“DÍA DEL LECTOR”

MA
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25 de agosto de 2020
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12:25 am
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“DÍA DEL LECTOR”

LAS BUROCRACIAS EN LA EMERGENCIA

AYER 24 de agosto celebraron el día del lector en Argentina. En conmemoración a los 121 años del nacimiento de Jorge Luis Borges, escritor, poeta y ensayista. Orfebre de una variedad de géneros literarios y maestro de la ficción; de los más grandes narradores del pasado siglo. “Otros se jactan de los libros que les ha sido dado escribir –expresaba con aparente humildad– yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”. Pensar que allá, en esa nación suramericana, hay un día del lector. Solo imaginar. Si aquí hubiese una celebración de esa naturaleza, evocando el buen hábito de la lectura, e hiciesen una convocatoria pública para reunir a los asiduos lectores del país –digamos, como centro del encuentro, el parque Valle, en el casco histórico de la capital, alrededor de la estatua del prócer– ¿cuántas personas creen que asomarían? Si la invitación la hiciesen trascender por las redes sociales, seguramente las “chatarras de los chats”, luciendo su mejor broche de bagaje cultural, lo primero que preguntarían sería ¿y dónde queda ese parque Valle?

Pero solo por curiosidad, sin intención alguna de llegar a fisgonear. Si el ingreso al evento fuese con presentación de tarjeta cotejando nombres de un listado actualizado de buenos lectores que encuentren, como extravagante rareza nacional, improbable que alguno de ellos aparecería en la lista. La obra de Borges –reseña una publicación local– “es fundamental dentro de la literatura en castellano”. “El autor de libros imprescindibles como Ficciones y El Aleph exploró temas como los sueños, los laberintos, las bibliotecas, y los espejos”. “En sus creaciones, además, volcó ideas filosóficas vinculadas a la memoria o la eternidad, que funcionan como una impronta de toda su trayectoria literaria”. A propósito de esas aberrantes negaciones. ¿Por qué a Borges nunca le dieron el premio Nobel de Literatura? Se dice que por razones políticas. Aceptar una invitación de Augusto Pinochet. En realidad, se trataba de un doctorado honoris causa que le otorgaba la Universidad de Chile; que hubo de recibir de manos del entonces dictador chileno. O las críticas que hizo a la obra del poeta sueco secretario de la Academia. El presidente del comité de premios –el año que más cerca estuvo de ser el galardonado– utilizó un pretexto: “Es demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura”. (Vaya criterio. Poner de impedimento para conceder el más que merecido reconocimiento, la vasta cultura del escritor). “Es una antigua tradición escandinava: –ironizaba Borges– me nominan para el premio y se lo dan a otro. Ya todo eso es una especie de rito”.

En “Los Justos” –un mosaico de citas exquisitas–sublimiza la noción que la belleza y el arte se encuentra en las acciones pequeñas”. “Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire./ El que agradece que en la tierra haya música./ El que descubre con placer una etimología./ Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez./ El ceramista que premedita un color y una forma./ El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada./ Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto./ El que acaricia a un animal dormido./ El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho./ El que agradece que en la tierra haya Stevenson./ El que prefiere que los otros tengan razón./ Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”. (Fin de los versos). Un colofón obligado. Robert Louis Stevenson –autor escocés de “La Isla del Tesoro”, mencionado en la poesía– refería que “la ficción no puede competir con la vida salvo por su inmensa diferencia con la vida: la vida es monstruosa, infinita, ilógica, abrupta e intensa; una obra de arte, en cambio, es nítida, finita, independiente, racional, fluida y castrada”. (Hasta aquí por hoy, sobre el día del lector que festejan allá donde, sin duda, abundan los lectores).

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