Las Fuerzas Armadas y la pandemia

MA
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29 de julio de 2020
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12:57 am
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Las Fuerzas Armadas y la pandemia

Cnel. de Av. ® José A. San Martín F.
Excomandante General FAH y
Licenciado en Ciencias Aeronáuticas Militares

La presencia de la actual pandemia del coronavirus, ha dado un vuelco a todas las expectativas y planeamientos estratégicos de desarrollo en todos los países del globo terráqueo, en unos con mayor énfasis que otros. Y, ciertamente, ha llamado la atención de los líderes políticos porque sus estrategias no evolucionarán ni seguirán el camino diseñado para aplicarlas en favor del bienestar general; porque la sociedad está bajo ataque, cual si fuese un conflicto armado, solo que en esta oportunidad, el enemigo no es el tradicional, al que se combate con bombas y balas. Similar que en el conflicto armado, el ingenio, el conocimiento, el estudio, la determinación y el riesgo, se convierten en elementos, armas, dígase jeringas, medicamentos, microscopios, trajes de protección, etc. para combatir este inusual enemigo, que sin esperarlo nos ha provocado y atacado inmisericordemente a todos los seres humanos. Nuestros soldados del frente de batalla, no son los militares designados por la Carta Magna en el Capítulo X sobre la Defensa Nacional; hoy, nuestros combatientes del frente son los médicos, personal de enfermería y técnicos en salud, diseminados a lo largo y ancho del territorio nacional.

Como es obligatorio frente a las conflagraciones que ponen en peligro la seguridad del Estado, todos, sin excepción, debemos participar en la defensa nacional mediante la aplicación de nuestras habilidades y capacidades profesionales, en su mayor esfuerzo, porque, diezmada la población, diezmado el Estado.

En la guerra, si al combatiente no se le dota del equipo y munición apropiados y suficientes, el enemigo los eliminará irremediablemente. Es por ello que las Fuerzas Armadas, en todo el mundo, planifican, se adiestran y se preparan para no sucumbir en el eventual caso de un conflicto. Estas actividades son un proceso permanente y requieren del apoyo de la mayoría de las instituciones públicas y privadas cuando el tipo de contienda lo demanda, como es el caso de la ofensiva que actualmente el coronavirus mantiene sobre el pueblo hondureño. Es obvio y claro que nuestro personal de salud, públicos y privados, que se mantienen en la vanguardia de la defensa, en este caso del principal interés nacional, la salud de la población, requieren de los equipos apropiados, insumos y medicamentos, en cantidades necesarias mientras el conflicto de la pandemia no deje de ser una amenaza. Nuestro sistema de defensa, de salud, no dará el ancho si se desatienden estas importantes y vitales necesidades. Este enemigo ataca a todos por igual, al sector público y al privado, al rico y al pobre, sin miramientos de raza ni religión; es por ello que se hace necesaria la participación de todos.

En la guerra, las FFAA requieren del total e irrestricto apoyo si se desea salir victorioso; en ella, los médicos y enfermeros participan activamente, son un elemento significativo en las operaciones militares. Igualmente nuestros médicos y el personal de salud, hoy los combatientes en este singular frente de batalla, que luchan contra esta pandemia, requieren del apoyo y respaldo de todas las instituciones y principalmente del pueblo hondureño para sustentarlo logística y moralmente. El gobierno de la República debe coordinar todo este apoyo utilizando el conocimiento de los mejores expertos, organizados en un Centro de Comando, Control y Comunicaciones (CCC), para combatir a este nuevo adversario. Es en esta circunstancia en donde las Fuerzas Armadas, al igual que otros organismos e instituciones, públicos y privados, deben ponerse al servicio de la nación porque juegan un papel de vital importancia en apoyo de los actuales combatientes contra a la pandemia. Participamos todos en la lucha o fracasamos todos.

