Los hijos de la señora TD

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9 de agosto de 2020
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12:01 am
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Los hijos de la señora TD

El “loqueísmo” es un relleno innecesario

Por: María Sánchez
Máster en Lexicografía Hispánica

La señora TD H tenía muchos hijos. Por alguna extraña razón, los agrupaba de dos en dos. Casi los inscribió con el mismo nombre. Por eso era muy fácil confundirlos. La función que desempeñaba cada uno era especial; sin embargo, cuando las personas necesitaban sus servicios, no sabían a quién acudir. La disyuntiva era recurrente: ¿Llamamos a Dé o a De?, ¿Esto lo podrá hacer mejor Tú o Tu?, ¿Quién vendrá primero: Él o El?, ¿Contratamos a Té o a Te?, ¿Si es más apuesto que Sí…?, ¿Mas no trabaja con Más?, ¿Mi sobrevivirá sin Mí?, ¿Se ayuda a Sé?…
Ninguno de los hijos de la señora TD podía esconder sus atributos. Por ejemplo, Dé era caritativo, regalaba hasta lo que no tenía e impulsaba a otros a realizar lo mismo. Sus frases más frecuentes eran: Dé ese pan a los ancianos; Dé los pasteles a los niños. Y cuando no le obedecían, respondía con tono alto: ¡No me dé excusas baratas! Por su parte, De servía de enlace. Jamás estaba solo. La unidad y la armonía que ofrecía era insustituible.
La diferencia entre Tú y Tu era significativa. Tú H pretendía ser «fino» y siempre quería sobresalir en las conversaciones». Utilizaba frases como: ¡Tú luces muy linda hoy!; ¿Tú naciste en Tegucigalpa? Un día se enamoró de Ariam y le dijo: «Mi destino eres tú». Además de lo anterior, en cada trabajo, daba el crédito a quien lo merecía. Cuando Carlos lo ayudó a construir la casa de los Corea, lo felicitó y usó las palabras: Tú eres un excelente trabajador. Por el contrario, su hermano, casi gemelo, era pasivo y antecedía a las cosas u objetos simples y comunes. Mientras caminaba por el parque con su amiga, le decía: Tu cabello es hermoso; Tu amistad es lo más bonito que tengo; Me gusta tu blusa.

Los andares de Él eran pocos conocidos. Todo el pueblo ignoraba dónde y con quién se relacionaba. Y como muchas veces se les olvidaba qué sabía hacer, Él les dio la pauta para que siempre recordaran: «Soliciten mi servicio cuando no quieran usar el nombre de su padre, su hermano, su amigo o cuando no deseen mencionar dos veces el mismo nombre común (masculino). Por ejemplo, en la frase «Bryan baila muy bien»; podría cambiarse a: «Él baila muy bien».

El hermano Té ofrecía infusiones a todos sus visitantes. Siempre les preguntaba: ¿Quiere té? Y finalizaba su discurso, afirmando: En esta casa nos cuidamos; siempre tomamos té. Pero su hermano Te era inconstante. A veces era afable: ¿Te quedarás a cenar? En otras ocasiones, odioso: ¡Te marchas ahora mismo de mi casa! Y muy raras veces reconocía cuando se había equivocado: Te ofrezco una disculpa.

Para decidir entre Si o Sí, no necesitaban pensarlo mucho. El primero siempre les ponía condiciones: Si me pagan antes, llevo el arreglo floral; Si me traicionas, no vuelvo a trabajar para ti. En cambio, el segundo era benévolo y afirmaba todo: Sí me gustaría cuidarte; Sí quiero amarte.

Entre el hermano Más y Mas, las personas escogía a Más. Debido a su amabilidad al ofrecerles más comida. Era sincero. Cuando se hastiaba de la situación, repetía: ¡Ya no puedo más! A pesar de eso, era grandioso porque lo expresaba todo en cantidad. Por el contrario, Mas siempre ponía «peros». Aunque algunas veces se esforzaba. Sus frases típicas eran: Estudié toda la noche, mas reprobé. En efecto, era como si pronunciara: Estudié toda la noche, pero reprobé.

Sin Mí era imposible que las fiestas comenzaran. Parecía el centro del universo. Sus frases más comunes: para mí, hacía mí, por mí, a mí. Por su parte, Mi siempre aseveraba que todo le pertenecía. Murmuraba: mi casa, mi carro, mi yate, mi avión, mi mamá, mi hermano, mi papá…

La lucha entre Sé y Se era constante. El primero pregonaba mucho su conocimiento. Con frecuencia, aseveraba: Yo sé cómo se construye un edificio; Sé cuándo y dónde sucedió la Segunda Guerra Mundial. Y cuando se peleaba con su amiga, aseguraba: Yo sé que vendrá a pedirme perdón. Además, aconsejaba a sus compas a no tener miedo: Sé tú mismo. En cambio, Se intervenía para comunicar diversos mensajes: Se marchó; Se vende limones; Se accidentó.

A pesar de que todos los hijos de la señora TD H habían explicado varias veces sus funciones, algunas personas del pueblo los seguían confundiendo. El parecido era la excusa, incluida la vestimenta. Cada grupo era como gemelos homocigotos que asistían a una preparatoria.

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