LA CORRESPONDENCIA

MA
/
12 de agosto de 2020
/
12:25 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
LA CORRESPONDENCIA

GANADORES Y PERDEDORES

NO siempre todos se toman la molestia de responder editoriales con conceptuosas palabras. Algunos están muy ocupados, reenviando bulos, transmitiendo mensajes vacuos de vida o muerte, o atareados en los chats, en la guerra de guerrillas contra el enemigo. Si medio ojearon algunas líneas del escrito, apenas ajusta el tiempo para pegar un pichingo, como acuse de recibo. En lo que han quedado las relaciones, la correspondencia y la plática que, hace bastantes años atrás, era motivo de amena camaradería. De afable y armónica convivencia en sociedad. Los “emojis”, y los “stickers” –pegados a la pantalla, ya ni siquiera con saliva– le tragaron la personalidad a las personas. Sin embargo, muchos aprecian la lectura. Sobre “El Puente y la Metáfora”, un exministro con quien cotejamos referencias, puso: “Los japoneses, muy finos, el puente fue reconstruido, el río, reencauzado”. No obstante, se quejó haber sido sacrificado. Olvidábamos que no autorizamos su viaje al Japón, dada la amenaza de una anunciada huelga general que, a fuerza de mucho convencer y algunas maromas, fue desmontada.

Dudando de los datos proporcionados, quisimos refrendarlos con otro amigo oriundo de Choluteca, pero los relatos coincidían. Sobre el segundo editorial, “Las Dos Metáforas”, el comentario de ambos fue parecido. “Le ha rendido ese artículo del río y del puente; con ese editorial de hoy más gente lo va a entender… me gustó mucho”. “Ese puente –comentó el otro– lo estiró como si fuera chicle”. La gentileza en la respuesta de muchos lectores, como estímulo a los espíritus, es más que agradecida: “Estimado presidente –reza el comentario recibido de un excanciller– como siempre, dedico el tiempo necesario a la lectura de sus editoriales, en los cuales encuentro muchas cosas o elementos nuevos para mejorar mi visión del mundo y de nuestro querido país”. “No está de más decirle que no solo en la metáfora del puente, sino, en muchos otros editoriales he podido percibir su profunda preocupación por la situación de Honduras, preocupación que, como usted bien sabe, es totalmente compartida por este servidor suyo”. “Espero pronto tengamos la oportunidad de compartir en una amigable tertulia para escuchar sus sabias explicaciones y experiencias y mis atisbos de conocimiento superficial de nuestra realidad y del mundo, la cultura y el arte”. “Mientras ello ocurra, vaya hacia usted mi mensaje de admiración, aprecio y amistad”.

(Ya ven, no ha desaparecido del todo la comunicación epistolar como se acostumbraba en épocas remotas de mayor aprecio a los intercambios duraderos, ni los anhelos de restaurar los vínculos contiguos de la buena vecindad, el trato familiar entre parientes y amigos, la relación afín de la presencia inmediata, no de espectros, sino de seres vivos de carne y hueso interactuando unos con otros, frente a frente, viéndose las caras). De colofón, una última contribución: “Muchas gracias por estos editoriales del puente de Choluteca –escribe otro dilecto amigo– han sido tema de conversación en mi casa, con mi familia, durante el fin de semana”. “Hoy seguimos discutiéndolo; como ahora el discernir es solo entre familia, nos ha servido de punto de referencia para tener una visión de hacia donde debemos de cambiar en el DC”. “La metáfora es aplicable a todo, desde las cosas más profundas, como el replanteamiento de nuestro futuro cuando llegamos a una edad de no querer iniciar nuevos proyectos, hasta la de mi hijo menor con su incierto programa de clases en la universidad”. “Recuerdo haber estado en la inauguración en Choluteca, y recuerdo bien lo impresionante de la obra antes del huracán y también haber ido a Choluteca en los primeros días después del siniestro, como parte de la comisión de emergencia y ver ese monumento en medio de nada”. “Ambas experiencias quedaron grabadas en mi mente para siempre, pero profundizando los recuerdos de esos viajes y de esa época, el recuerdo que más añoro de esos días, es la sensación de vivir en un país con certeza y claridad de nuestro rumbo como país”. “De lo definido que teníamos todos nuestro papel, ya fuera de empresario, estudiante, industrial, profesor, profesional de la medicina o cualquier otro quehacer que desempeñásemos en la comunidad”. “La ruta estaba definida, confiados en los liderazgos, participábamos todos en la construcción de un destino común y del futuro de Honduras”.

Más de Editorial
Lo Más Visto