Nuestro sistema de salud nunca ha planificado, adiestrado ni preparado para enfrentar un conflicto pandémico como el actual. Y en la gran mayoría de países ha ocurrido lo mismo. Sin embargo eso no significa que no podemos reaccionar con la prontitud y eficacia que la emergencia demanda. Nunca digamos que ya es tarde, actuemos.

Sabemos que las enfermedades pueden tener un origen natural o artificial, creado por el ser humano. Las grandes potencias mundiales aplican dentro de su preparación militar para enfrentar conflictos, la investigación y desarrollo de armas convencionales, nucleares, químicas y biológicas. Nuestros países, de muy poco progreso, no contemplan ni poseen la capacidad de enfrentar los tres últimos tipos de armas. Sin embargo las fuerzas militares, por doctrina, estudian las mejores maneras para lidiar con conflictos, no solamente en el campo estrictamente militar, con armas de fuego; también poseen capacidades de movilización y transporte, por tierra, mar y aire, de todo tipo de carga. Igualmente capacidades de planificación para el mejor manejo de recursos, humanos y materiales. Saben, por qué lo estudian, cómo distribuir equipo de apoyo logístico para sostener sus fuerzas en sus posiciones de defensa. La institución nacional que conoce la aplicación efectiva de la función logística, en toda su magnitud y espectro, durante un conflicto, son las Fuerzas Armadas; desde la determinación de las necesidades requeridas, la adquisición de equipos y materiales, su distribución y el control para que se utilicen racional, efectiva y eficientemente. Solo que en esta oportunidad este conocimiento no ha sido utilizado de manera planificada ni racional. Juntos, las FFAA, nuestros médicos, sistemas de salud, empresa privada y otras instituciones nacionales, han debido unificar criterios en un CCC para diseñar el mejor modelo para atacar efectivamente a la pandemia en nuestro país.

Los soldados de hoy, el personal de salud, pueden ser apoyados con todas esas capacidades logísticas, en donde las FFAA son expertas, para que a nivel nacional se suministre a todos los centros de salud del personal, equipo, insumos y medicamentos que sean requeridos. Los focos de mayor contagio ocurren, obviamente en los principales centros poblacionales, y así se ha demostrado con el Distrito Central y San Pedro Sula. Sin embargo, los lugares alejados, municipios, pueblos, aldeas y caseríos, estarán libres o con muy pocos contagios, inicialmente; porque, al entrar el virus a esas zonas, la enfermedad, casi irremediablemente, podría abarcar a la totalidad de la población.
Según observamos sobre el comportamiento en los niveles de contagios, es notorio que adolecemos de una más efectiva planificación y una pobre y débil ejecución; no obstante, se pueden mejorar notablemente si utilizamos debida e inteligentemente las capacidades de las FFAA. Naturalmente que para un buen resultado se necesita, además de una buena planificación, del deseo y compromiso de actuar con responsabilidad, honestidad, entusiasmo y firmeza para combatir a este enemigo. Esto garantiza un control efectivo sobre el comportamiento dañino del virus entre nuestra población.

Está demás decir que el esfuerzo será inútil si ciertos factores como el egoísmo político, las ambiciones personales y de grupo al igual que la corrupción, hacen presencia en la operación, manejo y control del combate a la pandemia. Asimismo, la influencia negativa de algunos medios de comunicación y redes sociales que, en lugar de mal criticar y desinformar, deben sumar al esfuerzo nacional contra el coronavirus. Hacer periodismo profesional, consciente y responsable, y no presentar noticias como si la crisis fuese un show noticioso o publicitario. La estrategia y táctica para el combate requieren de la crítica constructiva que abone al logro rápido del objetivo de erradicar al enemigo viral.

Es importante, para finalizar con estas ideas, que la ley que enmarca todas las acciones alrededor de toda esta operación, debe ser observada por la totalidad de los participantes, con la seguridad que cualquier desviación deberá ser castigada severamente. El último tribunal, si el sistema de justicia falla, es el pueblo hondureño. En la guerra, hasta se castiga con el fusilamiento a los traidores.

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