Por: Carlos Medrano
Periodistas
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Los hondureños nos encontramos en tiempos verdaderamente difíciles, complejos, entre la espada y la pared, en angustia y con un panorama muy sombrío, ya que después de más de 5 meses de confinamiento, no vemos “la luz al final del túnel” ni que vayamos saliendo de la grave problemática actual.
No sabemos a ciencia cierta si llegamos al pico de la pandemia, -según lo expresan los epidemiólogos-, o estamos en la meseta, si ya pasamos lo peor o venimos entrando, o seguiremos encerrados, y si colapsa la economía del país con la mitad de nuestra empresa privada quebrada o al borde de la quiebra.
Aunque las noticias extraoficiales y preliminares establecen que los contagiados y enfermos graves van disminuyendo en los hospitales públicos y privados que estaban atestados de gente contaminada por esta enfermedad, los expertos médicos aseguran que lo que está pasando es que no están haciendo las respectivas pruebas PCR, debido a la falta de insumos.
Lo importante, y eso hay que resaltarlo, es que en Honduras no ha sucedido lo que nos temíamos todos, al igual que lo ocurrido en Ecuador, en donde se vio morir masivamente a ciudadanos en las puertas de los centros de salud, lo que fue un espectáculo lúgubre y apocalíptico.
La economía se mantiene en condiciones comatosas, después de 5 meses de inactividad comercial, industrial, de oficinas, de cierre de Secretarías de Estado que son fundamentales para sacar permisos y trámites para que los negocios generen recursos para el pago de personal, costos operativos y utilidades, si es que este año habrá ganancias.
Más de la mitad de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes), cerraron sus operaciones, algunas de ellas desaparecieron y no volverán al mercado, lo que representa que más de medio millón de personas están sin recibir un ingreso para sus familias.
Algunas empresas grandes, supuestamente con músculo para soportar este embate sanitario, han empezado a declinar, recortar gastos, publicidad y suspender y despedir personal, pues han estado cerradas o apenas con el 20% de apertura económica.
Las recaudaciones del gobierno han caído estrepitosamente, pues la recaudación ha bajado, como es lógico, no han pagado salarios en buena parte de la burocracia estatal. La administración actual se ha endeudado nacional e internacionalmente de manera desproporcionadamente debido a la crisis.
Mientras tanto, los políticos, que pareciera no tienen ninguna crisis ni económica, ni social, ni de existencia, están en plena campaña, ya anunciaron en el ruedo el tema de la segunda vuelta, la tarjeta de identidad para fines electorales y la declaratoria de elecciones primarias y generales.
Los políticos de turno, que en su gran mayoría se perdieron y no se les “ha visto el cacho” en el marco de esta pandemia, están preocupados por seguir “en la fiesta”, salir reelectos en el caso de los alcaldes y diputados, preparándose desde ya para estas nuevas elecciones.
No hay duda de que habrá voto de castigo en contra de una clase política que ha hecho negocio con la pandemia, que no han mostrado verdadera solidaridad con un pueblo sumamente afligido, en crisis y con hambre, cada vez más pobres y miserables.
