Un minuto de silencio

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14 de agosto de 2020
/
12:02 am
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Un minuto de silencio

Por: Denis Castro Bobadilla

A lo largo de mi vida he visto partir a seres queridos y a muchos estimados amigos y amigas, así como a colegas con quienes nos unieron agradables recuerdos y experiencias. Es ley de vida. Es el curso normal de la naturaleza, al cual está sometido todo lo que respira. Por supuesto, nadie quiere morir, y nadie quiere perder a un ser querido, sin embargo, esto no se puede evitar, y solo queda aceptar el dolor que causa una pérdida de este tipo. Así es la vida, y la muerte nos hace iguales a todos.

Lo mismo muere el rey que el plebeyo, lo mismo el pobre que el rico, el sencillo que el poderoso. Un solo final tenemos todos, y de esto he visto mucho a lo largo de mi carrera profesional.

Hace muchos años tuve en mi mesa de autopsias a un general de cinco estrellas, un hombre que fue poderoso en vida y cuya voz hacía temblar a Honduras. Pero, un día, fue asesinado a balazos, y su cuerpo deshecho terminó en la morgue, como cualquier mortal. Y también vi a otros hombres poderosos, millonarios, influyentes, tendidos frente a mí, mientras les realizaba la autopsia. Allí no había diferencias. La muerte los hizo iguales a cualquier otro.

Sabemos bien que todos hemos de transitar por ese camino tarde o temprano. Las causas son lo de menos. Es una realidad de la que no podremos escapar jamás. Y, al final del duelo, cuando el tiempo haya llevado el bálsamo de la resignación al corazón de quienes nos quisieron, solo quedará una sombra en la memoria de los que amamos, y cuando nos recuerden, en algún acto especial, toda nuestra vida se resumirá a un minuto de silencio en nuestro honor. Y toda una vida pasará en sesenta segundos. Lo bueno y lo malo, y luego, el recuerdo volverá a diluirse hasta que no quede nada del que ya, se fue.

Es la ley de la vida. Contra eso nada podemos hacer, y lo he visto en estos últimos días cuando me han tocado despedir a buenos amigos que se nos adelantaron en el viaje al más allá. Por supuesto, mencionarlos a todos será un trabajo arduo, pero deseo que estas líneas sean un sincero homenaje a esas personas que fueron especiales para mí y que ya no están entre nosotros.

Hace pocos días despedimos al doctor René Valladares Lamaire. Sentí mucho su fallecimiento porque significó mucho para mí. Fue mi maestro, mi mentor y mi amigo. Fue un gran profesional y una persona ejemplar. Tuve el honor de ser su asistente en el Hospital San Felipe, en aquellos inolvidables días en que yo estudiaba Medicina. Me enseñó mucho, y siempre le estuve agradecido. Al despedirlo, le dediqué lágrimas sinceras y sentidas, y siempre lo llevaré en mis recuerdos.

Se ha dicho que no debemos temer a la muerte, ya que es natural, y se nos ha dicho que debemos aceptarla con el mismo estoicismo con el que aceptamos las dificultades de la vida. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. El hecho de separarnos de los que amamos es doloroso, y solo el tiempo calma, esa aflicción. Pero quedan los recuerdos, queda lo bueno que hicieron esas personas, y debemos seguir su ejemplo.

Hoy, cuando la pandemia nos arranca de personas valiosas, solo nos queda el recurso de la resignación, y recordarlos con respeto y con cariño, dedicándoles un minuto de silencio, porque, a fin de cuentas, a eso se resume la vida. A un minuto de silencio.

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