Gestión del Estado, gestión de la crisis

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6 de agosto de 2020
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12:49 am
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Gestión del Estado, gestión de la crisis

¡Liberales! La victoria se construye la derrota también

Por: Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Tanto la gestión del Estado, como la gestión de la crisis, no son excluyentes, sí, relativamente diferenciadas, complementarias, con esfuerzos coadyuvantes y fines convergentes, con seguridad, su ineficiencia tiene efectos recíprocos sumamente adversos y letales; en una perspectiva amplia de daños y perjuicios, el resultado es calamitoso. En nuestra realidad, la crisis sanitaria provocó la explosión de la crisis acumulada de la disfuncionalidad del Estado, se desnudaron todas las falencias: de liderazgo, de ética, de ciencia, de tecnología, de transparencia, de sistemas de procesos, de normas, de fiscalización, de control, de prevención, de… todo; la burocracia inepta, sellada con un color común, despertó, se tornó estratégica la improvisación y los corrutos salieron de sus cloacas, custodiados por alguna armadura estatal, a la medida de su inconmensurable avaricia.

La pandemia nos muestra que en la gestión del Estado, durante casi dos décadas, las aspiraciones nacionales han sido sustituidas por intereses personales y sectarios; siendo la República degradada en toda su dimensión, lo grave es que ese proceso degenerativo, tiene para sus actores, millones de seguidores que los defienden con vehemencia y fanatismo, no obstante, es inocultable el efecto disfuncional, extendido por desgracia al mal manejo de la crisis sanitaria y sus afectaciones adversas relacionadas. Todo eso mata.

Se advierte, que la desigualdad estructurada, creada a propósito, se acentúa, se evidencian los privilegios de los pocos incluidos y se masifican las calamidades de los excluidos. La radiografía de la realidad social es reveladora de cómo históricamente, la persona ha sido un medio inocente para fines políticos delictivos, y no un fin virtuoso por medios comprometidos y solidarios. Duele cuando la persona luce cual mercancía, con la libertad cercenada.

La crisis por la pandemia y las particularidades, características, y fortalezas de un enemigo invisible, traicionero, altamente contagioso y que ataca indiscriminadamente con insistencia; mantiene bajo presión, a un sistema sanitario ineficiente, fragmentado, con no pocos servicios privilegiados, con cobertura limitada, masivamente excluyente, politizado con un color preferente y en condiciones de gravedad, por la carga viral de la corrupción estructurada, lo cual es en sí misma, un factor que intensifica la crisis. Basta una prueba, los hospitales móviles que inmovilizaron la esperanza de vida de un pueblo expuesto, a dos puyas: al mal manejo de la crisis y a la ineficiente conducción del Estado. La negligencia gubernamental por la tardanza en disponer a tiempo y funcionando esos centros dudosos de atención sanitaria, es una irresponsabilidad temeraria e inhumana, que pone en riesgo a los contagiados de estar a las puertas de las funerarias.

Que las crisis generan oportunidades, es una tesis inobjetable; desafortunadamente, quienes se desentienden del principio de humanidad, cerraron las puertas a la ética y abrieron las cuevas donde pernocta la manada de la burocracia delictiva. En otro sentido, llegó la hora para poner a prueba la voluntad nacional, el liderazgo del político conductor, la determinación del sistema de fiscalización, el ineludible deber de los operadores de justicia y seguridad, el servicio desinteresado del soldado, las propuestas resolutivas de los deudores diputados al Congreso Nacional, los aportes del sistema empresarial, la palabra y las acciones de quienes profesan la fe, la movilidad cooperante de todos los miembros de las organizaciones sociales y gremiales, el accionar valiente, firme y decidido de los alcaldes municipales, pero sobre todo, las mujeres y los hombres de blanco, por fuera y por dentro, quienes por la gracia de Dios, siguen dando ejemplo de excelencia, sacrificio y heroísmo. Si nos quedáramos en casa y fuésemos disciplinados y obedientes, ellos tendrían motivos para aplaudir nuestra solidaridad. Esta es un arma infalible para destruir al virus.

Se pretende que, aplanada la curva de contagio, descendido el índice de letalidad y logrado el control de la crisis por el sistema sanitario, se vuelva a la normalidad, pero, ¿a cuál? A esa de los índices de desarrollo humano vergonzantes, a la que le negó a la ciudadanía la facultad de poseer el poder y ejercerlo legítimamente, a aquella que destruyó las columnas de la democracia con el continuismo y, que todavía se vitorea a sus flamantes protagonistas, a esa en donde los pachorrudos representantes del pueblo, hacen leyes a retazos, crean órganos minusválidos, y calculan los tiempos para seguir en el confort que da la manipulación, para continuar parasitando desde un escaño inmerecido, legislando con pitos, choretas, petardos y trompadas; a esa normalidad de la Constituyente, del boicot de las elecciones, de los 14 partidos a elecciones sin segunda vuelta electoral, de la deuda impagable, del incremento de la pobreza y la desigualdad, de la ciudadanía sin identidad y cultura democrática. Aunque pretendamos ignorarla, esa es la normalidad creada por quienes han sido electos y nombrados para la gestión del Estado. Pero, podemos revertir ese mapa que avergüenza por otro escenario que dignifique.

La responsabilidad por la gestión honrosa, con liderazgo ético del Estado y la gestión eficiente, transparente y honesta de la pandemia, es de todos; el desafío es crear condiciones para un pacto social, una concertación nacional, una convergencia de voluntades, una unidad del esfuerzo, una política concertada, una estrategia articulada, un plan integral y una acción coordinada en todos los niveles de decisión y asesoría. Están excluidos de este contexto, todos los que de una u otra forma han manchado el honor nacional, a esos les viene bien buscar refugio entre sí mismos, a lo mejor se entiendan y se ambienten, entre su propia hediondez.

Dios, la ciencia y la solidaridad mundial, nos traerán una vacuna, pero la eliminación de los depredadores de la República, es misión de un pueblo digno.

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