¿POSPONER ELECCIONES?

ZV
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1 de agosto de 2020
/
12:15 am
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¿POSPONER ELECCIONES?

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

LO insospechado. POTUS –quién sabe si en broma o en serio, o como otro distractor para hurgar a la prensa, o capear críticas por los estragos ocasionados por la peste– acaba de sugerir la posibilidad de un aplazamiento de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Líderes republicanos del Senado y el Congreso –que no decir de la oposición– corrieron a desmarcarse de la pretensión. Las razones que ofrece POTUS es que “los votos por correo, equivalen a tener las elecciones más fraudulentas haciendo del país el hazmerreír del mundo entero”. “La gente lista entiende lo que está pasando con el fraude en la votación –explica– los estúpidos no entienden”. Nunca, ni durante las guerras, las depresiones, ni siquiera en medio de la guerra civil, ese país ha dejado de ir a elecciones. Roosevelt fue elegido como esperanza a la terrible depresión que recién iniciaba y reelegido, como símbolo del líder capaz de sortear el peligro, durante la segunda guerra mundial.

Abraham Lincoln –el admirado presidente que recuperó el estatus integral de la unión, amenazada con la separación de los estados del sur, por el tema de sus esclavos negros que partió el país en dos– en los momentos más álgidos de la guerra civil, no vaciló un instante en garantizar que las elecciones debían realizarse. Aún apesarado con la sensación que perdería la reelección, opacada su gestión por las derrotas en el campo de batalla infligidas a los yanquis del norte por los rebeldes, como por el desgaste de su gobierno debido al hastío popular a la guerra prolongada. Competía contra George B. McClellan y su plataforma política de terminar la carnicería llegando a concesiones y reconocimiento de los confederados del sur. Lincoln había relevado al incompetente general de su mando ya que con un ejército mejor equipado y superior en número rehusaba enfrentarlo a las fuerzas menos numerosas del general Robert E. Lee. Hastiado de la pachorra del general que por meses enteros mantenía a su inmenso ejército acantonado sin atacar –interpretado por algunos como cobardía– le quitó el mando. Probó con otros generales que tampoco dieron el ancho. Hasta que finalmente colocó al frente del ejército federal a Ulysses S. Grant. Fue la victoria contundente que tuvo su compañero de armas, el general William Tecumseh Sherman, en estratégica campaña de captura de Atlanta, lo que devolvió la confianza de los desmoralizados soldados y la fe de la gente que la guerra se podía ganar.

La pesada atmósfera de fatalidad cambió repentinamente con victorias sucesivas de Sherman, mientras Grant –a quien los historiadores reconocen su genio militar– mantenía sitiado al ejército de Lee en Petersburg. Hasta lograr finalmente, con la rendición de Lee, la derrota del movimiento de secesión, de los estados confederados, en Appomattox. Lincoln –una ilustración de cómo acontecimientos inesperados pueden cambiar el ambiente político en un cerrar y abrir de ojos– ganó con 55% del voto popular contra McClellan. Ahora retomando lo otro en lo que estábamos. Para intuir la motivación detrás del tanteo de suspender la consulta comicial que se avecina. En el segundo trimestre la economía norteamericana se ha desplomado un 32.9%. El twitter de POTUS que alborotó la afición: “Con el voto universal por correo (no la votación en ausencia, que es buena), 2020 será la elección más imprecisa y fraudulenta de la historia. Será un gran bochorno para Estados Unidos”. “¿Retrasar las elecciones hasta que la gente pueda votar de manera correcta, adecuada y segura?”. Varias naciones en el mundo, aún con la pandemia encima, han ido a elecciones. Putin acaba de ganar el referéndum que le permite eternizar en el poder. Aquí en la región. Bolivia ha estado en un estira y encoge. En República Dominicana los ciudadanos con estrictas medidas de bioseguridad, fueron a las urnas. La sabiduría popular aconseja que al mal tiempo, buena cara. Para que a nadie, en ninguna parte, se le ocurra –pretextando la pandemia– posposición de elecciones programadas.

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