EDMUNDO LOBO, UN HONDUREÑO DE TIERRA ADENTRO

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15 de agosto de 2020
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12:31 am
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EDMUNDO LOBO, UN HONDUREÑO DE TIERRA ADENTRO

Por: Jorge F. Travieso

Cuenta una anécdota muy conocida entre fotógrafos que cierta vez una millonaria neoyorquina, mecenas de las artes, invitó a un renombrado fotógrafo a una cena. Cuando el fotógrafo entró, ella le recibió diciéndole, “Bienvenido. Soy gran admiradora suya, sus fotos son maravillosas; sin duda usted ha de tener una cámara muy buena.” El fotógrafo no hizo comentario alguno, pero cuando ya se despedía, agradeció a su anfitriona diciéndole, “Muchas gracias por invitarme, la cena estuvo deliciosa; usted debe tener unas ollas excepcionales.”

La anécdota resalta una percepción frecuente entre los no-fotógrafos: la buena fotografía es el resultado de equipos sofisticados y muy caros. Por supuesto, el equipo afecta la calidad de la fotografía; sin embargo, el equipo más importante para todo fotógrafo es el ojo. Y cuando vemos la fotografía de Edmundo Lobo, es evidente que debemos agregar el corazón. Edmundo llegó a Honduras desde Chile hace ya varias décadas, y no tardó en internarse “Tierra Adentro.” Ha recorrido los más apartados rincones de esta su patria adoptiva, cámara en mano y con el corazón abierto.

Con el tiempo, Edmundo ha tomado un sinnúmero de fotografías. Pero, si bien esta valiosa colección de imágenes es un archivo único de la cultura hondureña que le dará considerable trabajo a las generaciones venideras de investigadores y artistas, lo más notable del trabajo de Edmundo es la considerable difusión que ha tenido. En esto, Edmundo es un fotógrafo paradójico: por un lado, le rehúye a la fama o la notoriedad, y esta exposición es una de las muy pocas que ha presentado. Por otro lado, fue uno de los fundadores de Comunica, una muy reconocida empresa de comunicación social cuyo trabajo es impresionantemente abarcador, llegando hasta los más recónditos recovecos de nuestro país. Edmundo ha diseñado, diagramado, e ilustrado con su fotografía un gran número de materiales de divulgación popular en temas productivos, de derechos, de género, y un etcétera verdaderamente amplio. Además, durante años diseño e ilustró las agendas y calendarios de Comunica, los cuales llegan a los sectores más apartados de nuestra población. Es difícil pensar en otro fotógrafo nacional cuya obra tenga una difusión tan amplia desde hace tanto tiempo.

Edmundo, como les mencioné, es diseñador—también es dibujante y un excelente caricaturista— y su fotografía lo refleja. Decíamos antes que, además de equipo el fotógrafo debe tener ojo; es decir, capacidad técnica. Y las fotografías de Edmundo muestran un sentido de composición preciso, propios de un diseñador. A veces sus composiciones descansan en trazos de una simplicidad impresionante: la línea diagonal trazada por una flecha tawahka o el óvalo de una máscara lenca, o el trazo del perfil de un pescador resaltado contra el fondo de la maraña de la red que teje. No por casualidad, imágenes como el retrato de una joven indígena con una hermosa flor adornando su cabello se han convertido en verdaderos íconos, reconocidos por innumerables personas aún cuando desconocen que la fotografía original es de Edmundo.

Al inicio también decía que la fotografía de Edmundo muestra un corazón que complementa a su ojo impecable. Esa amplitud de corazón se percibe en el respeto que Edmundo muestra siempre hacia las personas que fotografía (porque prácticamente todas las fotos que conozco tomadas por Edmundo son de gente). Nunca aparecen incómodas ante la cámara –y por lo tanto ante el fotógrafo— y las fotografías más bien resaltan la dignidad de estos personajes tan bellos: maravillosas matronas garífunas, bellas mujeres tejiendo fibras vegetales, hombres serenos e intrépidos bogando en sus pipantes por los ríos de la Moskitia, y niños que juegan o trabajan o sueñan mirando al cielo.

Sin una sensibilidad —un corazón— propia, Edmundo no hubiera podido captar estos retratos que nos muestran el espíritu de la gente. Ni nos lo hubiera podido transmitir a nosotros. Agradezco a Edmundo por acercarnos de esta manera a la maravillosa gente de nuestro país. Lo único que lamente es que esta muestra, recogida en la exposición que inauguramos y en el Libro homónimo que hoy se presenta, solo incluya fotografías de apenas un lustro transcurrido hace ya más de 20 años. Espero que este evento sea un preludio para una muestra mayor, más abarcadora, de un extraordinario fotógrafo, nacido en Chile, pero un auténtico hondureño de Tierra Adentro.

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