos de la pandemia, nuestro país pareciera exhibir una especie de aislamiento diplomático internacional. Durante la mal llamada “guerra fría”, que duró varias décadas, Honduras fue el país ístmico más cercano de Estados Unidos. Sin embargo, a veces pareciera recibir desdenes de algunos de los mismos dirigentes del “hemisferio occidental”, quienes suelen olvidar, con una facilidad asombrosa, aquella lealtad y otras proximidades estratégicas.

Este raro fenómeno se ha vuelto más evidente en el contexto cruel de la crisis pandémica mundial. Honduras ha quedado como aislada y olvidada por sus propios aliados. No digamos por uno de los “adversarios” históricos. Excluir a Honduras de beneficios humanitarios, en todo caso es un error estratégico de primera magnitud, que debiera ser corregido. Porque jamás olvidaremos la indiferencia con la cual ha sido tratado nuestro pueblo en este momento de histórica calamidad. Tampoco olvidaremos a los amigos del exterior que han tratado de auxiliarnos.

Durante “la guerra de las cien horas” que sobrellevamos en julio del año 1969, bajo la invasión penetrante de la artillería salvadoreña, que se llevaba de encuentro a la población civil de varios puntos fronterizos, experimentamos también el aislamiento y la soledad diplomática internacional. En parte debido al poderoso aparato publicitario que habían montado los dirigentes salvadoreños. Y en parte por causa de la negligencia del jefe de Estado de Honduras, que se desempeñaba como tal en aquel entonces.

Sin embargo, a pesar de todos los pesares, el pueblo hondureño actuó con mucha inteligencia al unificarse en torno de la bandera nacional, reforzando en la retaguardia a las Fuerzas Armadas de Honduras. La vigilancia nocturna la realizaban los civiles en todas las ciudades, caseríos y aldeas, aportando ropa y alimentos básicos para sostener a los soldados en el frente de batalla, durante aquellas “cien horas” y mucho después de las mismas. Pocas veces en la historia de nuestro país, la sociedad catracha se ha mostrado tan unida como durante el conflicto honduro-salvadoreño. Tal vez porque los políticos de aquella época eran más inteligentes y menos sectarios que en la actualidad. O tal vez porque el pueblo hondureño todavía era más culto, sobre todo en Tegucigalpa.

La unidad nacional es indispensable en dos grandes frentes: En el interno y en el externo. A lo interno con dirigentes maduros, eficientes y conciliadores. Y en el campo internacional necesitamos, como refuerzo para lo anterior, un equipo heterogéneo de “lobbistas” trabajando permanentemente, las veinticuatro horas del día, por los intereses económicos, geográficos y políticos de nuestro país, neutralizando cualquier acción aislacionista, venga de donde viniere.

No podemos ni debemos olvidar que durante la guerra de julio de 1969, a pesar de la poderosa propaganda de desinformación de los salvadoreños, dos países vecinos fueron solidarios con Honduras. Uno en el plano logístico militar, y el otro en el plano moral, sobre todo mediante la pluma autorizada de un gran periodista guatemalteco. Más allá de nuestras fronteras la República de Yugoeslavia le vendió aviones de guerra a nuestro solitario país. Lo mismo hizo una pequeña nación del Cercano Oriente. Decimos lo anterior porque devenimos obligados a aprender de la historia regional y mundial.

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