Por: Otto Martín Wolf
Cuántos sueños quedaron atrapados en esa palabra?
Olvidados, extraviados en un simple quisiera?
Quisiera tener cuatro años de nuevo para encaramarme en la cama de mi madre y disfrutar de esos brazos gordos, gruesos, llenos de dulzura.
Quisiera volver a escuchar los cuentos tontos y bellos que me repetía llenos de amor una y otra vez.
O aquellos chistes infantiles -los mismos siempre- con los que siempre me hacía reír.
Juguetear por los amplios jardines cuando eran tiempos de bonanza o el pequeño ático donde se amontonaban camas, libros, ropas y hermanos, cuando no lo eran.
Quisiera revivir la infancia, jugar -y pelear- de nuevo con todos ellos.
Quisiera tener la capacidad de volver a esos tiempos con lo que conozco ahora de la vida y revivir esos juegos y esos pleitos.
Quisiera haber sabido en ese momento lo maravillosos que eran y, también, que nunca jamás volverían, los hubiera disfrutado tanto!
Quisiera estar junto a mis hermanos, los que ya partieron y aquellos que nunca veo por pereza o distancia.
Quisiera regresar a la niñez y enderezar el camino, encontrar la ruta que no supe hallar.
Quisiera ver de nuevo aquellos compañeros de juego y dizque de estudios, reír con ellos, gozar las travesuras y hasta el terror al correr delante del gordiflón policía que nos sacaba carrera tratando de que no volviéramos a tocar el timbre de esa casa, terminando siempre con la paciencia de desconocidos.
Quisiera regresar a la niñez y enderezar el camino, encontrar la ruta que no supe hallar.
Huyendo y riendo a la vez, en una mezcla de diversión y miedo, eso quisiera.
Me perdí en el camino? No supe encontrar la ruta?
Pero sí he tenido éxito casi en todo, me digo a veces; pero siento que quizá debí haber caminado por otros senderos.
Quisiera haberme rebelado más y soñado más.
Mi adolescencia debió haber sido más rebelde, más soñadora; quizá así hubiera producido un adulto más dispuesto a cambiar el mundo o morir en el intento.
Entré en la vida tomando las cosas a destajo, sin llegar nunca a ser el hombre que soñé, caminé por la ruta más suave y el sendero menos complicado.
Y puedo decir que las cosas me vinieron fácil, todo.
Jamás enfrenté una lucha a muerte, excepto con mis pensamientos y sueños.
Me hice solo o me deshice solo?
Quisiera haber comprendido a tiempo que el camino de las cosas complicadas y las simples eran igual de difíciles y, también, valiosos.
Quisiera emprender cada día sabiendo todo lo que mañana sabré y disfrutar de todas las cosas que, también mañana, quizá desearé haber disfrutado más.
Quisiera.
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