REBROTES Y JÓVENES

ZV
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23 de agosto de 2020
/
12:32 am
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REBROTES Y JÓVENES

LOS rebrotes de coronavirus en varios puntos del planeta proceden, mayormente, de las acciones de jóvenes que consciente, o inconscientemente, pareciera que andan buscando contagiarse hasta provocarles un daño mayor a sus padres y a sus abuelos, con las consecuencias angustiosas y graves que se pueden anticipar. Lo anterior por un lado. Por otro, los rebrotes se derivan de las reaperturas económicas, mal planificadas y peor ejecutadas, cuando las empresas públicas y privadas abren sus instalaciones sin adoptar las estrictas medidas de bioseguridad, sobre todo en puntos aglomerados y en el transporte público, en donde nadie ejerce control sobre nadie. Luego se reintegran personas a sus labores que transportan el virus en forma asintomática, contaminando “a Mundo y Raimundo”.

Aparte de lo anterior, aun cuando las personas se hagan las pruebas del “hisopado”, ocurre que, casi nunca entregan los resultados; o las mismas pruebas se pierden en el camino. O se dan cuando el paciente ya ha fallecido. Así que las personas jamás se enteran del estado particular de su salud. Esto sucede incluso con los mismos trabajadores de los hospitales públicos, en donde además de contagiarse los médicos y enfermeras, ellos contagian, a su vez, a los pacientes.

Pero uno de los puntos focales de la irresponsabilidad se localiza entre los jóvenes que salen a la calle a parrandear o a jugar fútbol. Retornan a sus hogares y entonces comienza a extenderse la fatalidad, sobre amigos y parientes cercanos. Mientras los guardias de tránsito detienen a los automóviles privados en donde los pocos pasajeros llevan bien colocadas sus mascarillas, los autobuses urbanos e interurbanos van cargados de personas amontonadas sin que nadie los detenga o los inspeccione. Y mientras son exigentes con los pequeños automóviles privados, los muchachos se encuentran jugando “potras” o bebiendo sustancias embriagantes, “melcochosos y abrazados”, en los barrios y colonias marginales. Porque sienten que ya sobrepasaron el peligro; o porque jamás se les cruza por la cabeza que son portadores asintomáticos de la peste, que se ensaña contra las personas con mayores vulnerabilidades físicas. No tienen la menor idea del sufrimiento extremo de las víctimas contagiadas. Y de la muerte casi segura de las mismas.

Nunca en la historia había existido una generación de jóvenes con mayores promesas frente al porvenir. Tampoco había existido, simultáneamente, una “parvada” de jóvenes más inconscientes e irresponsables que los del presente histórico. Que viven el día a día sin ninguna restricción moral. Y sin ninguna mirada hacia el entorno real. Esto se conecta con serios problemas de cultura colectiva y de educación formal. No sólo en los países atrasados, sino en los países desarrollados, por causa de la frivolidad.

A la par de los problemas anteriores, se sabe que en países altamente desarrollados como Alemania, existen grupos de “neonazis” que se encargan de empujar a muchas personas incautas para que salgan a las calles a protestar, por cualquier motivo. Los nazis siempre han tenido buen olfato para detectar los momentos de mayor vulnerabilidad de las democracias, con el objeto de atacar inmisericordemente. Pero también los populistas actuales saben aprovecharse de las coyunturas para asestarles golpes a los gobiernos, a los estados y al sistema en general. En un país metropolitano, en el norte de nuestro continente, igualmente salieron los racistas a la calle, a protestar contra el racismo, en una exhibición cínica de falsa solidaridad humana. Los mismos que desprecian a los hispanos, a los mestizos y a los negros, salieron con pancartas anti-racistas, contribuyendo con esas acciones a la expansión de la fatalidad sanitaria. Irresponsables hasta el extremo.

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