La alondra de Centroamérica voló al reino de los cielos

ZV
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9 de agosto de 2020
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12:47 am
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La alondra de Centroamérica voló al reino de los cielos

Por: Jubal Valerio Hernández

Teníamos previsto visitarla en su casa de habitación, con otro de sus grandes amigos el Ing. y promotor cultural Antonio Hasbum , quien también fue su alumno de canto. Sabíamos que estaba delicada de salud y ella aprobó la visita. Al venirse la pandemia del COVID-19, desistimos – muy a nuestro pesar- de hacerlo. Nuestro profundo afecto por la soprano ISABEL SALGADO DE CASTILLO, nos obligó a actuar con la prudencia y el respeto que las circunstancias demandaban. Finalmente, la noche del domingo dos de agosto, llegó la triste noticia: había fallecido a sus noventa años LA ALONDRA de Centroamérica, cumpliendo así, la última jornada de una vida exitosa en el ámbito artístico y cultural de nuestra patria. Soprano lírica, cuya bella y dulce voz cautivó los públicos de todas las capitales centroamericanas, Santo Domingo, México, Lima, EE. UU., Roma y Madrid. Ya se avizoraba su futuro éxito, cuando inició sus estudios de canto con el profesor austriaco Johann Rexise en Tegucigalpa. El lugar más indicado para proseguirlos era Roma y hacia allá se marchó, para ingresar a la prestigiosa Academia “Santa Cecilia”, donde perfeccionó su privilegiada voz, durante seis años, bajo la conducción de los maestros Elvira Casazza y Guglio Moreschi. Antes de retornar a Honduras, realizó varios recitales en Roma, por invitación de la Princesa Matti; uno de ellos en la Sala Pío VII, donde, debido la ovación recibida, hubo de repetir una de las arias que cantó. Se radicó en Tegucigalpa, donde formó su hogar con el pintor Mar Miguel Castillo, el más famoso retratista de Honduras, quien al egresar de la Escuela Nacional de Bellas Artes, también se había marchado a Roma, para perfeccionar su arte pictórico. Isabel nos deleitó a lo largo de varias décadas, desde 1960 hasta años recientes, con las más bellas y complejas obras del bell canto. En varios de sus recitales, fue acompañada por el notable pianista hondureño, el Dr. Edmundo Poujol Matamoros. También la acompañaron, las pianistas Asha Santwan y Nelia Chavarría. Ninguno de los registros vocales o complejos pasajes de las obras de su vasto repertorio, significaba un reto que Isabel Salgado no pudiera resolver con amplia solvencia técnica y expresividad única. Es por ello, que la crítica especializada de las diversas capitales y países en que nos representó, se expresaba de ella, en los siguientes términos: “La dulzura de la voz de Isabel Salgado, unida a la riqueza de su expresividad, son algunas de las cualidades sobresalientes de esta extraordinaria soprano hondureña” ( Tomás Lozano Escribano). ” Voz de registros excepcionales, bien timbrada, cálida, dulce, con una escuela estupenda. Se sentía vibrar el aire en el Conservatorio” (La Hora, Guatemala). “Con voz cálida, de armoniosos y expresivos registros, la cantante hondureña destacó en la interpretación de las obras de Verdi, Puccini y el maestro Manuel M. Ponce. Cerrada ovación premió la espléndida audición, gracias a la estupenda escuela y el delicado timbre de voz de Isabel Salgado” (Amalia Kelly, El Sol de México). Premios y reconocimientos, no se hicieron esperar: 1971. Premio Nacional de Arte “Pablo Zelaya Sierra”. 1978: Presea de Tlatelolco de plata repujada con el símbolo del águila y el jaguar (México), premio para artistas distinguidos. 1983: Condecoración con la “Hoja de Liquidámbar”, en plata, grado de Oficial (Municipalidad de Tegucigalpa), y muchos más, a nivel nacional e internacional.

Las personas con talento para el canto, se vieron beneficiadas con sus enseñanzas. Recordamos, entre ellas, a la contralto Amelia Martínez Zacapa y la soprano Aída Castillo, en la Escuela Nacional de Música. A nivel privado, los tenores Antonio Hasbum y Ramón Boquín y varios más. La dulzura de su voz, Isabel siempre la complementaba con una perenne sonrisa de similar característica. Su calidez como amiga, que prodigaba a, manos llenas, con su esposo Mario Miguel, deja en todos los que les conocimos, una profunda e imborrable huella. La patria pesa menos, sin esos valores excelsos del arte nacional.

Tegucigalpa, M.D.C., 4 de agosto de 2020

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